María Cristina Santander, quien fue secretaria en la Dirección de Franquicias de la Cancillería, responsabilizó a su ex jefe Jorge Matas de “todas las decisiones” vinculadas con el otorgamiento irregular de franquicias diplomáticas para la importación de autos de lujo libres de impuestos. La mujer fue indagada anteayer por el juez Norberto Oyarbide como sospechosa de haber integrado una asociación ilícita dedicada a traer los superautos al país, pero se defendió diciendo que era una simple “empleada administrativa” sin ninguna capacidad de mando.

Según un sumario interno que llevó a cabo la propia Cancillería, y que motivó la denuncia penal que dio origen a la causa, Santander y su hija Marisol Rodríguez, que también era empleada en Franquicias, tendrían un parentesco con Pablo Rodríguez, uno de los intermediarios en la importación y venta truchas. Sin embargo, al ser indagada Santander negó ese vínculo.

En cuanto a Matas, la mujer dijo que su relación con él “no era la mejor”. Los trámites de franquicias y nacionalización de autos para su venta posterior, sostuvo, se iniciaban por orden de Matas y a ella sólo le tocaba hacer el papeleo. Santander aclaró, de todos modos, que en 2006 (parte del período crítico de las importaciones irregulares) pasó al sector de Pasaportes. Su hija debe declarar la semana próxima.

Matas está citado a indagatoria por asociación ilícita para el 21 de mayo. No sólo está cuestionado por todas las franquicias que otorgó y las nacionalizaciones que aprobó en plazos ilegales, sino porque su propia esposa tenía un auto Audi A4 importado en el marco de la misma maniobra, con un permiso de la embajada rusa. En el fuero penal económico, el funcionario –que está suspendido sin goce de sueldo– también fue convocado por el juez Jorge Brugo, que investiga la misma maniobra, pero bajo la calificación de contrabando agravado.