Domingo, 16 de noviembre de 2008 | Hoy
EL PAíS › JULIO GODIO, ESPECIALISTA EN SOCIOLOGIA DEL TRABAJO, ANALIZA EL FALLO DE LA CORTE SUPREMA
Estudioso del pasado y presente del movimiento obrero, señala que el concepto de sindicato único es anterior al peronismo. Es crítico del fallo de la Corte porque “puede derivar en una desorganización política del país”, pero avala que la CTA obtenga la personería.
Por Adriana Meyer
Ni se sentó en el sillón “histórico” de su estudio hogareño, con balcón a la calle Guatemala, y antes de la primera pregunta empieza a hablar. Julio Godio, que se define como especialista en Sociología del Trabajo y gramsciano, explica que el concepto de sindicato único es anterior al peronismo y opina que el fallo de la Corte Suprema, que habilitó la elección de delegados que no pertenezcan a los sindicatos, puede derivar en “una desorganización política del país”. Ansioso por pronunciarse, aunque midiendo sus palabras, afirma que hay que mantener el modelo único pero creando “cuerpos de delegados por empresa donde participen todos los trabajadores”.
El diálogo con PáginaI12 comienza por la implicancia real de la decisión de la Corte, y Godio pide permiso para ir hacia atrás. “Es un fallo vinculado al tema de la centralidad sindical. El movimiento sindical argentino es muy antiguo, se constituyó a fines del siglo XIX cuando el país aún no estaba industrializado. Fue rápido por la experiencia aportada por la masa migratoria y tenía que ver con un país en el que predominaba la pequeña y mediana empresa, y la estructura del trabajo eran los oficios. Entonces la primera centralidad es la que se va organizando sobre la base de la creación de sindicatos de oficios, que se llamaban sociedades de resistencia, de carpinteros, de yeseros, de peones portuarios. Esto se corresponde con la hegemonía del anarco-sindicalismo. En los años ’20 aparece una nueva estructura sindical, las asociaciones y las uniones, que tenían que ver con organizar a los trabajadores por rama de producción. Las divisiones eran ideológicas, pero no había dos sindicatos de la misma rama. Es la base sobre la que se produce en 1930 la unificación, bajo la hegemonía ideológica del sindicalismo, con una central única. En los años ’40 la CGT se divide, pero no hubo dos sindicatos bancarios o dos textiles. El proceso de reunificación de la CGT en el ’44 empalma con el ascenso del peronismo, que potencia aún más esta centralidad por razones de necesidades políticas y económicas
–¿Cómo es que ese modelo sobrevivió a la caída del peronismo?
–Resistió porque había creado una institución en la empresa, que es el cuerpo de delegados, que es característico en Europa. A este proceso de centralidad, que en las condiciones del peronismo fue muy vertical, se le agrega el sistema de obras sociales que es central por naturaleza. Los trabajadores quieren una por actividad. Así se construye la idea de unidad sindical asentada en el principio de la personería, que la tiene el sindicato más representativo de cada sector. El problema fue que la crisis del 2001 dio lugar a mayores demandas de los trabajadores vinculadas a sus derechos y también al funcionamiento de la empresa. Hay una mayor segmentación ideológica de los trabajadores pero ellos no son tontos como para creer que pueden tener tres cuerpos de delegados. Entonces, ¿cómo mantener la unidad sindical y al mismo tiempo no ahogar este proceso de mayor diversidad política e ideológica en los sindicatos? Tiene que haber un solo órgano de los trabajadores en cada empresa, donde puedan operar distintas centrales, como hay en España o en Francia, donde hay tres centrales sindicales. Pero a nadie se le ocurre que en la Renault haya más de un comité de empresa. Y las tres centrales van al mismo comité a discutir con los trabajadores. Acá tenemos tendencia a privilegiar los intereses corporativos.
–¿Entonces es falso que el fallo haya propiciado la libertad sindical?
–Es un conflicto de hace cuatro años para elegir dos cuerpos de delegados en una misma unidad de trabajo, las Fuerzas Armadas. No es lógico, no tiene nada que ver con la libertad sindical, que se ejerce bien cuando hay un único comité de empresa. Los trabajadores piensan la libertad sindical vinculada a la unicidad.
–Pero estos sindicatos únicos no convocan a elecciones, tienen prácticas burocráticas no participativas y surgen delegados de base que los cuestionan por no representar los intereses del trabajador, ¿qué hacer con ese fenómeno?
–En esta etapa en la que tenemos que hacer que sea exitoso este modelo industrialista, nacionalista y distributivo kirchnerista, como condición para fortalecer la democracia, sin duda que las prácticas sindicales que no atiendan a favorecer una mayor participación de la base están atentando, al mismo tiempo, contra el buen funcionamiento de las empresas. Si en la empresa no hay buenos cuerpos de delegados la motivación de los trabajadores desciende y se potencia la idea individualista. La mayoría de los sindicatos argentinos se ha anquilosado, no se dio cuenta que el modelo necesita ahora un paso, la creación de comités de empresa con sustento sindical, que represente a todos los trabajadores y obligue a los sindicatos existentes, sea con personería o simple inscripción, a participar en este nuevo instituto. Esto probablemente conduzca a reformar la Ley de Asociaciones Profesionales, en su artículo 40. Pero cualquier fallo que sólo potencie la existencia de varios comités será resistida por los empresarios, que ante varios cuerpos de delegados dirán “éstos me quieren destruir la empresa”. Es fácil hablar de coexistencia de estructuras sindicales en el sector público, pero la mayoría de los trabajadores están en el privado. Si avanzamos en cualquier idea de anarquía en las fábricas vamos a tener una desorganización del aparato productivo como antesala de la desorganización política del país.
–Pero en el 87 por ciento de los lugares de trabajo no hay representación gremial, hay despidos por pretender ejercer actividad gremial, y algunos sindicatos miran o juegan en contra.
–Entonces no es un tema judicial, es político. Que los partidos salgan a proteger los derechos de los trabajadores, incluidos los de los sindicalistas de sindicatos con simple inscripción. Pero ya se avanzó en esto. Hay mucha más protección para ellos que la que había hace 10 años.
–¿Por qué cree que la Corte hizo ahora este fallo?
–La Corte se movió con la mejor de las voluntades pero con los cánones de la política, que no reflejan la sociedad. Es un fallo que estimula, entre comillas, más libertad. Pero esa libertad como no se va a poder canalizar en organismos únicos de los trabajadores será solamente una libertad literaria. Si uno quiere hacer agitación en una fábrica mejor tener un cuerpo de delegados único, que lo va a proteger con el apoyo de la masa. Es una cuestión de relación de fuerzas. La CTA va a tener más líos ahora que antes. Este camino es de patas cortas.
–¿Por qué?
–Porque los trabajadores no van a romper con su tradición de unicidad.
–Pero el fallo dice que si esa es la vocación, que lo decidan los trabajadores y no el Estado, una ley o un gobierno.
–Ese es un buen planteo. Los sindicatos deben hacer consultas entre ellos y presentar un proyecto de legislación laboral consensuado, aceptado por la sociedad, que no sea de coerción sino de estimulación de la unidad sindical. Al sindicato hay que mirarlo desde su historia interior y no desde una visión de clase media. Los sindicatos europeos son muy favorables a la pluralidad, pero todos ellos van a decirte que en la empresa hay una sola institución que agrupa a la totalidad de los trabajadores, sindicalizados y no sindicalizados. Los intentos de cambiar a los sindicatos desde afuera han fracasado.
–Nuestros sindicatos no han mostrado mucha voluntad de cambio, ¿el fallo no propicia una modificación sustancial?
–Tiene un espíritu de libertad y va a favorecer un mayor interés de los trabajadores por discutir cómo mejoran la calidad de las instituciones sindicales. Por eso es injusto atacar a la Corte, representa un estado de ánimo, pero que eso exista no quiere decir que sea el correcto. Nadie habla de la Resolución del gobierno de (Néstor) Kirchner, la 250, que permitió que ATE hiciera elecciones. ATE hizo elecciones en las Fuerzas Armadas.
–¿Qué pasa con la personería gremial que reclama la CTA?
–Creo que las condiciones están maduras para que la CTA tenga personería gremial, pero no va a poder resolver el problema de crear sindicatos en las empresas si elude el tema de la unicidad, porque la mayoría va a seguir dentro de las grandes uniones y confederaciones.
–¿Mayor libertad va a propiciar mayor participación?
–La libertad sindical no pasa sólo porque haya elecciones, pasa por la autonomía sindical frente a los patrones, a los partidos y al Estado. Los trabajadores tienen que darse sus formas propias de organización, y lo van a hacer teniendo en cuenta los pisos históricos. La mayoría no está en contra del modelo sindical sino que aspira a que funcione mejor en esta etapa iniciada en 2003.
–¿Cómo puede haber un cambio si ese modelo sindical no les permite siquiera renovar los cuerpos de delegados, como sucede en el subte?
–Es una situación muy particular. Sectores sindicales de abajo cambian la correlación de fuerzas, no se van del sindicato y mantienen el cuerpo de delegados con autonomía. Es un tema político, no institucional. Si los cambios en el sector privado no responden también al buen funcionamiento de la empresa, la empresa hace lockout y liquida todo. Los sindicatos no son organizaciones revolucionarias como creen algunos, son de reforma y de conservación.
–Pero como mínimo se les pide que representen en forma legítima los intereses de sus afiliados.
–Ya le contesté que el modelo sindical necesita ser remozado, siempre dentro de la idea de unicidad y con comités únicos por empresa.
–¿Las comisiones de base que desafían a los grandes sindicatos son fenómenos aislados?
–Sí, son fenómenos puntuales. La tendencia principal es el caso del subte. En ese cuerpo de delegados nunca hubo una voz que dijera que tiene que haber dos UTA. No son procesos sencillos y no excluyen fuertes confrontaciones al interior de los sindicatos. Tenemos a que ayudar a que sean civilizadas. Pero con una oposición que está planteando voltear a Cristina Kirchner será muy difícil. A ese piso de unicidad sindical no hay que fraccionarlo sino fortalecerlo, al mismo tiempo dando cuenta de las nuevas realidades para que haya una renovación. El proceso de que cada uno crea un sindicato y piensa que tiene fuerza es una ilusión, y en el peor de los casos, es una operación política para crear confusión en un país que necesita estabilidad política.
–¿Por qué la CGT se alarmó tanto con el fallo?
–Porque está defendiendo el modelo sindical. Lógicamente está preocupada porque le han sacado una resolución que le va a crear problemas a los sindicatos en el sector privado.
–¿Problemas para quién?
–Simplemente está defendiendo el modelo sindical que en su historia fue un gran paso hacia adelante en la unidad de los trabajadores pero que ahora demuestra falencias para representar los nuevos procesos que hay en las empresas.
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