EL PAíS › EL JUEZ MARCELO AGUINSKY DICTO PROCESAMIENTOS POR LA EXPORTACION DE 800 KILOS DE EFEDRINA

Un corte en todos los eslabones

Se detectó una maniobra que incluía a los dueños del depósito fiscal, el despachante de aduanas, los dos aduaneros que intervinieron y la empresa que prestó su nombre para hacer el envío. La efedrina fue trasladada mezclada en azúcar a México.

 Por Raúl Kollmann

Mario Segovia, alias Héctor Benítez, el llamado Rey de la Efedrina, dueño del portentoso Rolls Royce Phantom encontrado en Rosario, tenía una tarjeta American Express Corporate de la empresa Sadocks, involucrada en el mayor envío de efedrina detectado hasta el momento hacia México. Segovia será trasladado mañana para declarar ante el fiscal Emilio Guerberoff y el juez en lo Penal Económico Marcelo Aguinsky, quienes investigaron la exportación de 800 kilos de efedrina, mezclados en azúcar, desde un depósito fiscal, Sadocks, hacia Naucalpán, estado de México. El juez procesó esta semana a todos los participantes, incluyendo a los dueños del depósito fiscal, el despachante de aduanas, los dos aduaneros que intervinieron y hasta la empresa que prestó su nombre para hacer el envío. Falta lo fundamental: determinar de quién era la efedrina enviada. Todo indica que del rosarino Segovia, pero habrá que ver si el fiscal y el magistrado se lo pueden probar.

La Justicia terminó con el juego del Gran Bonete en la exportación de los 800 kilos de efedrina. La empresa exportadora dijo que no tenía nada que ver, que sólo le pidieron usar el nombre. El depósito fiscal también afirmó que no tuvo nada que ver, que por allí pasaron dos embarques, pero que ellos no sabían que en el azúcar venía efedrina. El despachante de aduanas argumentó lo mismo: “Nosotros no fuimos, alguien mezcló paquetes de efedrina entre los paquetes de azúcar”. Los jefes aduaneros igualmente juraron su inocencia y que hubo narcos que los engañaron. Todos fueron procesados: algunos como autores y otros como cómplices.

Hubo un primer envío, a fines de octubre, de 295 kilos de efedrina, mezclado en 1200 paquetes de azúcar. La maniobra no fue descubierta aquí sino en México. Cuando las autoridades de ese país notificaron a las argentinas, empezó una investigación para detectar a los exportadores del precursor químico de drogas sintéticas. Eso llevó a que, este año, Aguinsky ordenara el allanamiento de South American Docks S. A., un depósito fiscal ubicado en el barrio de Barracas, en Capital Federal. Allí se encontraron 524 kilos de efedrina, también mezclados en 1200 paquetes de azúcar.

El análisis de la primera operación da indicios claros de cómo era la maniobra.

n Los dueños del depósito fiscal, Rubén Alberto Galvarini, Rubén Darío Galvarini y Jorge Gómez mandaron a comprar 1200 kilos de azúcar al hipermercado Makro de Avellaneda.

n El camión entregó el cargamento el 11 de octubre de 2007, pero en los registros oficiales del depósito oficial figura que los 1200 kilos de azúcar entraron el 18 de octubre. Además, no figuran ingresados por el camión de Makro sino por dos autos particulares.

n El ingreso falso tuvo –según el juez– la colaboración de los dos aduaneros que revistan en el depósito fiscal, Andrés Enricci y José Luis Sicardo. Al tratarse de un depósito fiscal, justamente los aduaneros son los encargados de verificar los movimientos. La maniobra incluyó, por ejemplo, la desaparición de algunas planillas de ingresos de camiones.

n Durante la semana que el cargamento de azúcar estuvo clandestinamente en el depósito seguramente se hizo el cambio de bolsas de azúcar por bolsas de efedrina. El envoltorio de plástico de estas últimas era falsificado, o sea que se hicieron copias, probablemente escaneadas, de las bolsas originales. Habitualmente, diez paquetes de azúcar vienen envueltos en una bolsa de papel madera. El trabajo consistió entonces en abrir los paquetes de papel madera y reemplazar algunas bolsas de azúcar por bolsas de efedrina.

n En la exportación misma participó un despachante de aduanas, Maximiliano Iñurrutegui, quien es señalado como cómplice por Aguinsky, ya que hizo todos los trámites de la exportación de azúcar, consiguió una empresa prestada, Euromac, para hacer el envío a su nombre y diligenció el cupo en el buque que llevaría el azúcar y la efedrina a México. Lo curioso es que cuando se descubrió en el país azteca el primer envío de efedrina, Iñurrutegui hizo una denuncia de lo ocurrido ante la aduana argentina, pero Aguinsky afirma que fue sólo para cubrirse, porque después aparece haciendo todos los trámites del segundo envío, mucho más grande, de 524 kilos.

Más allá de este caso en particular, lo que salta a la luz es lo dicho por la Cámara Federal de San Martín: ¿cómo puede ser que en 2006 hayan llegado a la Argentina ocho toneladas de efedrina y en 2008 se contabilizaban ya más de 25? La única explicación es el tráfico hacia México, para fabricar drogas sintéticas, y la Cámara afirma que eso no puede haberles pasado desapercibido a las autoridades de la secretaría correspondiente, la Sedronar.

La investigación del fiscal Guerberoff y el juez Aguinsky permite ver la complicidad de todos: dueños de depósitos fiscales, aduaneros y despachantes de aduanas. Es más, el magistrado se pregunta cómo pueden haber comprado 2400 kilos de azúcar por unos 40.000 pesos y luego exportaron ese azúcar casi al mismo valor que les costó, lo cual demostraría que el objetivo era otro –el envío de la efedrina– y que todos estaban al tanto.

El problema más serio de la pesquisa es determinar quién proveyó la efedrina. Todo parece apuntar a Mario Segovia, el hombre dueño del Rolls de 600.000 dólares, dos supercamionetas Hummer, lingotes de oro, una casa de 350.000 dólares, un departamento de 500.000 en Puerto Madero, dos edificios en construcción en Rosario, tres pisos en el Victoria Mall del centro de esa ciudad, y más de cien mil dólares y euros. Segovia fue detenido en Aeroparque con su habitual identidad falsa de Héctor Germán Benítez, que en verdad es un preso de Sierra Chica.

Entre Segovia y los Galvarini, dueños del depósito fiscal Sadocks, hay varios puntos en común. Todos son de Villa Gobernador Gálvez, en la provincia de Santa Fe. Constituyeron una sociedad llamada Rugal, ubicada en Puerto Madero, y, encima, Segovia figuró en 2000 como empleado de Sadocks. El jueves, Aguinsky fue hasta American Express y encontró una tarjeta corporativa de Sadocks, con una extensión para Segovia. Seguramente mañana, cuando “El Fantasma”, como le dicen a Segovia, declare ante el fiscal Guerberoff y el juez Aguinsky, le exhibirán evidencias que demostrarían que él es el hombre que está detrás de los 800 kilos que iban para México. Todo indica que Segovia se mantendrá en silencio.

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La mansiòn de Mario Segovia, conocido como El Rey de la Efedrina, en Rosario.
Imagen: Télam
 
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