El presidente de Cuba, Raúl Castro, es uno de los protagonistas de la Cumbre de América Latina y del Caribe que se inicia hoy en Brasil, donde se anunciará el ingreso de su país al Grupo de Río. Ayer, no bien llegó a Costa do Sauipe, en el estado de Bahía, Castro admitió la posibilidad de un diálogo con Estados Unidos tras la asunción del demócrata Barack Obama. “Cuba tiene disposición al diálogo sin garrote y sin zanahoria”, aclaró.

La cumbre cuenta con la presencia de 33 jefes de Estado y de gobierno y servirá para otros tres encuentros de cúpula en apenas dos días. El maratón se iniciará con una cumbre del Mercosur, hoy a la mañana, seguida por una reunión de la Unasur antes de iniciar la Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC), que terminará el miércoles. En la jornada de hoy, la CALC hará una breve interrupción para que se instale la cúpula del Grupo de Río, que debe oficializar el ingreso de Cuba a ese mecanismo de diálogo y consulta.

La participación de Raúl Castro en la Cumbre sobre Integración y Desarrollo busca consolidar la presencia de Cuba en la región, lo que se confirmará hoy con el ingreso pleno de la isla al Grupo de Río, una instancia de consultas políticas estrictamente latinoamericana. Cuba forma parte de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), un esquema esencialmente comercial promovido por el presidente venezolano, Hugo Chávez. Pero en virtud de una “cláusula democrática”, La Habana está suspendida de la Organización de Estados Americanos (OEA), entidad que reúne a la mayor cantidad de países americanos (34).

El anuncio de la integración de Cuba al Grupo de Río lo hará el presidente mexicano, Felipe Calderón, cuyo país tiene la secretaría pro-témpore del foro, en una breve sesión de los presidentes del Grupo de Río durante la tarde de hoy y no mañana, como estaba inicialmente previsto. Hasta ahora no se confirmó si Raúl Castro pronunciará algún discurso.

En una reunión celebrada hace un mes en la ciudad mexicana de Zacatecas, los miembros del Grupo de Río tomaron su decisión a partir “de las expresiones de interés y de valoración positiva sobre la labor de diálogo, consulta y concertación políticos” sobre el mecanismo expresadas por Cuba, según el acuerdo. El presidente cubano tiene previsto reunirse por separado con Calderón, para favorecer “no sólo la normalización, sino el fortalecimiento de las relaciones bilaterales”, dijo en La Habana el embajador mexicano, Gabriel Jiménez. Cuba considera que su incorporación al Grupo de Río es una muestra del fracaso de los intentos de Washington por aislarla y un resultado de la nueva situación política de América latina, con mayoría de gobiernos de izquierda.

Pocos días antes de viajar a Brasil, Raúl Castro destacó la importancia de la cumbre para avanzar hacia la integración, frente a la crisis financiera internacional y lo que llamó el “colapso” del neoliberalismo.

En un discurso de hace una semana, cuando Cuba organizó la Cumbre de la Comunidad del Caribe (Caricom), reclamó “un esquema regional amplio y diverso”, basado en la cooperación, y que “reconozca el derecho al trato especial y diferenciado que merecen las economías más pequeñas”.

“Cuba considera prioritario construir una nueva institucionalidad donde estén los 33 países de América latina y el Caribe (...), sin necesidad de tener actores extrarregionales”, dijo la semana pasada el canciller Felipe Pérez Roque.

El Grupo de Río se creó en 1986 como sucesor del Grupo de Contadora, que medió en la solución de las guerras civiles en Centroamérica, en plena Guerra Fría. Con Cuba suman 23 en el Grupo, integrado por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Venezuela, México, Ecuador, El Salvador, Haití, Guatemala, Guyana, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Panamá, Perú, Uruguay, República Dominicana, Belice y Caricom (con un representante rotativo).

Primero en el mando interino y desde febrero pasado presidente formalmente, Raúl Castro, reacio a las cámaras y amante de discursos breves –a diferencia de su hermano–, realizará una visita oficial a Brasil el jueves, como retribución a dos viajes que hizo el mandatario anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, a Cuba este año, en enero y octubre.