Martes, 13 de enero de 2009 | Hoy
EL PAíS › DANIEL ARROYO, MINISTRO DE DESARROLLO HUMANO BONAERENSE
Por Alejandra Dandan
Daniel Arroyo se sumó a la troupe de los políticos que pasan sus vacaciones en Pinamar. En su caso, no es por las razones de moda. El ministro de Desarrollo Humano de la provincia de Buenos Aires dice que no le gustan ni el glamour de las playas, ni las sombras que recuerdan al empresario Alfredo Yabrán. Asegura que sólo llegó por una especie de equívoco: la necesidad de dejar de funcionar como chofer de su hija adolescente, fascinada con los boliches.
–Mi lugar en el mundo es Valeria del Mar –dice–. Paso todos los años ahí, pero tengo una hija de 15 años y el año pasado le hacía de remisero. Este año con mi mujer nos debatimos, pero después de pensarlo nos instalamos acá, no en la parte fashion de Pinamar, sino tirando para el otro lado.
–Ahí cerca para Sergio Massa. ¿Suele encontrarse con los funcionarios kirchneristas?
–No. ¡Nada que ver! Yo no tengo ni idea a dónde están los demás, soy de ir a las playas más tranquis.
–En sus últimas intervenciones públicas, habló de los institutos de menores, de la edad de inimputabilidad y del hacinamiento. La pregunta es más bien íntima: ¿cómo hace para mantener una postura distinta de la del gobernador Daniel Scioli? ¿Lo dejan?
–Yo siempre he hablado mucho con el gobernador. Y, en general, todas las propuestas las tomó y me dejó encararlas. Con sinceridad, el tema de niñez y el tema de conflicto con la ley se sobredimensionaron. Se asoció a los menores con la inseguridad cuando todo está más vinculado con la de-sigualdad. Esos que quieren estigmatizar a los chicos con la violencia son peligrosos.
–¿Lo dice por Francisco De Narváez?
–Me llamó la atención la publicidad que busca asociar a chicos con violencia. Si hubiera un gordo, un bajo, un alto, un flaco, entonces sí. Pero acá sólo están los chicos. La violencia es un problema general, asociarlo sólo con los chicos es estigmatizarlos negativamente. El problema de la inseguridad no es que hay chicos, sino que hay desigualdad.
–En los últimos días, el jefe de Gabinete, consultado sobre si integraba un gobierno progresista, dijo que se trata de un gobierno pragmático. En la provincia de Buenos Aires, la oposición levanta la bandera de la inseguridad. ¿Es un problema para un político ser progresista? ¿Usted lo es?
–Sí, claro que soy progresista. Creo que ser progresista significa poner el acento en las desigualdades sociales y en que el Estado tiene como rol hacer eso que el mercado solo no hace. Y no creer que esto se acomoda automáticamente.
–En el esquema electoral, ¿cree que esa mirada resta?
–A mí me parece que este concepto de derecha o izquierdas se vació mucho y cuesta ubicar las palabras en posiciones ideológicas. Lo que sí creo es que en la provincia de Buenos Aires hay gente que proviene de los más diversos sectores políticos que tiene claro que el tema de la pobreza es una bomba de tiempo. Que hay que desactivar el problema social, que ése es un tema central y hay que mejorarlo. A algunos los ves con convicción y a otros, con temor a que la desigualdad cause mucha tensión. Me parece que por eso se está generalizando una idea de que acá hay que trabajar de otra manera.
–¿Van a aumentar el dinero de lo que se paga a los Jefes y Jefas de Hogar? Se supone que el kirchnerismo no lo hizo para estimular la búsqueda de empleo, pero hay especialistas que consideran que no sirve.
–Vamos a extender, a masificarlos. Vamos a lograr en tres años cubrir todos los hogares con chicos menores de seis años. Y eso es un cambio. Son 550 millones de pesos al año, y es un cambio de concepto en la política social que establece un derecho.
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