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“El PRO no es una fuerza nacional”

Desde su nueva (y más pequeña) oficina, donde todavía quedan algunas cajas por desembalar, desde que se mudó de su tradicional bunker en Galería Jardín, Ricardo López Murphy no descarta volver a ser candidato “si hubiera un clamor”. En diálogo con Página/12, propone un gran acuerdo opositor en el que trabaja con Elisa Carrió y los radicales, pero en el que también incluye a Julio Cobos.

–¿Lo volveremos a ver de candidato alguna vez en su vida?

–Eso no lo sé. Después de haber sido varias veces candidato y haber tenido resultados negativos, creo haber cumplido mi cuota de hacer esfuerzos testimoniales para defender mis ideas.

–Hay una película de James Bond: Nunca digas nunca...

–Por eso, hay circunstancias que levantan mi restricción: si hubiera un clamor para que volviese a ser candidato, sería una tontería que no lo fuera. Pero no creo que vaya a haber eso, ni lo estoy esperando.

–¿Qué tiempo se da para recuperar su imagen?

–Eso puede pasar en meses. Recuerde lo del 2002: fue una explosión.

–¿Qué obstáculos hay para unir a la oposición?

–Va a haber cuatro grandes frentes: el kirchnerista, la izquierda, el basado en la cultura radical y justicialismo crítico, que integran Solá, De Narváez, Macri...

–¿Macri también?

–Sí, toda su estrategia de armado electoral va por ahí.

–¿Con Macri no hay reconciliación posible?

–No comparto su proyecto. Trabajé para armar una fuerza nacional, pero no fue posible.

–¿Qué alcance tiene hoy PRO? ¿Es una fuerza nacional?

–No, es una fuerza que está signada a la Capital Federal. Y en la provincia tienen algo aliado a algún justicialismo (tanto que Chiche Duhalde encabezó un episodio). Ese es todo el proyecto.

–¿Qué impresión le queda de la gestión de Macri?

–Con el juego, que es un mecanismo casi gangsteril, hubiera pretendido un enfrentamiento a las prórrogas de las concesiones del juego que hizo Kirchner de 2017 hasta 2032. No se lo combatió, y más aún se avanzó y estuvieron a punto de convalidar eso. También los planes de obra fantasiosos que hizo: si usted me dice que la plata se la va a dar Kirchner, no es serio. Con los impuestos, varias veces pregunté si los íbamos a subir y me respondían que no.

–Con el subte, Macri reconoció que no podía hacer 10 kilómetros por año.

–27 kilómetros. La pregunta es: ¿ese financiamiento estaba?

–¿A Cobos lo ve como un opositor? ¿Pueden sumarlo?

–Sí, es natural que converja en un frente que exprese otra realidad. El creció por el hostigamiento de la pareja presidencial. Ojalá los Kirchner me atacaran todos los días. A él lo ovacionan y la Presidenta tiene que ir en helicóptero para eludir a la población. Por eso, es natural la envidia.

–¿Cómo fue el encuentro con Carrió?

–La reunión fue fecunda, de dos horas y media. Le planteé un acuerdo entre gente que tiene matices y opiniones distintas, como existe en Alemania, entre Angela Merkel y el líder socialista (Gerhard Schroeder).

–Sin embargo, aquí el socialismo resiste su incorporación...

–Me parece perfecto. Yo no voy a un lugar en el que no me quieren. No me quiero colar en ninguna lista.

–Pero hay diferencias programáticas. No es que no les gusta su bigote...

–(interrumpe) O que use fijador, algo que me está cuestionando Gelblung.

–Chiche Gelblung estará envidioso.

–Yo no estoy desesperado por estar en ningún lado. Pero me parece de sentido común la estrategia de Lula, de Tabaré Vázquez, del socialismo chileno. Si ellos creen que esas estrategias no son adecuadas...

–Los socialistas plantean políticas keynesianas y sostienen que usted no es partidario de la intervención del Estado...

–En realidad, Keynes es liberal. El se refería a circunstancias de receso. Y todos somos keynesianos en determinadas circunstancias.

–¿Podría integrar un frente con Raúl Castells o Juan Carlos Alderete?

–Dialogué mucho con Castells y con Toti Flores y siempre fue muy constructivo. Ahora, no soy marxista... marxista-leninista, ¡menos! ...y maoísta ¡¡todavía menos!!

–Eso me recuerda que aún no hablamos del viaje de Cristina a Cuba...

–Los intereses de nuestro país están por encima de las veleidades juveniles: el encuentro con los gerontes históricos puede atraer a una persona que en los setenta miraba eso con nostalgia.