Jueves, 19 de febrero de 2009 | Hoy
EL PAíS › LUIS ZAMORA ANALIZA SU POSIBLE RETORNO AL ESCENARIO POLíTICO
El referente de Autodeterminación y Libertad evalúa postularse a diputado nacional. Ya hizo algunas apariciones de campaña en la esquina de Florida y Diagonal Norte. Todos los sábados se reúne con la militancia en un local de Villa Crespo.
Por Adriana Meyer
“Lo está pensando”, dicen sus allegados cuando se les pregunta si Luis Zamora va a ser candidato en las elecciones de octubre. El ex líder del Movimiento al Socialismo (MAS) analiza la posibilidad de regresar a la política partidaria para volver a ocupar una banca el Congreso, como ya lo hizo en dos períodos parlamentarios, en 1989 y en 2003. Mientras tanto, retoma el contacto directo con sus potenciales votantes repartiendo volantes en Florida y Diagonal Norte, y evalúa cómo será su regreso al sistema político, del que se alejó hace tiempo.
Bajo el sol del mediodía porteño, los transeúntes lo reconocen y se paran a hablar con él. “Está igual”, comenta una señora de pelo blanco con un folleto en la mano, luego de intercambiar unas palabras con el ex diputado trotskista. Zamora eligió hacer campaña a los pies de la estatua de Roque Sáenz Peña, y con sus colaboradores instaló un par de mesas que exhiben recortes de diarios y materiales sobre temas tan variados como la “prohibición de la técnica de explotación minera con cianuro” o “los verdaderos beneficiarios de las inversiones extranjeras”. Incluso imprimieron el texto del proyecto de ley que Zamora presentó en 2005 para repudiar la presencia del ex presidente norteamericano George Bush en la Cumbre de las Américas, que se realizó en Mar del Plata. Pero el eje convocante, como rezan los carteles en grandes letras de colores, es juntar firmas contra el “tarifazo” de la luz, los colectivos, el subte, los peajes, las expensas y el gas. “Los de arriba se llevan cada vez más y el resto del pueblo se empobrece. ¿Por qué lo permitimos? En muchos barrios el grito contra los aumentos se empieza a escuchar y va creciendo”, dicen los volantes. Algo similar había hecho en octubre, cuando instaló las mesas en el mismo lugar en apoyo a los trabajadores del Indec, con la consigna “basta de estadísticas dibujadas”.
“¿Vuelve a la política?”, preguntó un joven de traje, zapatillas y mochila a uno de los barbados militantes de Autodeterminación y Libertad. Zamora podría presentarse como candidato a diputado nacional por esa agrupación y para eso comenzó una serie de reuniones los sábados en la sede de AyL en Villa Crespo. En sintonía con su nueva actitud de apoyo a movimientos de base no partidarios, Zamora no mantiene contacto con dirigentes políticos de otras fuerzas. “Iría solo, sin alianzas, después de todo lo que pasó...”, comentan en su entorno. Su ex esposa, Noemí Oliveto, milita en AyL pero admite que la agrupación está debilitada. “Volver a aparecer es una forma de pensar en volver con una candidatura”, interpreta sobre las intenciones de Zamora.
“La pelea contracultural y comunicacional es una forma de construir poder desde abajo”, predicaba hace tres años Zamora en charlas no muy concurridas. En 2007 se mantuvo al margen de la campaña electoral y siguió en el camino de reforzar su figura de referente antisistema político, y sus apariciones públicas fueron en actividades contra emprendimientos mineros en La Rioja o en campañas por la legalización del aborto. Por esos días en AyL había un sector que quería presentarse a las elecciones, pero finalmente ganó otro que propiciaba seguir analizando en forma crítica “lo que nos pasó”, en alusión a la diáspora de legisladores que sufrieron, alguno de los cuales ingresó a las filas del kirchnerismo. Así como fue vendedor de libros cuando fue electo diputado y renunció al cobro de su dieta, Zamora volvió a su profesión de abogado en causas vinculadas a crímenes de lesa humanidad, entre ellas la que investiga la desaparición de la joven sueca Dagmar Hagelin.
Si finalmente decide presentarse, le será difícil alcanzar la cosecha de dos diputados nacionales y ocho legisladores porteños que logró AyL en su surgimiento, luego de la debacle de 2001, cuando superó el doce por ciento de los votos y era uno de los pocos políticos que podía caminar sin ser atacado por el “que se vayan todos”. De hecho, este dirigente que anteayer cumplió 61 años, salió quinto en la siguiente elección, cuando compitió como candidato a jefe de Gobierno porteño en 2005, y no le alcanzaron los votos para renovar su banca.
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