Domingo, 19 de julio de 2009 | Hoy
EL PAíS › FACEBOOK Y LAS APROPIACIONES DE MENORES DURANTE LA ULTIMA DICTADURA
La red social es también una herramienta para que los jóvenes que fueron apropiados busquen su identidad y encuentren hermanos y hermanas perdidos. Cada vez hay más grupos que comparten información y dan contención.
Por Victoria Ginzberg
Un “grupo” es un espacio al que quienes participan de la red social se suman voluntariamente o por sugerencia para recibir y aportar observaciones sobre un tema, fijar posiciones o estar al tanto de las novedades sobre el asunto en cuestión. “Un amigo de un amigo puede tener dudas sobre su identidad”, “Ayudemos a Clara a encontrar a su hermana Victoria”, “Si naciste en 1977 y tenés dudas de tu identidad”, “Facebook por la Identidad”, “Tus hermanas te buscan”, “Abuelas de Plaza de Mayo” y “Queremos que Chicha Mariano encuentre a su nieta Clara Anahí”, son algunos de los grupos vinculados a la búsqueda de hijos de desaparecidos secuestrados durante la dictadura o nacidos durante el cautiverio de sus madres. Algunos abordan el tema en general y otros se enfocan en un caso o una familia.
“Porque podés ser nuestro/a hermano/a: Si naciste o te anotaron después de noviembre de 1977. Si tenés relación con alguien de las Fuerzas Armadas. Si en tu casa no hay fotos de tu ‘mamá’ embarazada. Si cuando preguntás donde naciste se confunden o se enojan. Si no te ves parecido/a al resto de tu familia. Si tenés ojos azules como papá. Si tenés ojos marrones verdosos como los de mamá. Si tenés pecas. Si te gustan mucho las pastas y morís por una muzzarella. Si sos de contextura chica y medio/a ‘rellenito/a’”. Así se presentan ante su hermano o hermana desaparecido Flavia y Lorena Battistiol en “Tus hermanas te buscan”, que también es un blog. Las fotos de Juana y Egidio –sus padres secuestrados el 31 de agosto de 1977– y de ellas dos encabezan el sitio con la esperanza de que alguien pueda reconocerse en esas facciones. El 30 de junio pasado, las hermanas Battistiol le enunciaron a su tercer hermano/a que había sido tío/a nuevamente. Debajo de una foto de Lorena y su segundo hijo se lee: “el 4 de junio nació Juan, cuatro semanas antes de lo esperado, acá en esta foto ya tiene 25 días y está más gordito que cuando nació. Ojalá nos encuentres pronto, así podrás verlos crecer, y tal vez nosotras podamos ver crecer a tus hijos también. Te seguimos buscando y esperando siempre”.
“Nos inspiró una campaña que hizo Clara Petrakos por mail. Ella mandaba las fotos de sus viejos y la de ella para buscar a su hermana. También lo hicieron Virginia Ogando y Laura Cena. El formato de blog nos sirvió para poner más cosas y lo empezamos a mandar a todo el mundo que conocíamos. Nos llegaban muchos mensajes de apoyo y cada tanto alguien que dice que cree que puede ser hijo de desaparecidos, que lo pasamos a Abuelas. Así llegamos al grupo de Facebook”, cuenta Lorena. El camino hacia su hermano o hermana fue también para las Battistiol una forma de reencontrarse y conectarse con su propia familia y la historia de sus padres: “Tenemos familiares en Tucumán y cuando éramos más chicas no nos quisieron contar cosas porque pensaban que nos iban a hacer mal. Ahora nos quieren ayudar, buscan fotos. Cada vez que vamos para allá nos encontramos una foto nueva”, dice Lorena.
Clara Petrakos, como anunció Lorena, empezó a mandar un mail con su foto y la de sus padres en 2004 con la esperanza de que pudiera llegar a su hermana. Pero su grupo de Facebook lo inició una amiga que se hizo durante su búsqueda. Aleida Gallangos es mexicana e hija de desaparecidos de ese país. Ella misma recuperó su identidad y un hermano que hasta los 16 años no sabía que tenía. “Me abrió una página en Facebook y creó ‘Ayudemos a Clara a buscar a su hermana Victoria’. Yo me resistía porque no sabía bien de qué se trataba. No me gustaba la exposición. Me sorprendió la gente que se enganchó y nos llegaron datos de personas que dudan sobre su identidad” cuenta Petrakos. Aleida fue también la promotora de una campaña que llamaba a todos en Facebook a cambiar, en la semana en que Victoria debió nacer en cautiverio en el Pozo de Banfield, la foto del perfil por la de Clara y sus padres. Petrakos revela que lo primero que hace con la información es chequear si puede ser seria o si alguien está jugando con su dolor. Algunas pistas las sigue ella, aunque en general las deriva a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, que funciona en la Secretaría de Derechos Humanos. A veces se engancha y se ilusiona y aunque se dio contra la pared un par de veces, está segura de que vale la pena.
Hace un par de años, Dafne Casoy se burlaba de su marido porque se había abierto un perfil en Facebook. Ella colaboraba con Abuelas de Plaza de Mayo en el área de difusión y en algún momento advirtió de que la red social era un espacio con potencial: “Me di cuenta que estaba la mayoría de mis compañeros de colegio, que era un lugar donde se juntaba mucha gente de alrededor de treinta años. Así, con mi prima y una amiga armamos el grupo ‘Un amigo de un amigo puede tener dudas sobre su identidad’. La idea es hacer hincapié en la verdad, más allá de las cuestiones ideológicas. Es para gente que tal vez no se anime de entrada a acercarse a un organismo de derechos humanos. Decimos que la identidad es algo esencial, que repercute en la pareja, en el trabajo, los amigos. Ni qué hablar cuando tenés hijos”.
El objetivo principal es despertar la incertidumbre en jóvenes que pudieron haber sido apropiados. Es la continuidad de la estrategia que pusieron en práctica las Abuelas de Plaza de Mayo cuando se dieron cuenta de que sus nietos se estaban convirtiendo en adultos y que había que interpelarlos directamente. Así surgieron los ciclos Teatro por la Identidad y Música por la Identidad. Así fue también como aparecieron las Abuelas en las canchas de fútbol y que en los últimos años, en los actos y festivales, se incorporaron actividades para niños, porque muchos hijos de desaparecidos ya son padres. La apelación a la búsqueda propia de la identidad ya dio frutos. Varios de los casos resueltos por las Abuelas en estos años fueron producto de jóvenes que se acercaron voluntariamente a la institución o a la Conadi. Pero, además, la duda sembrada como consecuencia de los crímenes de la última dictadura trasciende las barreras temporales de 1976 y 1983.
“Hola, mi nombre es Solange, por lo menos es el que me pusieron. El pasado martes 14 de abril mi mamá me confesó que soy adoptada y que fue de forma ilegal. El único dato cierto es que nací el 18 de noviembre de 1978”, dice un mensaje dejado en el muro (la página) de “Un amigo de un amigo”.
“Voy a cumplir treinta años y hace un año me hice la prueba de ADN en la Conadi, que me dio resultado negativo. Aun así, todo este tiempo estuve sintiendo en carne propia ese dolor de buscar sin saber donde está, a una mamá, a un papá. A una familia. Es muy triste la historia de los hijos que fueron arrebatados que viven una vida de mentira ocultándoles nada menos que quién sos. Por eso es emocionante para mí saber que uno más fue devuelto a su vida. Para ella ahora viene lo más crudo, lo más difícil. Conoce su propia vida, su familia, la que ‘siempre tuvo pero nunca tuvo’. Es muy complicado pero puedo entenderlos. Gracias por ser parte de esta lucha”, compartió Valeria en el mismo lugar.
“Nací en enero de 1973 en Catamarca. Sin rencores, sólo busco la verdad”, escribió Fernando Eden Carrizo, que también tiene un blog. “Supuestamente vivo pero no en plenitud. Se vulneró mi derecho a la identidad, desconozco mis raíces, mi identidad biológica, mi verdad”, cuenta allí.
“Tratamos de ser un nexo –señala Casoy– de dar información y generar un espacio. Hay gente que nos contacta en forma privada y al menos una fue a Abuelas. A veces nos hacen preguntas por un amigo o por la pareja. Muchos no saben que existe la Conadi. Hay quienes se hacen el análisis y les hace bien la existencia del grupo durante la espera. Por más que el contacto no sea cara a cara, te acompaña. Hay calidez aunque sea virtual. El grupo es una herramienta, como Internet en general. Podés pasarte cinco horas perdiendo el tiempo o encontrar cosas increíbles. Hay que aprovecharlo.”
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