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Ante el revés electoral del 28 de junio, el Gobierno decidió remozar el gabinete y promover el diálogo. El enroque de ministros parece no haber terminado: el relevo de Juan Carlos Tedesco en Educación es comentado en círculos kirchneristas como una decisión tomada. Más allá de la valoración del pedagogo, el cambio apostaría a darle a esa cartera un mayor protagonismo en la exposición pública. El nombre que más suena es Alberto Sileoni, actual viceministro, quien llegó a la cartera nacional de la mano del ahora senador Daniel Filmus. Esa elección marcaría una continuidad de equipos y políticas. En el Palacio Sarmiento, desestiman esa posibilidad y la adjudican a sectores interesados en “instalar inestabilidades”.

“Juan Carlos se reunió el lunes con el jefe de Gabinete (Aníbal Fernández) y el viernes con la Presidenta”, repiten los colaboradores del ministro para desactivar la bomba de rumores. Tedesco, quien secundó a Filmus durante los dos últimos años de gestión, se hizo cargo del ministerio en diciembre del 2007. Su nombre había sido propuesto junto al de Sileoni por Filmus y fue la Presidenta quien inclinó la balanza por Tedesco, priorizando sus pergaminos como ex director de Educación de la Unesco y sus relaciones en el mundo académico. La conversación del viernes entre el senador y CFK alimentó las versiones de recambio. A Página/12 le aseguraron que a Tedesco se le reserva un lugar de privilegio como asesor en temas de calidad educativa.

Sileoni, a diferencia de Tedesco, que se reivindica como independiente, es un militante peronista que ha cumplido cargos ejecutivos en distintas gestiones de la Nación y la ciudad y la provincia de Buenos Aires. De hecho, dejó el viceministerio nacional para asumir en la cartera porteña tras la destitución de Aníbal Ibarra. Fue el único acuerdo entre el entonces jefe de Gabinete Alberto Fernández y Jorge Telerman. Apenas se decidió la candidatura de Filmus para la Jefatura de Gobierno, este licenciado en Historia renunció y se sumó a los equipos de campaña. Con el ascenso de Tedesco retornó al Palacio Sarmiento como viceministro.

Con un presupuesto que orilla el 6 por ciento del Producto Bruto Interno, una masa de recursos inédita en la historia educativa argentina, está abierta una agenda de temas prioritarios cuya resolución no alcanza a concretarse. El año pasado se presentó el borrador para la reforma de la educación media. Trabajaron equipos técnicos en las distintas provincias, pero ningún cambio se tradujo en hechos: ni la reformulación de materias ni la reorganización del trabajo docente para terminar con profesores que acumulan horas en distintas escuelas. La deserción y la repitencia en el secundario es uno de los problemas nodales que pasan inadvertidos a pesar de excluir a cientos de miles. La comparación entre el total de alumnos en la primaria (4.645.843) y en el secundario (3.464.529) muestra que hay casi 1,2 millón de adolescentes que se quedan en el camino. La implementación del plan Fines, destinado a que los chicos que deben materias terminen el secundario, no tuvo mayor impacto.

La sanción de una nueva ley de Educación Superior también está pendiente. El conflicto con las entidades agropecuarias que crispó las relaciones políticas le quitó empuje a un debate que en el Congreso había avanzado. Este año, la tardía negociación salarial con los gremios sumada al beligerante clima preelectoral sembró de conflictos el inicio del ciclo lectivo. Pasados los comicios, en la cartera educativa están expectantes por los rumores de recambio, aunque nadie los confirma.