Jueves, 8 de julio de 2010 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Ignacio Vélez Carreras *
Cuando la organización Montoneros irrumpía en la realidad política argentina hace ya cuarenta años, un 8 de julio frío del invierno cordobés moría con escasos 25 años, a consecuencia de un enfrentamiento tras la toma de la ciudad de La Calera, el compañero Emilio Angel Maza.
Fue el primer combatiente montonero caído en combate, convencido de que el compromiso de ese momento histórico era la lucha por la vuelta de Perón y la liberación nacional y social de nuestra patria.
Emilio Angel Maza, el Gordo, el Milo, fue un cristiano comprometido que no dudó en enfrentarse con la jerarquía eclesiástica para ser fiel al mensaje del Evangelio y su pasión revolucionaria la expresó a través de su militancia peronista.
Inteligente, excepcionalmente formado para la época, sintetizó en su entrega militante las señales esperanzadoras más potentes de aquellos tiempos: el legado de Evita y la resistencia peronista, pero también la violencia criminal de la “libertadora” y la proscripción y represión generalizada que cayó sobre Perón y el peronismo desde 1955; la entrega revolucionaria de Camilo Torres y el ejemplo del Che en el marco del avance incontenible de las guerras de liberación de los pueblos del Tercer Mundo.
Dirigente estudiantil del Integralismo cordobés, activista en la lucha contra la dictadura de Onganía, protagonista de la huelga de hambre estudiantil en la Parroquia Universitaria de Cristo Obrero, compartió con monseñor Angelelli y los curas tercermundistas Carlos Fugante, Beto Rojas y Pepe Echevarría el intenso debate que atravesaba al cristianismo post conciliar en la búsqueda de un mayor compromiso con los explotados y despojados de la tierra. Admirador de Theilard de Chardin y partícipe entusiasta del diálogo católico-marxista participó en los debates y congresos que gestaron la opción militante nacional y popular expresada por el peronismo revolucionario. Transitó en su corta vida el camino del testimonio de Cristo a la pasión revolucionaria del Che expresada en su militancia en el peronismo.
La dictadura impuesta en 1966 aceleró los tiempos. Como muchos jóvenes de aquella época Milo optó por la lucha armada, como la única alternativa política frente al poder dictatorial. En 1967, entra en contacto, junto a otros militantes cordobeses, con el Grupo Cristianismo y Revolución y en especial con Fernando Abal Medina. Es el nacimiento de Montoneros, la organización político-militar que convoca a combatir a la dictadura hasta garantizar la vuelta de Perón y el pueblo al poder. Como miembro de su primera conducción, participa en las dos primeras acciones con que el grupo combatiente se da a conocer: Aramburu y La Calera.
Más allá de las evaluaciones sobre Montoneros y su accionar, rindo homenaje –también en nombre de compañeros y amigos– a nuestro inolvidable Emilio que entregó su vida por sus convicciones y la lucha de liberación de nuestro pueblo.
* Militante, integrante del grupo fundador de Montoneros.
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