Desde Mar del Plata

Una tensión entre la ola ajustadora que viene desde Europa como respuesta a la crisis financiera y la idea mayoritaria en Latinoamérica de apuntalar el desarrollo de las economías campeará durante la sesión de la Cumbre Iberoamericana de hoy. Lo dio a entender la presidenta Cristina Kirchner durante el discurso de apertura de anoche, en el que recordó que cinco años atrás, también en Mar del Plata, “una cumbre (de las Américas) presidida por Néstor Kirchner tuvo lugar, lo que muchos consideran un histórico debate, si la región se incorporaba al ALCA, y esa propuesta no fue aceptada”. La Presidenta convocó a “hablar sin miedo a las diferencias”, pero subrayó su convicción de que “la educación con inclusión social” –tal el lema de la Cumbre– sólo se puede dar en “un modelo económico de desarrollo”.

Justamente, el jefe de gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, no pudo venir para no perder la marcha del duro plan de ajuste con el que busca alejar a su país del abismo que varios le anunciaban. Tal vez el socialista español –verdadera alma mater de estas cumbres que impulsó personalmente desde que asumió la presidencia– prefirió quedarse en casa para no escuchar lo que imaginaba le dirían sus colegas de por aquí, que tienen una amarga historia que contarle sobre ajustes y otras yerbas.

La Presidenta marcó aquel encuentro de jefes de Estado de las Américas de 2005 como lo que le terminó de dar impulso a la unidad de la región. Curiosamente, quienes enarbolan la teoría del “aislamiento” argentino del mundo también sitúan aquella cumbre de la que George Bush salió mal parado como el punto de partida. “Nosotros sosteníamos que la región debía tener su propio modelo de desarrollo y crecimiento, con más justicia, con más equilibrio y que esa riqueza pudiera ser distribuida”, subrayó Cristina Kirchner. Hoy, en cambio, dijo que el contexto global viene planteado por “el desplome de los países desarrollados, el surgimiento de emergentes, pero fundamentalmente la crisis de un modelo que exige repensar una nueva arquitectura global”.

La ceremonia inaugural fue en el Teatro Auditorium, tradicional foro marplatense sede, por ejemplo, de su festival de cine. Antes del discurso, la Presidenta fue recibiendo de a uno a los visitantes empezando por los reyes Juan Carlos y Sofía. Los presidentes que venían del Hermitage debían cruzar la avenida Peralta Ramos en la fría noche marplatense y entrar al teatro a través un cubo de lona blanca de seguridad. Después les esperaba una larga escalera hasta estrechar la mano de Cristina Kirchner. Algunos llegaban cansados.

“Todos aspiramos a construir una sociedad y un mundo mejor, más allá del lugar del hemisferio en el que nos tocó nacer”, sostuvo la Presidenta. Por eso, explicó que aspiraba a “que en esta Cumbre podamos hablar con confianza, con apertura y abordar cada una de las problemáticas que tendremos que enfrentar en este siglo XXI, sin miedo a las diferencias”, agregó. “Cada uno tiene una verdad relativa que debe aportar para construir una verdad absoluta, que ayude a construir una sociedad y un mundo mejor”, aseguró.

Cristina Kirchner destacó algunas medidas de su gestión teniendo en cuenta el lema convocante de la Cumbre: la educación y la inclusión. “La inclusión no se da sino en un modelo de desarrollo que genere trabajo, para que las familias puedan enviar a sus hijos al colegio” y mencionó el ejemplo argentino: Dedicaba a la educación sólo el 2 por ciento de su PBI y el 5 por ciento al pago de la deuda externa; a partir de 2003 se puso como meta llegar a destinar un 6 por ciento del PBI. “Hoy hemos alcanzado esa meta y la hemos superado”, aseguró, pues “Argentina finaliza el año del Bicentenario dedicando el 6,47 por ciento de su PBI a la educación en todos sus niveles”.

A la Presidenta la escuchaban, entre varios otros, Lula, José Mujica, Fernando Lugo y Juan Manuel Santos, a quienes les pidió “no tenerles miedo a las diferencias y al debate”. “Aspiro a que en esta Cumbre podamos hablar con confianza y con apertura para poder abordar cada una de estas problemáticas”, opinó.

Después de los discursos y antes de la cena de honor, los jefes de Estado escucharon la presentación de la Orquesta Juvenil Iberoamericana conformada por músicos de todos los países miembros y dirigida por el mexicano Enrique Barrios. Arrancaron con un fragmento del “Concierto para bandoneón”, de Astor Piazzolla, y siguieron con obras de Manuel de Falla, Moncayo y Panizza.

Antes de Cristina Kirchner habló el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, quien recordó en su discurso a Néstor Kirchner. “Nos honró conocerlo y tratarlo”, dijo, y le expresó a la Presidenta “nuestro más sincero afecto”. Hoy la Cumbre arrancará con un homenaje formal al ex presidente. El otro orador fue el presidente de Portugal, Aníbal Cavaco Silva, quien consideró que el lema de esta Cumbre “es la mejor manera que podríamos haber encontrado para conmemorar la historia” de la organización.

En la cena, en mesas redondas con manteles blancos, participó todo el gabinete más las delegaciones e invitados especiales. La Presidenta anticipó que no quería hablar mucho porque venía de hacerlo en la apertura y allí estaban en una instancia “más distendida”. Sólo recordó el mal momento que estaban pasando Venezuela y Colombia por las inundaciones, desastre que justificó la ausencia de Hugo Chávez. Luego habló el rey Juan Carlos, quien comenzó recordando a Kirchner y haciendo emocionar a la Presidenta. Después hubo brindis por Iberoamérica.