Domingo, 5 de diciembre de 2010 | Hoy
EL PAíS › A PARTIR DE AHORA SE SUSPENDERA DE LA CUMBRE IBEROAMERICANA A LOS PAISES DONDE SE PRODUZCA UN GOLPE DE ESTADO
Por Fernando Cibeira
Desde Mar del Plata
Las Cumbres Iberoamericanas nunca tuvieron un perfil político definido, lo suyo ha sido siempre más bien social y cultural. Por eso, no deja de ser un dato llamativo que en esta ocasión haya resuelto incorporar una “cláusula democrática” por la cual se suspenderá como miembro al país donde se produzca un golpe de Estado, algo parecido a lo adoptado días atrás por la Unasur. En una Cumbre de Mar del Plata marcada por los homenajes, los 21 países miembro se comprometieron también a poner en marcha un megaproyecto de educación regional para llevar a otro nivel la calidad educativa en los próximos once años.
A partir del episodio de Honduras, Argentina se ubicó entre los países más activos en la incorporación de resguardos democráticos en los organismos internacionales en los que forma parte. Luego, para más, sucedió la asonada fallida en Ecuador. En esta ocasión se dio una situación particular: la presidenta Cristina Kirchner decidió como anfitriona directamente no invitar al presidente hondureño Porfirio Lobo, a quien la mayoría de los países sudamericanos todavía no reconoció. El secretario iberoamericano, Enrique Iglesias, admitió que era la primera vez en la historia que no se invitaba a un país a una de estas cumbres, por lo general descafeinadas.
La Presidenta utilizó su breve apertura de la sesión de ayer en el Hotel Provincial para unir las dos resoluciones de la Cumbre. “La incorporación de la cláusula democrática va al núcleo duro de la posibilidad de educación que tiene un pueblo. Porque la democracia, el ejercicio constitucional de las instituciones, es el único ámbito que genera la libertad para cualquier proceso educativo”, consideró. Luego recordó el intento golpista contra Correa de septiembre pasado. “Esto reafirma más que nunca la necesidad de que la cláusula democrática esté incorporada sine qua non en cualquier acuerdo o instrumento que formalicemos.”
Las cláusulas democráticas ya existen en la OEA, en el Mercosur y en la Unasur. La adoptada ayer se ubica entre las más livianitas, el máximo consenso al que se pudo arribar. Por ejemplo, la del Mercosur contempla la posibilidad de expulsión del país del bloque. La de Unasur incluye sanciones contundentes como el cierre de fronteras y castigos comerciales. Aquí se resolvió “suspender al Estado en que se hubiese materializado la ruptura del orden constituido o del Estado de Derecho, del derecho a participar en los distintos órganos e instancias, así como del goce de los derechos y de los beneficios que se derivan de ser miembro de la Conferencia Iberoamericana, hasta que el orden constitucional sea restablecido”.
Sin embargo, fue suficiente para que el secretario Iglesias evaluara en la conferencia de prensa de cierre que era la primera vez en veinte años de existencia que la Cumbre Iberoamericana aparece con perfil propio en materia política, un dato que destacaban en la comitiva argentina, que ayer traspasó la presidencia pro témpore a Paraguay.
Queda ahora por resolver cómo se soluciona la cuestión hondureña, que aún cuenta con un núcleo duro de países –con Argentina, Brasil y los integrantes del ALBA a la cabeza– que se niegan a legitimar a Lobo, surgido de unas elecciones convocadas por quienes le hicieron un golpe de Estado a Manuel Zelaya. El canciller Héctor Timerman consideró que para que esa situación comience a revertirse debería permitirse el retorno al país de quienes permanecen en el exilio –empezando por Zelaya– y castigar a quienes realizaron el golpe. En la sesión, los presidentes de Panamá y de El Salvador pidieron que no se castigara a Honduras.
La Cumbre arrancó un tanto devaluada por las ausencias. La principal, la del español José Luis Rodríguez Zapatero, un entusiasta de estos encuentros desde que llegó a la presidencia en 2004. Pero la crisis pudo más y prefirió quedarse en Madrid. Lo suplantaron el rey Juan Carlos y la canciller Trinidad Jiménez, debutante en estas lides. Los otros ausentes fueron los bolivarianos: el cubano Raúl Castro, el nicaragüense Daniel Ortega, el boliviano Evo Morales –se recupera de una intervención quirúrgica– y, el más sorpresivo, el venezolano Hugo Chávez, quien se quedó en su país por las inundaciones.
Los jefes de Estado alcanzaron a hablar todos antes del almuerzo. Para eso, Cristina Kirchner les pidió que no llevaran sus intervenciones más allá de los tres minutos, aunque pocos le hicieron caso. El más puntual fue el colombiano Juan Manuel Santos y se ganó una felicitación.
Justamente, las inundaciones en Venezuela y Colombia, más las calamidades de Haití, dieron pie para que muchos jefes de Estado se metieran en la cuestión del cambio climático –tema top en foros internacionales–, como hizo el mexicano Felipe Calderón, esquivando elegantemente cualquier punto álgido. Correa se dedicó en extenso a detallar cómo había sido el intento de golpe de Estado que sufrió. “Es muy bueno porque estamos pasando de la retórica a medidas eficaces”, argumentó sobre la cláusula democrática. Explicó que al golpismo se debía responder con “el ostracismo de la comunidad internacional”.
El presidente ecuatoriano intentó colar en las discusiones previas una condena a la diplomacia norteamericana por el “Wikigate” pero se encontró con la negativa de Argentina, Brasil y México, así que ni siquiera hizo mención al caso. La española Jiménez le restó trascendencia: “Le damos una importancia relativa porque son una comunicación de parte con apreciaciones subjetivas”. Los que ventilaron el escándalo fueron los representantes de Cuba, Bolivia y Venezuela.
La otra cuestión que sobrevoló las reuniones fue la crisis financiera que tienen los dos miembros europeos de la Cumbre. Cristina Kirchner hizo una referencia en un alto de la sesión, al recibir una distinción de la Organización para la Agricultura y la Alimentación por “su lucha contra el hambre”. “Los mercados no dan de comer a quienes no tienen un plato de comida. Es el Estado que aparece en esos momentos”, consideró.
La Cumbre llevó por lema “Educación para la inclusión social”, y terminó aprobando un plan que, por ambicioso, no se ve fácil de concretar. Se propusieron metas que los ministros de Educación, año tras año, deberán demostrar que se cumplieron. Así, en el 2021, todos los países de Iberoamérica deberían contar con una educación de razonable calidad. Para eso se creará un fondo en el que los más poderosos pondrán el hombro a los más débiles. Se suponía que España y Portugal cargarían con la mayor parte pero ahora resulta que están con la soga al cuello. Por ahora, gracias al aporte obtenido de firmas españolas como Telefónica y BBVA se anunció que ya existían 3 mil millones de dólares para arrancar con el megaplán.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.