EL PAíS › OPINION

El Foro de la alegría

Por Jorge Altamira *

Una vez computados los 40 o 60 mil asistentes, los 10 o 15 mil delegados, los ochocientos talleres y hasta la fiesta que se brindaron a sí mismos los dirigentes del PT de Brasil en el Mercado Central, lo que queda del Foro de Porto Alegre es un no evento. Es que semejante despliegue de recursos, que incluso habría dejado un beneficio de 18 millones de dólares al municipio “participativo” de la ciudad, no sirvió para trazar ningún rumbo o perspectiva frente a los problemas cruciales, quizás de vida o muerte, de la presente situación mundial. La permanencia indefinida de la OTAN en Afganistán y en Asia Central, el programa de guerra en todas las direcciones anunciado por Bush, la inminencia de un ataque a Irak, combinada con una reocupación de los territorios por parte del gobierno sionista, la intervención directa de los Estados Unidos en Colombia, nada de todo esto cambió en lo más mínimo el ángulo excluyente del Foro: la crítica semiliberal y semidemocrática, y por sobre todo retórica, a la globalización neoliberal. Incluso la crisis revolucionaria argentina figuró más bien en el rubro del pasivo que del activo, o sea con otro plañidero ejemplo de los estragos del neoliberalismo y no como un nuevo capítulo que tiene por protagonistas a las masas y a la “posibilidad de otro mundo” de la mano de un gobierno de los explotados. Los panelistas oficiales del Foro ni siquiera notaron que en la Argentina había fracasado una tentativa de su mismo palo, encabezada por el Frepaso y Chacho Alvarez, los verdaderos dueños del copyright que decía que “otro país es posible”.
La guerra y la crisis revolucionarias ponen al desnudo las limitaciones insalvables de las críticas a la globalización en el terreno del capitalismo. La inconsistencia de las propuestas de regular el capital con medidas de su propio arsenal político, quedan expuestas como verdaderas sandeces cuando el propio capital se lanza, por medio de sus estados, a “regular” la economía y la política mundiales a fuerza de misiles y masacres. Cuando el propio proceso capitalista hace estallar en crisis sistemáticas la especulación financiera, y se convierte al flujo de capitales en reflujo, a la especulación en bancarrotas y al auge en depresión, el único sentido de la regulación del sistema es seguir los pasos de Duhalde y rescatar a los capitalistas quebrados mediante una gigantesca transferencia financiera que agitanta los niveles de la miseria.
Otro mundo es simplemente imposible: hay que transformar, hasta la raíz, el que tenemos.
* Diputado porteño - Partido Obrero.

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