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”Mi detención es injusta... soy un preso político”, dijo el comisario general Rubén Santos mirando a la jueza federal María Servini de Cubría. Fue durante el careo con el comisario mayor Norberto Gaudiero, quien estuvo al frente del operativo represivo del 20 de diciembre que desencadenó la masacre de Plaza de Mayo. El ex jefe de la Federal y su subordinado habían cruzado acusaciones en cuanto a la responsabilidad que tuvieron en la dirección del procedimiento. El careo de ayer resultó “negativo”, porque ambos se mantuvieron en sus posiciones: Santos insistió en que la organización estuvo a cargo de Gaudiero y éste reiteró que ese día Santos daba las órdenes. Ante la insistencia de Santos en ser escuchado, Servini accedió a ampliar su indagatoria. Habló de la “interna” policial, cuyos integrantes habrían protagonizado los “excesos” de la matanza con la intención de perjudicarlo.
A las 15 ingresó a Comodoro Py la caravana de motos y patrulleros que custodiaban el celular que transportó a Santos desde el Cuerpo de Operaciones Federales, ubicado en Figueroa Alcorta y Tagle. La magistrada decidió confrontar las versiones de los dos imputados porque en ambas aparecían contradicciones y “puntos oscuros”. Una vez iniciada la audiencia, fueron abordando uno a uno esos aspectos. A mediados de enero Gaudiero había presentado un escrito en el relato los hechos y su indagatoria del mismo mes giró en el mismo sentido. Aunque supuestamente él tenía a su cargo la dirección del operativo desplegado por la Policía Federal, para cumplir las órdenes emanadas por el tambaleante gobierno aliancista de “despejar la Plaza de Mayo” y “preservar la Casa Rosada”, asegura que desde temprano Santos se hizo presente en la Sala de Situación del Departamento Central. Relató que desde allí empezó a impartir las directivas. “Era Santos a quien el operador de radio se dirigía transmitiendo las novedades”, graficó. Y agregó que las detenciones también fueron ordenadas por el ex jefe de la Federal, tras recibir un llamado a su teléfono celular.
Por su parte, en su indagatoria del viernes pasado Santos deslindó toda la responsabilidad en Gaudiero, en tanto jefe de Operaciones de la Federal. Cuando le preguntaron sobre la utilización de balas de plomo, en lugar de goma, para cargar las escopetas Itaka con las que sus subordinados dispararon a los manifestantes, dijo que eso era un tema del jefe del operativo, es decir, de Gaudiero. Lo mismo repitió al ser interrogado sobre los policías de civil que participaron del procedimiento y al responder sobre la utilización de autos sin patente y motos de dificultosa identificación. Sólo admitió que ordenó hacer detenciones pero a aquellas personas que no acataran la orden de irse de la plaza.
Más allá del intento de mejorar su situación –ambos están imputados aunque Santos perdió su libertad– en las versiones volcadas en el expediente hay dos coincidencias. Tanto Santos como Gaudiero, con distintas palabras, acusaron a sus subordinados por los “excesos” cometidos. Además, ambos señalaron que “hubo problemas de comunicación”. En el caso de Santos, en cuanto a la certeza con que los comisarios que estaban bajo su mando le informaron sobre las seis muertes provocadas por las balas de plomo de los agentes. Y en cuanto a Gaudiero, admitió que hubo momentos en que perdían contacto con los responsables de cada zona. De todos modos, Servini podría decidir procesar a los dos ex jefes policiales.