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La denuncia de fraude, caballito de batalla de Carlos Menem, se va evaporando. Ayer, el apoderado del Frente por la Lealtad, Luis Giacosa, afirmó que hizo la denuncia por la utilización de DNI truchos, pero los dos jueces electorales de la Capital y la provincia de Buenos Aires, María Servini de Cubría y Manuel Blanco, lo desmintieron. “No recibimos nada de nada”, aseguraron ambos magistrados. En verdad, los propios apoderados menemistas habían desmentido de hecho la estrategia el día anterior al firmar, sin poner objeción alguna, las actas del escrutinio definitivo. El fraude quedó así develado únicamente como una táctica de campaña electoral.
El apoderado nacional de Menem, Giacosa, dijo ayer por la mañana, en diálogo con Radio Mitre, que la denuncia de fraude se hizo porque “el Conurbano bonaerense estuvo signado por una conducta electoral muy sospechosa y ello es muy peligroso para la transparencia en los comicios”. Poco más tarde, los voceros de los dos juzgados electorales desmintieron los dichos del apoderado. “No hubo ninguna presentación”, sostuvo el secretario electoral, Ramiro González. Además, en los dos juzgados coincidieron en que los plazos para la impugnación de la primera vuelta estaban ampliamente vencidos, por lo que no hay ningún elemento que pueda ser tomado como base para una medida cautelar de suspensión de la segunda vuelta electoral.
La inexistencia de la denuncia evidencia que tal vez la táctica de Menem fue utilizar la idea de fraude para justificar en público la escasa diferencia que obtuvo el 27 de abril después de haber anunciado a los cuatro vientos que ganaría en primera vuelta. También da la impresión de que Menem quiso –y aún quiere– usar la denuncia de fraude para instalar el concepto de que su escasa votación tiene que ver con una maquinaria manejada por Duhalde y no por el rechazo que, según todas las encuestas, despierta en los ciudadanos.