EL PAíS › KIRCHNER HABLÓ DE CORRUPCIÓN, CORPORACIONES Y TARIFAS PÚBLICAS
“No hay pactos a espaldas de la gente”
“A las corporaciones también hay que conducirlas”, resumió, cambiando hostilidad por límites. Dijo que los aumentos serán menores de lo esperado, que la corrupción enfrentará una castigo “en horas”, y que su supuesta debilidad fue un plan deliberado para condicionar su gestión.
Por Fernando Cibeira
Ningún pintor en sus cabales se animaría a copiar el cuadro que Néstor Kirchner puede ver ahora por la ventana. Son las cinco de la tarde de un día que no parece mediados de mayo en la Patagonia y recién terminó un retrasado almuerzo en la Hostería Los Notros. Enfrente está la postal en vivo que componen el lago Argentino, el glaciar Perito Moreno, los cerros que lo rodean, el cielo celeste. “Acá venimos a cargar las pilas”, explicaba hacía un rato junto a su esposa, la senadora Cristina Fernández de Kirchner. Esta vez, en cambio, no hicieron más que posar para las cámaras y no hubo descanso. A mitad de la entrevista con Página/12, la senadora se acerca a recordarle a su marido que ya casi no queda luz para volver en el helicóptero, que conviene apurar el trámite. Pero una vez que agarra envión, al presidente electo es difícil pararlo. Le gusta hablar de los planes que tiene para cuando se haga cargo del gobierno, el domingo que viene, y tratar de convencer a su interlocutor de que no va a cambiar su filosofía porque ahora tenga la banda y el bastón. “No me interesa ser presidente de cualquier manera”, insiste.
–¿Lo sorprendió la repercusión del discurso en el Hotel Panamericano y los resquemores que provocó su referencia a los grupos económicos.
–No, dije lo que pensaba y lo que pienso. En la Argentina, a partir del año 1976, los grupos económicos, financieros, y las corporaciones que tienen que ver con ellos, han intentado tener más gerentes que presidentes. Y espero que en esta etapa entiendan que se debe construir un país en el que los intereses del conjunto estén por encima de cualquier interés individual.
–¿Esos grupos tuvieron éxito al no hacerse el ballottage?
–Claro, porque los grupos económicos no van a elecciones. Ellos han tenido éxito. Han logrado que gobiernos avalados por la voluntad de la gente terminen siendo absolutamente funcionales a sus intereses. Esto no los hace ni más buenos ni más malos, la responsabilidad de última es de quienes tienen que gobernar en la Argentina, que tienen que construir un proyecto de nación diferente.
–¿Cómo se contrarrestan desde la gestión esas presiones del mercado?
–Es evidente que íbamos a sacar arriba del 70 por ciento de los votos. Faltó colocar el voto dentro de la urna, pero todas las encuestas marcaban esta diferencia. También es evidente que todos estos grupos, que apoyaron decididamente al ex presidente y que en la primera vuelta se repartieron con el candidato López Murphy, presionaron fuertemente para que no hubiera un ballottage. Ellos necesitan que uno esté lo menos plebiscitado posible para tratar de decir “bueno, como no hay un gran nivel de votación, acá hay que buscar consensos”. Todos queremos consensos, pero para estos grupos los consensos son lo que reciben en esta etapa, cómo lo obtienen y cómo consiguen mayores niveles de rentabilidad. Hay algunos formadores de opinión que son absolutamente funcionales a estos intereses. Están acostumbrados a que los dirigentes políticos dejemos nuestras convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno y en nombre del pragmatismo profundicemos políticas absolutamente lamentables, cosa que no estoy dispuesto a hacer.
–¿Y a los grupos se los confronta o se los persuade?
–A estos grupos hay que conducirlos también, tienen que estar al servicio de la construcción de un proyecto de país. Hay que marcar bien las reglas de juego y que entiendan que la verdad no pasa por quebrarles la voluntad a los funcionarios de turno que tiene el país.
–¿No teme que el establishment se niegue a aceptar las reglas del juego que le marque?
–Hablaré con la gente. Obviamente, puede haber una fuerte pulseada por castrar cualquier iniciativa de conducción distinta de la Argentina, pero siempre dije que no me interesaba ser presidente de cualquier manera. Hellegado con ideas, conceptos, con una filosofía y una visión de país que estoy dispuesto a implementar. Los consensos no pueden ser renunciamientos de un lado y recepciones no debidas por el otro.
–¿Lo molestó que un funcionario del gobierno de los Estados Unidos saliera a pedir reformas apenas se supo que era el Presidente?
–Es impropio que salga a decir eso. Los argentinos obviamente tenemos que hacer reformas que sirvan para la construcción del país y no su destrucción. Hay que ver qué quieren decir con eso de reformas.
–¿Cómo planteará la relación con los otros países de América Latina?
–Latinoamérica necesita tener espacios políticos, aun sin tener acuerdos totales en lo económico, porque los espacios económicos pueden llevar más tiempo. En esto, los presidentes de Brasil y de Chile, Lula y Ricardo Lagos, están de acuerdo. Lo voy a impulsar con todo, sin peleas mezquinas de liderazgo. Lo importante es que podamos recrear algo del Parlamento del Mercosur, es algo que necesitamos hacer.
–¿Está conforme con la cantidad de ministerios que hay actualmente o piensa agregar alguno más?
–Lo voy a ver bien, hay algunos ministerios creados por decreto de necesidad y urgencia. Puede haber algún cambio de áreas dentro de los ministerios, coherentizar lo que corresponde a cada área de cada ministerio. Lo que no va a haber es cambios bruscos. Se ha creado la idea de que ahora va a salir un gran paquete de medidas y un gobierno no es un paquete de medidas. Ni un gobierno es cinco o seis medidas rutilantes y a los seis meses un gran fracaso. Vamos a gobernar en forma gradual y permanente, a hacer muchísimas cosas, pero sin las estridencias de un vendedor de ilusiones para generar un nuevo fracaso.
–¿No coincide con esa creencia de que lo que un gobierno no hace con el envión de los primeros meses después no lo puede hacer más?
–¿Pero qué medidas se han hecho? El lenguaje de la década del ‘90 y la cultura menemista entraron fuertemente en la sociedad. Entonces, cuando se habla de un paquete de medidas, es ver en dónde se embroma a la gente. Cuando se tiene ese concepto que hay que hacer en el primer tiempo lo que no se puede en los cuatro años posteriores es que debe hacerse algo doloroso para todos y que es muy difícil hacer un gobierno sin medidas dolorosas. Tenemos que salir de ese sentido traumático de la política. Por el contrario, no hay que tomar medidas traumáticas ni que nuevamente se vuelva a hacer caer los esfuerzos de los más perjudicados de la situación que vive la Argentina.
–¿Pero podrá estar mucho más sin aumentar las tarifas, por ejemplo?
–Va a haber que hacer en su momento una adecuación de tarifas, pero va a ser mucho menor de lo que muchos piensan. Pero las empresas privatizadas tienen que ver también los niveles de rentabilidad que han tenido. Para que la Argentina salga todos tienen que poner un poquito. Así que si ganaste mucho en una etapa, vas a tener que ser solidario en esta etapa. Hay que buscar una situación equilibrada, tenemos que negociar. En ese sentido, muchas actitudes de Roberto Lavagna han sido muy buenas, totalmente distintas a las que nos tenían acostumbrados otros ministros de Economía.
–¿Una de sus primeras medidas será lanzar un plan de obras públicas?
–La primera etapa será terminar toda la obra pública pendiente en el país, hay muchas viviendas y obras de infraestructura abandonadas. Y mientras estamos terminando esa obra empezar a preparar un plan de lanzamiento conjunto con todas las provincias de infraestructura básica que tienda a generar empleo y mejorar la calidad de vida de la gente.
–¿Pero tiene resuelto de dónde saldrá la financiación?
–Ya la vamos a ir llevando de la mano del crecimiento de la recaudación que tengamos. No queremos hacer obra pública en base a endeudamiento, queremos hacer obra pública con ingreso genuino. Hay muchísima obrapública chica que dinamiza toda la economía, no necesariamente hay que salir con obras multimillonarias.
–¿Lo sorprendió que Elisa Carrió y Ricardo López Murphy adelantaran que ninguno de sus dirigentes formarían parte del nuevo gobierno?
–Los argentinos estamos acostumbrados siempre a “tanto peor, tanto mejor”. Que nos vaya mal para ver si soy opción en el mañana. Me hubiera gustado una mayor voluntad de colaborar. Cuando subió De la Rúa, lo fui a ver y me puse a su disposición. ¿Cómo me voy a poner en fiscal de De la Rúa si recién estaba empezando su gobierno? Hay que tener una mayor visión de estadista, comprender que la construcción de la nueva Argentina necesita de otras actitudes.
–¿Imaginaba otra cosa?
–A mí ahora me toca ser presidente. Si en un área no tenemos al funcionario adecuado y lo tiene otro partido, ¿por qué tienen que salir a decir “nosotros no ponemos ningún funcionario”? Es poco generoso. No hay ningún espacio político que contenga todos los cuadros que necesita un gobierno. Eso no significa renunciar a una idea. Al contrario, cuando uno tiene a un funcionario no lo condiciona. Ese funcionario que viene de otro partido político tiene la oportunidad de demostrar en la acción lo que dice ese partido. Hoy por hoy esa cultura en la política argentina no se da, pero algún día se va a tener que dar.
–Ayer en Río Gallegos, cuando habló de la actitud de los grupos económicos, agregó que también había que atender la conducta que tendrá la dirigencia política, ¿piensa que puede haber dirigentes políticos interesados en que no termine su mandato?
–Yo no me puedo poner en la cabeza de nadie pero aclaro que no soy De la Rúa. La gente me ha dado una responsabilidad, la sociedad necesita un presidente que gobierne el período que corresponde, así que no me van a ver renunciando ni dando un solo paso atrás en el sentido de no consolidar la institucionalidad.
–¿Hay que esperar un gabinete con varios santacruceños?
–Eso lo conversamos el martes o el miércoles. Le puedo asegurar que todavía no le ofrecí nada a nadie. Este no va a ser un gobierno más, venimos de un quiebre muy fuerte de la institucionalidad, hemos vivido un límite del sistema democrático. Ustedes me preguntan del gabinete pero acá hay muchos temas por resolver. La superintendencia de seguros, la
bancaria, las obras sociales, han causado dolores muy grandes los desmanejos de estas áreas. Es muy difícil tener todos Einstein, pero un gabinete debe mostrar la mayor transparencia posible. Más allá de las diferencias políticas que puedo tener, un funcionario tiene que ser honesto. No digo que no pueda haber corrupción, pero ahí se empieza a notar un gobierno. Están las normas, pero también está la lapicera del Presidente para echarlo enseguida, eso no puede durar más que horas. Después, que la Justicia se encargue. En cuanto uno de esos casos se dé va a poner a prueba a este gobierno, a ver si de veras quiere orientarse hacia a un rumbo distinto y ahí está mi responsabilidad.
–En estos últimos días se habló de una negociación del Gobierno con la Corte Suprema para que se apure en invalidar los fallos que declararon nulas las leyes de punto final y obediencia debida. ¿Cuál es su posición?
–No hay ni habrá ningún pacto a espaldas de la sociedad y de la gente, con ninguna corporación ni institución ni Corte. No vamos a hacer ningún pacto que garantice la impunidad en la Argentina.