Domingo, 13 de abril de 2014 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Las elecciones en la mira de todos. Scioli en un camino flanqueado por dos bordes. La emergencia en Seguridad y la policía comunal. La relación con el kirchnerismo: una margarita veloz. Otros precandidatos. Los cálculos de gobernadores. Y varias cuestiones más.
Por Mario Wainfeld
Todo tiene que ver con todo, se supone. En la política doméstica todo remite a las elecciones del año próximo, aunque no siempre se dice. Todos los cronogramas tienen esa fecha marcada en rojo y concuerdan en que la participación argentina en el Mundial de Fútbol marcará una pausa. Los medios dominantes, sus intelectuales orgánicos, académicos tan fanfas cuan mal informados dan por sellado el “fin de ciclo” mientras hacen fuerza para concretarlo. Optimismo de la intelligentsia y el establishment, acicate de su voluntad.
Los dirigentes opositores leen el cuadro con más complejidad, entre otros motivos porque no lo dan por seguro y porque no les da lo mismo quién llegará a la Casa Rosada.
“Todo” se encuadra en ese marco, también los hechos más potentes de la semana que pasó: los anuncios del gobernador Daniel Scioli sobre la emergencia en seguridad y el paro general del jueves.
La sola enunciación de quién marcó la agenda en estos días concuerda con el contexto de un año que arrancó difícil para el oficialismo. El devenir de la economía real, de la inflación, de las paritarias, de las reservas, de las inversiones extranjeras (en especial en YPF), un aumento de la Asignación Universal por Hijo son las cartas que baraja la Casa Rosada. Signos de la etapa: todas son complicadas, pocas darán frutos de un día para otro, si maduran. Pero ninguna es imposible y el gobierno nacional va por todas, calculando que para el tercer trimestre del año muchas variables habrán mejorado y con ellas el talante y el bolsillo de la mayoría de los argentinos.
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El fin y las tapas de los medios: Scioli lanzó la emergencia en Seguridad el sábado 5 de abril, un modo de demostrar que siempre “está trabajando con fuerza”... y de predominar en las tapas de los diarios dominicales. Implementó un abanico de medidas cambalacheras, que incluyen leyes nacionales que no puede dictar, clichés derechosos (régimen penal juvenil), viejos reclamos y algunas novedades preocupantes. Reincorporar a efectivos policiales retirados es, acaso, la más chocante porque muchos lo están por motivos justificados (desde exoneraciones o cesantías disimuladas hasta incapacidades físicas).
La moción de prohibir o restringir que dos personas viajen en moto, un invento del sheriff provincial Alejandro Granados, afecta derechos de cientos de miles de bonaerenses que llegaron al vehículo propio. El afán es responder a la polémica de moda, los motochorros, pero arriesga a “dejar de a pie” a laburantes, en una provincia en la que el transporte público es calamitoso. Sumar cárceles cuando sobran presos sin condena es un sinsentido que acentúa la perversión del sistema penal –judicial– carcelario.
Clamar contra las excarcelaciones tendrá buena prensa (y un apoyo epidérmico de opinión pública) pero es una simplificación trivial, por la parte baja.
El nítido afán de Scioli es probar que es reactivo ante las demandas de “la gente”. Como su horizonte también es el 2015 fatiga un camino estrecho entre el borde del Frente para la Victoria (FpV) y el carril del diputado Sergio Massa.
El kirchnerismo local y el nacional lo zamarrearon bastante. Las críticas más agudas provinieron del titular de la Sedronar, Juan Carlos Molina. El secretario-cura tuvo el tino de no objetar acciones pasables, como sumar móviles policiales o comprar chalecos antibalas. Pero exigió combinarlas con medidas de tono social y preventivo. En democracia siempre es tiempo de todo, Molina evitó la tentación de un seudo garantismo extremo: demarcó prioridades. Scioli algo había farfullado sobre el “deporte”, que él mismo cultiva en cancha chica, pero su paquete no incluyó una canchita, ni docentes, ni trabajadores sociales:
Molina le exigió miles.
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Operadores, proyectos y margaritas: Scioli sabe que el Gobierno deshoja diariamente su margarita: lo quiere un cachito (nunca mucho), poquito o nada. Los cambios pueden sucederse en cuestión de horas. La emergencia lo dejó en el tercer rango, el vicegobernador Gabriel Mariotto cuestionó la iniciativa: la izquierda del kirchnerismo bonaerense le dio la espalda.
Jugando de local, el gobernador hace lo posible para negociar su gobernabilidad. Su mejor operador es el jefe de Gabinete Alberto Pérez, quien dialogó más de lo que se sabe con la dirigencia gremial docente durante la frustrante paritaria, cuyo cierre digno advino demasiado tarde como para llegar bien.
Pérez labura full time: es casi el único operador con cintura de Scioli, acaso haya uno más que se mueve en las sombras. El ministro es pieza clave en las tratativas para hacer ley la creación de las “policías locales en los partidos de la provincia con más de setenta mil habitantes”, a las que se apoda en jerga policías municipales o comunales. El objetivo es conseguir un abanico amplio de adhesiones que incluye en un extremo el aval del Frente Renovador de Massa. Y en el otro al conjunto del FpV incluyendo al partido que lidera Martín Sabbatella (EDE). Para eso el sciolismo abrió el juego a todo el FpV. Con la relatividad del día a día, da la impresión de que obtendrá una aprobación ecuménica del proyecto, en cuya redacción final intervino activamente el diputado del EDE Marcelo Saín, un conocedor de esos temas, de trayectoria intachable.
Un legislador del Movimiento Evita (otro de los grupos que chucea a diario a Scioli) augura que la ley será aprobada en mayo, con mayorías holgadas (más de 62 diputados sobre 92 y en el Senado un margen aún superior). El kirchnerismo cree que, si se mantiene el texto que ya se debate en comisiones, se erosionará el poder de la Bonaerense. Habrá que ver, claro, y ponderar que los anuncios de la semana pasada (y la gestión de Granados) van en sentido opuesto.
Como fuera, Scioli apuesta a su formidable capacidad de supervivencia, a llegar a las Primarias Abiertas 2015 (PASO) del FpV y a ser su candidato, aunque sea querido un cachito, poquito o nada. Voluntad no le falta, tampoco rivales potenciales o ya inscriptos.
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En busca de enamorar o de sumar: “Scioli no enamora, tampoco ninguno de nosotros, por ahora”, sincera uno de los ¿pre aspirantes? a las primarias presidenciales. La intención de voto de los eventuales rivales de Scioli es baja, bastante menor a la del gobernador bonaerense. Pero éste carga con el karma de la gestión y no complace a la Casa Rosada. Anotarse en los aprontes es, pues, sencillo y ya hay varios en la pizarra.
Los más afines al núcleo militante, “duro”, del kirchnerismo son el gobernador Sergio Urribarri y el ministro de Defensa, Agustín Rossi.
El entrerriano “camina” de modo más ostensible y elabora un discurso de pertenencia y continuidad que lo distingue de Scioli. El bonaerense y Massa peregrinan a Estados Unidos, Urribarri elige (y difunde) viajar a China pensando en horizontes económicos y despegándose de los contrincantes.
El ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, es otro recorredor de territorios. Sus pares en el Gabinete y varios gobernadores respetan su acción cotidiana. El mismo dice que su suerte depende de tener éxito en mejorar el servicio ferroviario. Deriva de provincia en provincia. “Viene sin alharaca, con dos o tres colaboradores, habla de política” describe-elogia un mandatario provincial que habla con todos y no se jugará de momento.
El presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, dicen allegados excitados, cuenta con la bendición del papa Francisco. Si por eso fuera, calcula ese cronista, no habrá de bastarle. Esa bendición será ecuménica o no será: habrá medallitas para todos que es un modo episcopal de decir para ninguno. Los candidatos deberán rezar por sí mismo y obrar por su cuenta.
El gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, se insinúa con un sesgo ideológico similar a Scioli y un estilo aristocrático usual en su provincia, que no extasía a sus pares.
La lista no está cerrada, porque la preinscripción es poco exigente. Algunos de los aspirantes tienen lo que antes se llamaba una apuesta a placé y en la era global un second best. Es la provincia de Buenos Aires. Tal el caso de Randazzo y Domínguez, sin ir más lejos y sin cerrar la nómina.
Los dirigentes de La Cámpora acuñaron una frase muy divulgada: “Este no es un nuestro tiempo”. El mainstream de los medios dominantes la traduce como un repliegue, una suerte de aceptación y acomodamiento a la derrota en 2015. Un referente de la agrupación juvenil le explica al cronista que es otro el sentido: “Nuestra misión en estos dos años es cuidar a Cristina y apoyar al Gobierno. La puja política queda para después”. Y acota, en tinta limón, que eso no inhibiría jugarse por algún candidato o aun colar uno propio, si hubiera perspectivas y anuencia presidencial. El cronograma camporista también clava la mirada en 2015 pero en su imaginario falta mucho por hacer hasta entonces.
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Cambios, relevos, territorios: Los veredictos electorales sucedidos desde 2003 marcaron preeminencias de los “locales”, a nivel nacional, provincial y municipal. Las reelecciones fueron moneda corriente. En 2015 habrá cambios drásticos de protagonistas. Sólo para empezar, tres de las principales figuras políticas no tienen reelección posible: la presidenta Cristina Kirchner, el Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, y Scioli. Otros mandatarios provinciales la tienen vedada por ley: el santafesino Antonio Bonfatti, el mendocino Francisco Pérez y Urribarri, los más conspicuos. Aun quienes tienen la chance o podrían dibujarla con reformas constitucionales ponen las barbas en remojo: crece un clima social adverso a las reelecciones.
Muchos protagonistas de fuste, entonces, deberán buscar otros rumbos. Es una variante enorme pero no anula el peso de la territorialidad de la política doméstica. Gobernadores e intendentes seguirán siendo cultores de la máxima político-folklórica: hay que crecer desde el pie, desde el terruño. Ser taita, designar o incidir en la sucesión, “construir” en lo nacional bien pisados en suelo propio. Eso vincula a los mandatarios con el gobierno nacional, del que dependen en buena dosis su estabilidad y financiamiento futuros. He ahí una explicación racional instrumental para explicar por qué no hubo “saltos de garrocha” colectivos hacia el Frente Renovador. Los intendentes bonaerenses advierten que sobreabundan candidatos a gobernador “de la primera hora” en el massismo, que poco puede depararles en el día a día. Los gobernadores tratan de ser tiempistas, no todos son de lealtad eterna pero sí de calcular qué les conviene.
El oficialismo nacional se los subraya, por si hiciera falta. La irrupción del secretario legal y técnico, Carlos Zannini, en un cónclave de “gobernas” peronistas realizado semanas atrás en la Capital fue una señal que corroboró ese dato. Los asistentes pudieron fastidiarse porque preferían el palique entre ellos pero no se cayeron de espaldas ni rezongaron en voz alta, porque no comen vidrio.
Son contados, fuera de los que ya se lanzaron, quienes definen preferencias para las PASO nacionales. No tiene rédito ser atolondrado. Acaso el sanjuanino José Luis Gioja es quien más se acerca a Scioli, seguramente pensando en una precandidatura a vicepresidente. Un terrible accidente puso en riesgo su vida y segó sus ambiciones a más. Por suerte, su salud se va reponiendo. El episodio trágico alerta acerca de la intervención del azar en la vida política e ilustra a los que creen que todo está dibujado en las mesas de arena.
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Cierre surtido: El tiempo y los gestos diluyen o anulan el margen para que la presidenta Cristina designe a “su Dilma Rousseff”. Pero la muestran presente, activa y locuaz. Sus adversarios hablaban pocos meses ha de un retiro anticipado (o lo promovían), apostrofaban con su silencio, especulaban con que pasaría a condición de vegetal. Lo cierto es que el oficialismo sigue lidiando con la realidad, aspirando a equilibrar los números en 2015 y contar con más recursos materiales y simbólicos en el año electoral.
Las Primarias serán rutilantes el año que viene, también en el nivel provincial. Varias deben desdoblar las elecciones, el calendario arrancará temprano. Baste recordar lo sucedido en 2011 a partir de los resultados en Catamarca y Chubut. Es entre factible y clavado que haya primarias en el primer semestre, acaso en el verano en Catamarca y Ciudad Autónoma. Los cronogramas lo registran y dan por hecho que hay que “abrochar” mucho antes de las fiestas.
Entre tanto, volvamos a la agenda que mentamos al comenzar esta nota. Los linchamientos cedieron lugar al paro y los piquetes que concitaron un consenso asombroso entre quienes cuestionaron por años a las metodologías y a los dirigentes que las encabezaron.
Una semana ha, la vulgata mediática bramaba por la excarcelación temprana de un ladrón de relojes que, todo lo indica, será procesado y condenado en cuestión de meses. Cuando así ocurra, se indignarán por la magnitud de la pena.
Entre tanto, no se conocen datos (ni hablar de procesamientos) de quienes quisieron linchar al chorro. Ni de quienes en horda asesinaron al joven David Moreira en Rosario. Sobre esa barbarie predomina el silencio, mezquino sucedáneo de la aprobación.
Clamores y silencios hablan de valores sociales que estremecen, de huevitos de serpiente que anidan ahí nomás.
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