“Con (Jorge Rafael) Videla como presidente pensábamos que iba a haber orden”, dijo ayer en su indagatoria el ex camarista federal de Mendoza Luis Miret, destituido por complicidad con el régimen dictatorial y ahora enjuiciado por treinta casos en que omitió investigar denuncias de torturas y desapariciones. Videla, señaló Miret, fue quien lo ascendió a camarista. En una extensa declaración que podría continuar, ratificó, como había hecho con anterioridad, su teoría para justificar la represión, según la cual los militantes de Montoneros denunciaban torturas para luego pedir la nulidad de sus declaraciones. Ayer aventuró incluso que existía una suerte de “manual montonero”. Mostró, a su vez, un detallado conocimiento sobre cómo se hacían los operativos para detener a militantes.

Al referirse a los operativos policiales, que contextualizó en la aplicación de la ley llamada “antisubversiva”, asumió conocer cómo se realizaban, generando lo que se suele llamar “ratonera” en una casa determinada, en alusión al lugar donde se atrapaba a quienes iban llegando. Admitió haber ordenado varios allanamientos. De hecho, reconoció a la policía como una suerte de mano derecha de los jueces. Entre las detenciones justificó la de Luz Faingold, que era menor de edad cuando fue llevada al centro clandestino D2, donde fue torturada y violada. Miret sigue sosteniendo que hizo lo correcto al negarles la restitución a sus padres, que la reclamaban, y enviarla a un internado. Se refirió a la mujer, para explicar la detención, como una persona peligrosa.

Miret sostiene que actuó sólo 16 días como juez de instrucción, en 1975. Antes fue defensor, luego camarista. Los abogados querellantes Pablo Salinas y Viviana Beigel lo desmienten. Recuerdan que, además, increíblemente había un sistema por el cual defensores y fiscales podían subrogar al juez aun en expedientes donde hubiera actuado previamente. Aun así dicen que la actuación de Miret como juez fue prolongada.