EL PAíS › UNA GUERRA COLONIAL CONTRA EL PROPIO PUEBLO
El mejor alumno
Cuando tomó el poder, Videla había aprendido la lección del golpe chileno. La represión fue aún más feroz pero clandestina. No hay imágenes de cadáveres ni de ejecuciones. El modelo argentino es el de la Batalla de Argel.
Por Marie-Monique Robin
Todos los generales de la Junta son discípulos de los franceses. Entre ellos, el general Bignone, que está bajo arresto domiciliario, acusado de haber robado los bebés de las mujeres que hacían desaparecer. El redactó la proclama que instauró la dictadura.
–Si tuviera que comparar con lo que hicieron los franceses en Argelia, ¿qué semejanzas destacaría?
General Benito Bignone: –Fue una copia, sin ninguna diferencia. La influencia francesa fue la que guió la doctrina y los reglamentos que aplicamos.
Desde 1959 los asesores franceses no se movieron del piso 12 del edificio del Estado Mayor. El día del golpe estaban en el primer piso. El jefe de la misión, coronel Robert Servent, es muy amigo de Bignone, a quien conoció en la Escuela de Guerra de Madrid en la década de 1960. Eso es lo único que hoy reconoce el coronel Servent, con quien la conversación fue corta.
–¿Usted confirma la influencia francesa sobre los militares argentinos.
Robert Servent: –Discúlpeme. Tengo muchos años sobre mis orejas. Le agradezco pero usted sabe que yo ya había dejado la Argentina. Conocí al amigo Bignone.
–En su libro habla de usted. ¿Lo leyó?
Servent: –Sí, sí. Hasta luego, señora.
–¿Servent era especialista en la guerra antisubversiva?
Bignone: –¿Robert? Sí, sí. Dictaba cursos, principalmente en la Escuela de Guerra, y donde lo llamaban. El evacuaba las consultas que le hacía el Estado Mayor. Para algo estaban. Para trabajar. No cobraban el sueldo de gusto.
El teniente coronel Michel L’Hénoret, adjunto de Servent entre 1975 y 1977, niega todo en bloque: “Hay gente que está muy equivocada sobre nuestra misión. Se pone en duda nuestro honor. Si usted está buscando un chivo emisario acerca de la guerra antisubversiva en la Argentina, respecto de la misión francesa pierde su tiempo, porque no tuvimos nada que ver con ese asunto”.
–Tengo todos los documentos del Servicio Histórico del Ejército francés firmados por el coronel Jean Paul Le Guen, con las conferencias que dieron sobre las guerras de Indochina y Argelia. Sé todo eso.
Michel L’Hénoret: –No tengo nada más para contarle.
La influencia de los franceses durante la dictadura es confirmada por dos testigos de primera mano: el general Harguindeguy, ministro del Interior, y el general Díaz Bessone, ministro de Planificación. Jefe del Cuerpo de Ejército II, Díaz Bessone fue responsable de los campos de concentración del noreste de la Argentina. También Harguindeguy está acusado de haber dirigido la desaparición y la extorsión de sus víctimas. Es la primera vez que hablan ante una cámara de los métodos de la dictadura argentina y de la influencia francesa.
General Ramón Díaz Bessone: –La primera arma para luchar contra una agresión revolucionaria, subversiva o guerrillera es tener un buen aparato de inteligencia. Esa fue una de las enseñanzas más importantes que nos transmitieron los franceses, de su experiencia en Argelia.
General Albano Harguindeguy: –Sí, aprendimos de los franceses. La inteligencia siempre tuvo importancia, pero una cosa es hacer inteligencia sobre un enemigo externo, con uniforme, bandera, ideología de otro país y otra cosa es sobre un enemigo embozado, terrorista subversivo que actúa diseminado dentro de la población.
Díaz Bessone: –Están en todas partes. Atendiendo un comercio, asistiendo a clases en la universidad o en colegios, enseñando como profesores. Puede ser un abogado, un ingeniero, un médico, un trabajador, un obrero.
–¿Los franceses también enseñaron la técnica de la cuadriculación del territorio?
Díaz Bessone: –Sí, la división del territorio en zonas, subzonas y áreas de seguridad era la típica doctrina francesa.
–¿Y la creación de comandos especiales, de escuadrones de la muerte como en Argelia?
Harguindeguy: –Acá fue distinto. En la Argentina participaron todas las Fuerzas Armadas, sin que existieran fuerzas especiales. Cada área de responsabilidad, cada zona, cada subzona, tenía la gente con la cual accionaba entrando a las casas, allanando, deteniendo y de ahí [los secuestrados] pasaban a centros de detención donde se hacían los interrogatorios.
Díaz Bessone: –Participó todo el Ejército, sin excepciones.
–¿Los franceses les enseñaron el uso de la picana eléctrica?
Harguindeguy: –No creo que lo hayan enseñado. Nos explicaron para qué servía y nosotros la adoptamos a medida que se hacía la lucha. Es un método que ya era conocido por la Policía Federal.
Díaz Bessone: –¿Cómo puede sacar información [a un detenido] si usted no lo aprieta, si usted no tortura? Y en cuanto a los desaparecidos, supóngase que hubiera habido 7000 desaparecidos, que no hubo 7000 desaparecidos. ¿Usted cree que hubiéramos podido fusilar 7000? Desde el Papa, al fusilar tres nomás... Mire el lío que le armó a Franco con tres. Se nos viene el mundo encima. Usted no puede fusilar 7000 personas. Y si los metíamos en la cárcel, ¿qué? Ya pasó acá. Venía un gobierno constitucional y los ponía en libertad. Porque esta es una guerra interna. No es el enemigo que quedó del otro lado de la frontera. Salían otra vez a tomar las armas, otra vez a matar.
Harguindeguy: –Fue una realidad y un error. Porque es distinto a los desaparecidos en Argelia, donde eran desaparecidos en el territorio de otra nación. Fue un apéndice de Francia. Una vez que se liberó losfranceses se volvieron a su casa. Acá un desaparecido tenía padres, hermanos tíos, abuelos.
Díaz Bessone: –Con mucha eficacia, en no más de tres años la subversión fue aniquilada.