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El lunes, la Conferencia Episcopal rechazó las declaraciones del ex represor Reynaldo Bignone sobre la complicidad entre la Iglesia y la dictadura. Ayer, los obispos salieron a hablar sobre el tema. El de Viedma, Miguel Hesayne, reconoció que, mientras el régimen militar torturaba, algunos curas “les daban la comunión a los torturadores”. Su colega de Córdoba, Carlos Ñañez, prefirió en cambio defender el rol de la Iglesia durante aquellos años.
El lunes, en un comunicado oficial, los obispos subrayaron su fastidio por las declaraciones de Bignone publicadas por este diario sobre la complicidad con el régimen militar. “Es absolutamente falso e inaceptable relacionar la Iglesia con este tipo de crímenes”, aseguraron.
Hesayne coincidió en criticar las declaraciones del ex represor, pero admitió cierta responsabilidad de la Iglesia. “Lo que ha pasado es que ha habido alguna parte del clero, e incluso algún obispo, que no digo que haya animado, pero sí una especie de incoherencia porque si decíamos que había tortura y que es inhumana y anticristiana y pedíamos una reconciliación, luego se les daba la comunión a los torturadores”, explicó Hesayne, que en abril de 1977 intentó presentarle al entonces ministro del Interior, Albano Harguindeguy, casos de secuestros y torturas que habían sido denunciados en su Obispado. “Faltaron gestos coherentes con lo que nosotros declarábamos”, agregó.
Por su parte, Ñañez optó por defender la institución. “Si hubo personas, miembros de la Iglesia, que a título personal dieron algún tipo de aprobación o de aval, lo hicieron precisamente a título personal y son responsables de semejante opinión delante de Dios, frente a la sociedad y ante su propia conciencia”, aseguró el cordobés.