Domingo, 17 de mayo de 2015 | Hoy
EL PAíS › DE LA SOTA LANZO SU PRECANDIDATURA PRESIDENCIAL
“Buscan instalar que sólo hay dos candidatos con chances”, advirtió el gobernador de Córdoba. Convocó a votar por su propuesta de “reconciliación y unión nacional”.
Por Marta Platía
Desde Córdoba
Micrófono en mano, caminando el escenario como si fuese un cantante melódico, de vaqueros, camisa sin corbata y saco azul, José Manuel de la Sota repitió con su tono engolado y a manera de estribillo, “quiero que cada uno de ustedes recuerde que estuvo aquí, esta noche, con el hombre que cambió el país. Quiero que recuerden siempre y digan: yo estuve ahí cuando el narcotráfico empezó a ser detenido. Que recuerden y digan: yo estuve ahí con el presidente que creó un sistema de salud para todos”.
Así, “el Hombre”, como lo presentó el locutor oficial no bien dieron las siete y media de la tarde en la cancha de Belgrano, con más de 30 mil personas traídas desde toda la provincia en cientos de colectivos, se lanzó como candidato a la presidencia por Unidos por una Nueva Argentina, UNA, que comparte con el tigrense Sergio Massa con vistas a los comicios nacionales de octubre.
Aferrado a la alambrada de la popular sur, Alejandro, un albañil de 25 años, le dijo a Página/12 que nunca votó. Que nunca le creyó a nadie, pero que ahora les va a dar “una oportunidad” a (Juan) Schiaretti y a De la Sota: “Pero si no cumplen, a otra cosa. Tengo seis hijos, trabajo en negro y no me gusta que me charlen”, se plantó firme. Mientras, su hijito Uriel, de tres años, contemplaba deslumbrado los tres drones que giraban sobre la multitud y las cinco pantallas gigantes.
El autodenominado “hombre correcto en el momento exacto” trocó la cadencia de su mensaje sólo para su refute visceral: “Buscan instalar que sólo hay dos candidatos con chances” –lo cual lo deja afuera, claro– y llamó a votar por su propuesta de “reconciliación y unión nacional”: dos palabras que conllevan la carga de sus reconocidas críticas a las políticas de derechos humanos que en esta semana sufrieron un sonoro revés cuando la Justicia le prohibió demoler la ex cárcel UP1, donde el candidato pretendía hacer un parque, y sobre la que todavía hay causas por delitos de lesa humanidad que se investigan desde la última dictadura.
Pero en la suma de promesas hasta llegó a asegurar que bajará “la inflación sin política de ajuste neoliberal” con “un gran acuerdo económico social entre el gobierno, los sindicatos y las centrales empresariales” que no explicó.
En cuanto a su talón de Aquiles, la metástasis del narcotráfico en Córdoba, que no ha podido detener en tres períodos como gobernador –con escándalo narcopolicial incluido, en 2013–, dijo que ni bien sea “el presidente”, creará “una Fuerza Federal Antinarcóticos” en la que dará “empleo joven” a miles de personas. En Córdoba ya se vio el inicio de esa propuesta: una formación de policías armados hasta los dientes y con pasamontañas: un dato que no es menor teniendo en cuenta que se trataría de un “ejército” legal, pero de rostro cubierto.
También aseguró que será “un presidente sin fueros” y, en una estrategia dialéctico-publicitaria impecable, cerró cambiando el “yo quiero y puedo” de su campaña, por el “yo quiero y voy” a ser el próximo presidente, aunque por lo pronto los números le sean adversos y no le alcancen (algo que lo ofuscó) ni para el bailando de Tinelli.
Si bien estuvieron a los abrazos con Sergio Massa, De la Sota es el mismo que hace pocas semanas presentó el libro en el que habla pestes del tigrense. El mismo que escribió de su nuevo socio político que sus “opiniones son mensajes para la tribuna sin la más mínima profundidad”; que no se le cae “ni una idea” y otros piropos por el estilo.
De la Sota llegó a afirmar, en pos de votos, que es “un peronista de centroizquierda”. Un oxímoron que, aquí en la provincia, no pocos refutaron en redes sociales y en las radios, recordando pasajes su pasado de ultraderecha, su mentada participación como brigadista en el Navarrazo (el único golpe provincial que, en 1974, derrocó a un gobierno democrático) y su comportamiento con los presos políticos cuando estuvo detenido seis meses durante la dictadura en la cárcel UP1. El ex juez y famoso penalista Carlos Hairabedian contó –ante el Tribunal Federal N° 1, que está juzgando a Luciano Benjamín Menéndez y a 50 represores– cómo “con su camisa negra, y con sus ideas de derecha, se aferraba a las rejas del pabellón de los presos políticos en 1976 y pedía a los gritos que lo sacaran de ese nido de terroristas en el que había caído”. Pero su obsesión por la presidencia parece estar por encima de todo y a De la Sota parecen no importarle sus contradicciones históricas.
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