Las elecciones en Tucumán parecen querer instaurar una nueva “religión”: el “judicialismo”. Este sustituye inconstitucionalmente a la voluntad ciudadana y, por ende, al constitucionalismo, que por lógica nace de dicha voluntad y a partir de ella se desarrolla (o pretende desarrollarse). Según esta nueva “religión”, la Constitución y la ordenación estatal ya no reposarían racionalmente en la soberanía popular, ni habría Constitución ciudadana, sino pura y arbitraria discreción judicial. La Constitución de los ciudadanos del pueblo pretende ser cambiada por procesos parajudiciales que nada tienen de constitucionales. Resulta imperativo que se corrija de inmediato este estado de cosas inconstitucional ocasionado por la irrazonable decisión perpetrada por el fallo de la Cámara en lo Contencioso Administrativo de Tucumán, pronunciado ayer. El verdadero fraude consiste, precisamente, en dejar a la intemperie la voluntad de la mayoría.

* Profesor titular de Derecho Constitucional, Facultad de Derecho, UBA.