Lunes, 16 de noviembre de 2015 | Hoy
Producción: Delfina Torres Cabreros
Oscar Steimberg *
“En el debate hubo una acentuación de rasgos de estilo que ya estaban presentes en las comunicaciones de las campañas. Cuando Macri puede afirmarse como orador es cuando habla de aquellas sencillas aspiraciones –sencillas por básicas, por generales– que puede tener alguien que deposita su voto. En el caso de Scioli, en cambio, tiene que ver con el reconocimiento de conflictos sociales y la solución del carácter problemático de esos conflictos. La posición de Scioli es más difícil, pero es la que puede permitir el arribo a formulaciones más relacionadas con los problemas concretos del momento. En ese sentido, me parece que si uno tuviera que decir los momentos de error de los candidatos diría que los de Macri tuvieron que ver con no contestar las preguntas relacionadas con problemas concretos. En el caso de Scioli, a pesar de su posición, mencionaría los casos en que no aprovechó la posibilidad de seguir refiriéndose a problemas específicos en algunas de las repuestas a Macri. A lo largo del debate estas tendencias se profundizaron y las referencias concretas de Scioli fueron tomando cada vez más la escena, mientras que el carácter general, sin especificación de temas y problemas, se fue acentuando en el discurso de Macri. El hecho de que fuera a Scioli al que le tocara cerrar el debate profundizó esas diferencias y puso al discurso de Macri en una situación de mayor debilidad. Esa ventaja tiene que ver con el hecho de que los planteos generales, la sencillez propositiva, la negativa evidente a anclar las exposiciones en hechos discernibles, se debilita con la repetición. Si uno da datos, el hecho de que después siga dando datos no debilita el discurso, sino que lo fortalece.”
* Semiólogo, profesor UBA y UNA.
Ignacio Ramírez *
“Se trató de un debate en el que no se produjeron grandes acontecimientos, en el sentido de aquello que ocurre de manera inesperada; predominó un formato tal vez excesivamente pautado que, en algún sentido, anula o minimiza la contingencia. Lo que se vio es que los candidatos eligieron esa escena, donde los contornos de competencia se hacen más visibles, para condensar la estrategia electoral. Daniel Scioli, después de una campaña que tuvo un itinerario algo zigzageante, pudo simplificar su mensaje, que es el de un encuadre ideológico de la competencia donde se disputan dos modelos de país, asociados en la memoria colectiva a desempeños diferentes. El problema es que se trata de un debate ideológico no correspondido, porque del otro lado está la estrategia que viene transitando Cambiemos de manera exitosa, que es la de comoditizar lo ideológico, es decir, igualarlo: ‘Todos convalidamos aspectos de continuidad’. Es decir, diluir la frontera ideológica. Hay dos encuadres que trabajó Macri en el debate: la mentira versus la verdad, y el de las formas: comoditizado el fondo, Macri impulsa un desclasamiento discursivo hacia el centro. En el debate no introdujo una sola pastilla discursiva que pueda ser encuadrada en un discurso neoliberal o de derecha. Igual, Scioli trató de alumbrar las inconsistencias y contradicciones de esos planteos y habrá que ver cuál de los dos tuvo mayor pregnancia. Los debates tienden a pensarse con figuras que vienen del deporte y por eso se espera algo inesperado: un gol de cabeza del arquero en el último minuto. En ese sentido, es que a veces puede producirse cierta frustración. Me parece que no hubo un ganador vinculante y, si tuviera que ajustarme al lenguaje deportivo, lo veo más como un empate.”
* Sociólogo, director de Ibarómetro.
Roberto Marafioti *
“Lo que quedó claro con el debate es que hay dos propuestas muy nítidas y que el marco de la Argentina Debate es un marco un tanto extraño, porque no hubo participación de la Televisión Pública y tuvo moderadores que tienen una inclinación política muy nítida a favor de uno de los candidatos. Sin embargo, me parece que los debates, salvo raras excepciones, no definen una elección. En cuanto a la exposición de Macri, me parece que ha tenido una actitud agresiva. Es muy paradójico, sobre todo pensando que él siempre visualiza el futuro y aquí planteó dos referencias al programa 6, 7, 8, diciendo que Scioli venía con las ‘mentiras’ de ese programa, cosa que es una chicana, no un argumento sólido. Dos veces hizo esa referencia y luego utilizó la cuestión de Venezuela y del Memorándum de Entendimiento con Irán; temas demasiado abstractos, duros, que muestran con absoluta claridad el planteo estratégico de Macri. El plantea aproximación emotiva hacia el votante, cariñosa, en términos de que a él le interesa el otro. Es casi el discurso de un pastor evangélico, pero en verdad todos sabemos que detrás de eso hay un proyecto político bastante clásico. La posición de Scioli es la posición más de un político, que se corrió del ataque y enfatizó que –llegado el caso– el 10 de diciembre el presidente será él y será un período diferente. Scioli fue muy prudente al decir ‘yo soy otra cosa’ y plantear un enfrentamiento con las recetas del FMI y, a partir de ahí, proponer políticas de desarrollo. Argumentativamente fue más contundente, aunque tal vez no tuviera la organización de tipo escolar del discurso que tenía Macri. Creo que, más allá del debate, sigue un final abierto y no podría decir que ha ganado uno u otro.”
* Semiólogo, profesor UBA y UNM.
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