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Quizá sea uno de los últimos caudillos de la UCR, de esos que manejan sus gestiones con mano firme, conocen la importancia de la asistencia social –o el clientelismo político– y arrasan en sus distritos cada vez que hay elecciones: Angel Rozas tiene carisma y a veces parece más peronista que radical.
Rozas –53 años, casado, dos hijas– nació en General Pinedo, una pequeña localidad en el interior chaqueño. Fue maestro rural, fundador de una escuela comercial en su ciudad y asesor de cooperativas agrícolas. Más tarde, en sólo tres años y ocho meses, se recibió de abogado en la Universidad del Litoral.
Fue elegido diputado provincial por primera vez en 1983, y reelecto en 1989 y 1993. Acompañó al candidato a gobernador radical Luis León, hasta que en octubre de 1995 dio el batacazo: dos años antes de que se constituyera la Alianza, armó una coalición con el Frepaso y venció al candidato del PJ, Florencio Tenev, en una provincia tan peronista que antes de llamarse Chaco se llamaba Presidente Perón.
En 1999 consiguió su reelección y este año logró ubicar a su delfín, Roy Nikisch, al frente de la gobernación. En el medio, se opuso al Pacto de Olivos y se peleó con Elisa Carrió, que se convirtió en líder del progresismo, pero no logró romper la hegemonía de Rozas en el Chaco. Consolidado como el hombre fuerte de la provincia, Rozas es una de las pocas figuras radicales que quedan en pie.