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“Esto explica por qué nos fuimos de la Alianza.” Con esta frase la ex diputada del ARI Elisa Carrió se refirió al escándalo desatado luego del blanqueo de que hubo coimas en el Senado para la sanción de la Ley de Reforma Laboral en abril de 2000. Carrió consideró como “maravilloso”, el reflote de esta causa luego de la confesión realizada por el ex secretario parlamentario, Mario Pontaquarto, y quiere que Fernando de la Rúa vaya preso.
La líder del ARI recordó que fue, junto a Alicia Castro y diputados socialistas, una de las voces que en el año 2000 advirtieron sobre las presiones que el Gobierno de Fernando de la Rúa ejercía en la Cámara baja para apurar la aprobación de la Reforma Laboral. Meses después, se produjo un ruptura con la bancada oficialista. “Nosotros fuimos los que vivimos en el seno de la Alianza enormes presiones en Diputados por parte del entonces ministro de Trabajo Alberto Flamarique, porque votamos en contra”, recordó la ex legisladora en declaraciones radiales.
“Ese fue –dijo– el primer quiebre en Diputados y después esto pasó al Senado”. En la Cámara alta, los deseos del Ejecutivo chocaron durante ese otoño con la mayoría justicialista, y los rumores instalaron la sospecha de que lo que logró destrabar la situación no fue la negociación parlamentaria. Dos meses después de la sanción de la ley en el Senado llegaron las primeras denuncias periodísticas de que el Gobierno había comprado los votos de varios legisladores. La historia posterior es bien conocida: Moyano y la Banelco de Flamarique, el anónimo que detallaba el procedimiento, la denuncia judicial, la renuncia de Chacho y el camino sin retorno hacia el 20 de diciembre.
“Ya no tengo nada que ver con De la Rúa”, repetía Carrió al alejarse del bloque de diputados de la Alianza, sin ocultar sus sospechas de que el entonces primer mandatario había jugado un rol central en la maniobra que posibilitó la sanción de la ley. La legisladora señaló ayer que la confesión de Pontaquarto es un elemento “maravilloso” para demostrarlo. “Estaba claro que era el presidente De la Rúa el que había ordenado el pago de los sobornos, porque cambia el gabinete y asciende a Flamarique a secretario general de la Presidencia, un día antes de la renuncia de Chacho: a confesión de partes, relevo de pruebas”, sostuvo, y reservó también un lugar para Chacho Alvarez, que presidía el Senado en el momento de la votación: “Chacho reacciona después, reacciona por el soborno, pero no por la presión para que la ley saliera”.
“Si un presidente –dijo– tenía un escándalo de sobornos en el Senado y el principal ministro del área en vez de irse del gabinete ascendía para estar al lado del Presidente, era obvio que había allí un sistema de protección.” La ex diputada no ocultó su alegría por la declaración judicial del ex secretario parlamentario, y fue clara al contemplar la posibilidad de que este nuevo impulso a una causa que parecía muerta, mude a De la Rúa de su quinta a una celda. “Ojalá”, resumió, porque cuando los responsables paguen, este país se va a limpiar: todos tienen que ser penal y políticamente responsables”.