EL PAíS
Bajo escolta del amigo del Señor 5 Santibañes
El rol de la central de inteligencia en el pago de las coimas es cada vez más importante. La escolta de Pontaquarto, el robo de documentos secretos y los teléfonos de Canteras Brandsen.
Por Eduardo Tagliaferro
“Salí del garage rumbo al Senado, solo, en una noche muy fea, lluviosa, acompañado por otro vehículo, un Renault Laguna, junto a un empleado de (Fernando) De Santibañes, quien me acompañó hasta donde yo guardaba mi auto, en un lugar oficial del Senado”, dijo en un tramo de su extensa declaración judicial del viernes a la noche Mario Pontaquarto, el primer arrepentido en el caso de las coimas que rodearon la aprobación de la ley de reforma laboral en el año 2000. Ese automóvil blanco era uno de tantos que formaban parte de la flotilla de la SIDE y estaba asignado al ex mayor del Ejército Alejandro Brousson.
Como todos los autos de la central de inteligencia, éste tenía vidrios polarizados. Por eso motivo, aunque Pontaquarto afirma que fue acompañado por una sola persona, la misma que lo ayudó con los dos maletines y la caja encintada que contenían los cinco millones de pesos, también puede caber la duda de que más de un ocupante estuvieran dentro del Laguna.
El chofer habitual de Brousson era Alejandro Rui Dia. Cuando De Santibañes desembarcó en la SIDE, en seguida el ex mayor logró convertirse en uno de los principales hombres de confianza del ex banquero y amigo de Fernando de la Rúa. Este agente continuó cumpliendo con las mismas tareas, pero en este caso al servicio personal del Señor 5, como en la jerga de los espías se denomina al secretario de Inteligencia. La relación entre Rui Dia y De Santibañes fue ganando en confianza al punto que en su quinta de Villa Rosa, en Pilar, le acondicionó un cuarto en el que pudiera pasar la noche.
El nombre de Rui Dia apareció en el expediente judicial, cuando el agente Isaac Eduardo García, el mismo que reconoció haber pagado 200 de los 400 mil pesos que la SIDE le entregó a la mujer del principal acusado por la causa AMIA, Carlos Telleldín, admitió ser el titular Canteras Brandsen, empresa a cuyo nombre se contrataron varios teléfonos celulares de los que se sospecha que fueron utilizados en la maniobra.
García declaró que fue precisamente Rui Dia quien se lo presentó a Daniel Medina, jefe de custodios y a veces también acompañante de De Santibañes. “El jefe necesita un favor”, fue, de acuerdo a los dichos de García en los tribunales, lo que en esa ocasión le dijo Medina cuando le pidió que pusiera el nombre de la empresa para contratar los aparatos telefónicos.
Los memoriosos recuerdan que durante el año 2000, y hasta en el 2001, a este Laguna blanco que acompañó al Peugeot 406 de Pontaquarto en su camino hacia el Senado se lo podía ver estacionado en Rivadavia, al lado de la SIDE y frente a la Casa Rosada. Por cierto que tanto la declaración de Medina como la de Rui Dia son dos medidas que caen por su propio peso dentro de la investigación. Más aún si cabe la posibilidad de que alguno de ellos, concretamente el chofer de De Santibañes, fuera el que escoltó a Pontaquarto.
Luego de que este diario revelara que Medina había sobrevivido a varias administraciones dentro de la SIDE y que hasta hace pocas semanas cumplía para el santacruceño Sergio Acevedo las mismas tareas que supo cumplir para el ex banquero del Banco de Crédito Argentino, primero fue desplazado y posteriormente presentó su renuncia.
No hay que esforzarse mucho para comprender cuál pudo haber sido el objetivo de permanecer en la central de espionaje aun después del retiro de su padrino político: seguir teniendo influencia sobre un ámbito en el que hay muchas pruebas y también están marcadas las huellas de muchos de los involucrados en el affaire de las coimas.
Si de retirar pruebas se trata, en los tribunales federales hay otra causa en la que se investiga la sustracción de mucha documentación de la SIDE. En diciembre del 2001, cuando el gobierno de De la Rúa estallaba por el aire, varios miembros del staff radical del organismo fueron filmados retirando material considerado “secreto”. Esto se investiga en el Juzgado Federal de Norberto Oyarbide. Es la causa 18480/02 sobre violación desecreto. En ella están sospechados el ex director de Finanzas de la SIDE, Juan José Gallea, y Juan Carlos Daidone. En la denuncia se pretende determinar la responsabilidad de estos dos espías en la sustracción de varias computadoras, de carpetas de informaciones, muchas de ellas públicas, de comprobantes de contrataciones y de pagos. En su declaración, García dijo que él le entregaba las facturas de los celulares a Gallea, que éste le daba el dinero sin pedirle que firmara ningún comprobante, pero claro, retenía la factura en la que estaba la constancia de las llamadas entrantes y salientes de esos aparatos. “No había ningún tipo de control sobre las cuentas. Había una orden que impedía realizar controles”, afirmó en este informe un auditor interno de la SIDE, por si alguien dudaba sobre cómo funcionaba el organismo. Por estos días, Daidone revista como gerente comercial en el ex Canal 9, Azul TV, o el canal de Daniel Hadad.
Ese furioso 20 de diciembre, el entonces jefe de Operaciones, Víctor Cipolla, fue visto triturar papeles y fotografías a cuatro manos. No era para menos, la noche había caído sobre los radicales y también sobre los argentinos. En el informe que hace una semana el organismo de inteligencia entregó a la Justicia hay una detallada enumeración de las entradas de muchos senadores. Por ejemplo, Ricardo Branda, hoy miembro del Banco Central, ingresó unas 13 veces entre el 2000 y el 2001. Llamativamente uno de esos días fue el 27 de diciembre de 2000, dos días antes de que el juez Carlos Liporaci firmara la falta de mérito para todos senadores involucrados en el expediente de las coimas.
Entre las curiosidades que entrega el listado de visitas, está la coincidencia de fechas. Entre el 7 y el 9 de noviembre de 2000, ingresaron al edificio de la calle 25 de Mayo los senadores Branda, José Luis Gioja, Carlos de la Rosa y Beatriz Raijer. Cierto es que muchos de ellos integraban la comisión de seguimiento de las actividades de los servicios de inteligencia. Tan cierto como que el día 8 de noviembre le tocaba concurrir a Comodoro Py nada menos que a Pontaquarto.