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El interés de Oliver North y sus muchachos en la Triple Frontera

John Battaglia, ex agente de la CIA y operador del coronel norteamericano, reconoció a Página/12 que miran con atención lo que ocurre en la zona, infiriendo una hipotética intervención. North, hombre de negocios al fin, intenta comprar algunas agencias de seguridad en problemas.

 Por Felipe Yapur

En principio, la presencia de Oliver North en la Argentina tiene como único objetivo “invertir” en el negocio de la seguridad para brindar un “servicio profesional” en la prevención de los secuestros extorsivos. Al menos esto es lo que reconoció ante Página/12 el ex agente de la CIA John Battaglia. Sin embargo, este hombre que formó parte de los “seal” de la marina estadounidense, reconoció ayer que no descuidarán lo que sucede en la Triple Frontera, “porque nos corresponde como ciudadanos honestos que somos”. La afirmación no es un dato menor, sobre todo por la historia que pesa en las espaldas de estos ex espías norteamericanos. Además, arroja sombras sobre la supuesta preocupación humanitaria que despierta ese lugar geográfico que figura como una zona caliente en la guerra contra el terrorismo, que encabeza el presidente George W. Bush, un viejo amigo de Ba- ttaglia.
Tanto para Battaglia como para su “amigo” Julio Poblete Cortez, la Triple Frontera debe ser preocupación de todos porque “estos hombres, los fundamentalistas islámicos, están realmente convencidos de su guerra y nadie puede permanecer ajeno a ellos. Es por eso que los argentinos deberían tomar más precauciones y no dudar en avisar a las autoridades sobre cualquier actitud sospechosa”.
La frase, que se parece a cualquiera de las que pronuncian los funcionarios norteamericanos embarcados en la guerra santa que lidera Bush, es un indicador de las otras actividades que podría realizar el coronel North gracias a “su experiencia en temas de seguridad”, tal como lo destacan sus hombres en la Argentina.
Los ex agentes hablan y remarcan la experiencia de North en cuestiones de inteligencia. Consideran que es un plus significativo que les permitirá hacer buenos negocios. Eso sí, como ellos sostienen, “honestos y todo dentro de la ley”. Sin embargo, nada dicen de los miembros que participarán de la agencia que planean instalar en la Argentina. Varias de estas empresas que pululan en el país se nutren de ex integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad, muchos de ellos con participación en la represión durante la última dictadura militar que, obviamente, genera costumbres difíciles de abandonar. Para muestra, bien vale una frase que utilizó el propio Battaglia: “Ser de la CIA es como ser médico. Se estudia, se ejerce pero cuando se jubila no se deja de ser médico. Bueno, lo mismo sucede con la CIA”.
La intención de North es invertir –tanto en Buenos Aires como en Montevideo– con dólares frescos en estas agencias, con la consiguiente participación accionaria. De concretarse, esto convertiría al responsable del escándalo Irán-Contras durante la administración del republicano Ronald Reagan en uno de los hombres más poderosos del negocio de la seguridad privada. La ecuación es simple, el militar se valdrá de su fortuna para salvar a diferentes agencias de seguridad que fueron afectadas por la crisis económica financiera que sufrió el país a partir del 2001.
Battaglia asegura que todo se trata de negocios lícitos, pero sabe que la presencia de North en Buenos Aires y su preocupación por lo que sucede en la Triple Frontera despertará la curiosidad en el gobierno de Néstor Kirchner. De hecho, el ex agente de la CIA reconoce haber sido ya contactado por “servicios” argentinos.

Un gramo de paranoia

Battaglia es el fiel reflejo de los hombres que viven en el submundo de los espías. Misterioso y al mismo tiempo paranoico, se vanagloria de estar muy bien informado. Por caso, el domingo a la madrugada –cuando se entrevistó con este diario– aseguró que cuenta con información confidencial y que dice que es el blanco de un posible intento de secuestro. A la hora de señalar cuál es el origen de los supuestos secuestradores, Battaglia sostiene que “todo forma parte de una interna de los organismos de inteligencia” pero se negó a dar más detalles.
De todas formas hay un hecho que lo tiene preocupado desde el momento en que fue contactado por Página/12. Se trata de la mujer que estaba sentada en su mesa cuando este diario lo abordó y que sonrió junto a Battaglia para el reportero gráfico sin ningún tipo de preocupación.
El ex agente de la CIA jura no tener contacto con esa mujer a la que identificó como Kimberly Cassidy. Dice que es oriunda de Chicago y sospecha que debe pertenecer a una de las tantas agencias de seguridad estatal que tiene el gobierno norteamericano.

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La Triple Frontera es vigilada con atención por servicios argentinos y norteamericanos.
 
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