Jueves, 4 de agosto de 2016 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Soledad Acuña *
El lunes, como todos los días, cumplí con uno de los rituales más importantes e impostergables para mí, que fue llevar a mi hijo a su escuela, antes de comenzar con mi rutina de trabajo.
Al llegar a la puerta de la institución me encontré con una situación inesperada y desagradable, sobre todo teniendo en cuenta que llevaba a mi hijo de la mano. Dos pasacalles con mi nombre acompañados de reclamos por parte de organizaciones sociales que dicen representar la voluntad de los docentes públicos, colgaban frente a la puerta, además de varios panfletos del mismo tenor en el piso.
En primer lugar, quiero dejar en claro que entiendo y acepto la exposición que conlleva mi cargo de ministra de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero también estoy convencida que hay límites que no deben pasarse y esos límites son precisamente no intimidar a familiares de los funcionarios, más teniendo en cuenta si son menores de edad, para que cambien las decisiones que toman en el ámbito público y en el marco de sus funciones.
La Argentina ha entrado en los últimos meses en una nueva etapa, en donde el autoritarismo, los escraches y la persecución le han dado paso al diálogo, al consenso y en el caso de que haya disenso, este se exprese en los ámbitos que corresponde, como la mesa de diálogo permanente que llevamos adelante con los representantes de los docentes de nuestra Ciudad.
Lamento estos episodios que poco tienen que ver con la democracia queremos construir y, por otra parte, quiero manifestar mi más enfático repudio al accionar, que lejos de lograr soluciones, sólo entorpecen y demoran las respuestas que nuestros docentes esperan de sus representantes.
Somos vecinos de lo que yo llamo una “Ciudad Educadora”, donde todos tenemos algo que decir y hacer para la educación de nuestros niños y de nuestros jóvenes; la educación traspasa las fronteras de la escuela o las de un ministerio en particular; la educación es también predicar con el ejemplo y actitudes como las del lunes se contraponen con lo que esperamos para nuestros alumnos, que no son ni más ni menos que nuestro futuro.
* Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires.
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