Domingo, 21 de agosto de 2016 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Horacio Arreceygor *
No es un mito que el movimiento obrero argentino es uno de los más organizados y fuertes del mundo. De origen anarquista y socialista creció y se consolido en la organización y la doctrina peronistas y quizás esa última y fundamental esencia es la que le permitió afrontar y sobrevivir la Libertadora, las dictaduras de Onganía y la Junta Militar y el menemato. Y por esta conducta pendular tan argentina, de pronto es la vanguardia de la lucha contra los peores gobiernos antipopulares, de pronto tiene una actitud vergonzosamente oficialista con esos mismos gobiernos. En esa dualidad, en ese conflicto permanente, el movimiento obrero argentino ha sobrevivido a todas las plagas, con sus peores miserias y sus grandes virtudes. Dividido casi siempre, tanto que casi no logró unirse ni en la más profunda adversidad.
Nuevamente, no es la primera vez, vamos a un congreso de unidad de la CGT que probablemente no una a todos. Ya hay sectores que han anunciado que no van a participar. El otro problema es si los que convocan a la unidad tienen un criterio amplio de unidad, es decir una apertura que abarque a todas los agrupamientos gremiales o cierran entre ellos un triunvirato y se dan por conformes.
Este lunes comienza otra etapa. Para nosotros debiera ser la continuidad de la histórica movilización del 29 de abril, que, de no cambiar las políticas del presidente Macri, nos llevará indefectiblemente a un paro nacional, a la unidad en la acción con un amplio arco multisectorial y a ganar la calle. Los trabajadores no conocemos otro camino. Y esto será así porque el gobierno es un gobierno de empresarios, sin criterio de equilibrio entre los intereses de los diversos sectores sociales, que está demostrando no tener conciencia nacional, ni de defensa de la soberanía. De continuar en esta senda, el próximo paso será arrasar con los derechos laborales, con los convenios colectivos y con el sistema previsional. Esa es su lógica, la única lógica que conoce es la de costo y rentabilidad. Y lo demostró en estos primeros meses de gestión con una política económica que objetivamente destruye el empleo, la producción nacional y la economía familiar, nos endeuda como Nación y transfiere a los sectores concentrados de la economía los ingresos, el trabajo y el futuro mismo de nuestra patria.
¿Qué hacer frente a ello? Nosotros y un conjunto de organizaciones sindicales hermanas estamos formando una corriente de pensamiento y acción que enarbole las mejores tradiciones de la historia del movimiento obrero. Queremos construir una fuerza gremial con criterio federal, convocar a las Delegaciones Regionales del Interior con una premisa básica: el respeto por su autonomía de decisiones y conducción y una participación activa en las decisiones del conjunto.
Queremos para la CGT una práctica democrática, abierta y que dé lugar a la mayor diversidad dentro de la orgánica, sin macartismos ni oportunismos que impliquen ser oficialistas de los gobiernos que atentan contra los derechos de los trabajadores.
Estamos trabajando un programa económico social que atienda los problemas de las mayorías, porque finalmente, y así lo dice la historia, somos los únicos que pensamos en el conjunto de los intereses nacionales y populares.
Creemos que hoy la agenda de los temas nacionales la debemos marcar los trabajadores argentinos de cara y con el conjunto de los sectores populares, si no, no hay cambio posible.
Nos hicieron creer, en épocas oscuras de nuestra historia, que las reservas morales de la Nación eran otros, y en verdad, y propongo pensarlo en profundidad, resultamos ser los trabajadores la reserva moral de este país. Dicho sin soberbia, somos nosotros. Los trabajadores somos la patria.
* Secretario general del Sattsaid.
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