[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

En una decadencia que desafía la imaginación, la UCR cordobesa va a definir hoy una virulenta interna por la conducción de la capital cordobesa. Ni siquiera se discute la provincial –negociada para el ex Side Carlos Becerra–, pero en este pequeño estanque nadan peces grandes como el ex multigobernador Eduardo Angeloz, los seguidores del fallecido Ramón Mestre y más de un apellido de ilustre prosapia radical. Lo increíble es que la pelea se da en un partido al que no votó más de la mitad de sus 120.000 afiliados en la elección en la que ganó el peronista disidente Luis Juez.
En octubre, la UCR logró 50.000 votos en la elección de intendente. Nada mal, tal vez, pero sucede que el candidato Luis Molinari Romero contaba con que lo votarían al menos los 120.000 afiliados de su propio partido... Así, el partido de Alem que por décadas tuvo a Córdoba como una verdadera base nacional, quedó como tercera fuerza detrás de José Manuel de la Sota y de Juez. El partido perdió dos diputados a nivel nacional y por primera vez desde la restauración de la democracia la provincia no tiene un senador radical.
La entropía partidaria fue rápida: en la última elección a gobernador, el radicalismo cordobés peleó bien con un 39 por ciento del voto. De inmediato, se desplomó al 8 en la capital, con un éxodo masivo de dirigentes y militantes que se mudaron a otros partidos o fundaron los suyos propios. La UCR tiene hoy apenas 10 bancas en la legislatura, tres concejalías en la ciudad y alguna que otra intendencia.
Las cuatro listas que hoy competirán por el voto en la capital cordobesa coinciden en que la grave situación se debe a “la errante conducción dirigencial, sorda a los reclamos de la gente y sumergida en salvajes y mezquinas peleas intestinas, que sólo podrán ser superadas con la urgente renovación de sus cuadros y estructuras”.
Uno de los cuatro que aspira a realizar este cambio es Ramón Mestre hijo, que luego de la muerte de su padre en marzo de 2003 se decidió a “renovar un partido anquilosado”. Con un apellido que pesa en la política local, acompañará como vice a Jorge Font. Distanciado del mestrismo, Miguel Nicolás, el último presidente del comité capital y protagonista de la catástrofe electoral del año pasado, apadrina la candidatura de su empleado, Jorge Farías, un dirigente territorial que nunca tuvo cargos ni puestos de importancia en el partido. Miguel Ortiz Pellegrini se autodefine como “el único independiente”. Con una candidatura que parece fuerte, el ex fiscal de estado de la provincia durante el gobierno de Mestre está enfrentado a todos los demás.
La escena se completa con Miguel Martínez García, dirigente de la intergremial hospitalaria que cuenta con el apoyo de Eduardo Angeloz. Aunque se resista a hablar de caciques o “padrinos”, le dijo a Página/12 que “Angeloz se peló el lomo todo estos meses tratando de normalizar al partido luego de la intervención federal”. Nadie quiere reconocerlo, pero el hombre que gobernó 12 años seguidos la provincia y comenzó el proceso de desintegración radical volvió a tomar las riendas de gran parte del partido.
Sin Mestre en esta vida, con Rubén Martí agonizando por una grave enfermedad y con Angeloz de regreso, el radicalismo cordobés no tiene con qué disputarle el poder a De la Sota y al inesperado Juez. El intendente, de transitar felizmente su gestión al frente de la ciudad, se transformará en un serio contrincante de los radicales en rol de oposición en el interior provincial, su próximo objetivo si quiere ser gobernador de Córdoba.

Informe: Camilo Ratti, desde Córdoba.