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Un testigo aseguró que pensaban atentar contra aviones de EE.UU.

Se lo dijo al juez Speroni, tras diez horas de interrogatorio. Dijo que un grupo de la Triple Frontera pensaba disparar desde territorio argentino a aviones comerciales norteamericanos. En el Gobierno descreen de la historia, pero apoyan la pesquisa.

 Por Raúl Kollmann

Las armas: tres misiles aire-tierra, sin cabeza, pensados para dispararse en la Argentina contra aviones comerciales norteamericanos. El origen: traídos desde Bolivia e ingresados en el país a través de Pocitos, en Salta. La operación: producto de un plan diseñado por un grupo fundamentalista islámico que opera en la Triple Frontera y que recurrió a un general boliviano y a un despachante de aduanas paraguayo. Esta versión está siendo investigada desde el fin de semana por el juez Julio Speroni, quien tiene bajo la figura de identidad reservada a un argentino de la Triple Frontera que a su vez relató –tras diez horas de declaración– que trabajó en la oficina del despachante paraguayo.
El juez libró ayer un exhorto a la Justicia de ese país pidiendo la detención del despachante. Un detalle: el argentino pidió para declarar que se le dé protección a su familia y la bonita cifra de un millón y medio de pesos en efectivo. En el gobierno nacional, tanto el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, como el titular de la SIDE, Héctor Icazuriaga, evaluaron la situación, rechazaron el pedido de dinero y colaboran con el magistrado en la pesquisa. De todas maneras, en la Casa Rosada se le da escasa credibilidad a una historia que tiene varias inconsistencias. Y no pocos hablan de internas entre las fuerzas de seguridad o de negocios de algún informante.
Para los especialistas en la lucha antiterrorista las incongruencias de la historia son nutridas:
- Los misiles serían, según declaró el testigo de identidad reservada, aire-tierra. Esto significa que se necesita un avión o helicóptero desde el cual dispararlos, algo más que difícil porque además requiere de una plataforma de disparo ubicada debajo del avión o helicóptero.
- Según la declaración original, los misiles pasaron por Bolivia, fueron a Paraguay y recién después se entraron a la Argentina por Pocitos. La versión parece descabellada. Fuentes de inteligencia sostienen que nadie se pasea así con semejante carga y, además, argumentan que Estados Unidos tiene cierto control de ese tipo de movimientos en Bolivia, sobre todo porque creó una estructura de vigilancia del narcotráfico.
De todas maneras, tras la denuncia realizada por el titular de la Aduana, José Sbatella –que recibió el dato–, intervino el juez en lo Penal Económico Julio Speroni. En la Gendarmería le echan el fardo a la Policía Federal y sostienen que la información, a la que no le adjudican ninguna credibilidad, proviene de buchones de la Federal. Lo concreto es que Speroni dio orden de detener a un argentino que vive en Eldorado, Misiones, y que supuestamente tenía las claves de la operación. Esa detención, según reveló el diario El Territorio de Posadas, se produjo el viernes cuando el sujeto entraba a Puerto Iguazú desde la ciudad brasileña de Foz de Iguazú. El misionero pidió entonces la protección de su familia y el millón y medio de pesos.
Tras las consultas entre Speroni y el gobierno nacional, se decidió que no se le daría el dinero y que en todo caso el hombre debía declarar, dar los datos y si éstos resultaran verídicos y permitían encontrar los misiles en la Argentina, se le otorgaría una recompensa como está previsto en la ley relacionada con la lucha contra el terrorismo. Lo cierto es que el misionero declaró diez horas, esencialmente dijo que trabajaba en las oficinas de un despachante de aduanas paraguayo de Ciudad del Este y que éste tenía todos los detalles de la operación. Ayer, Speroni libró un exhorto a Paraguay pidiendo la detención del despachante y, por ahora, le otorgó al vecino de Eldorado protección especial.
En la Casa Rosada tomaron las cosas con desconfianza, aunque resolvieron apoyar la pesquisa plenamente, en especial porque la historia reciente del terrorismo está llena de sorpresas.
–¿Es tan peligrosa la zona de la Triple Frontera como se dice? –le preguntó Página/12 a un alto funcionario del Gobierno.
–No tanto como se dice, pero uno no se puede confiar para nada. Es más, hay razones para desconfiar de lo que sucede allí. Igualmente, le digo que de estos avisos hemos recibido muchísimos y éste en especial nos parece poco creíble. Aun así hay que seguirlo muy de cerca y por eso obviamente acompañamos al juez.

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El juez penal económico Julio Speroni interrogó al testigo.
 
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