EL PAíS › OPINION

Maestro y senador

Por Roy Cortina *

Recordamos hoy un año de una ausencia que nos llena de tristeza y vacío: la del querido Alfredo Bravo. El probablemente no estaría de acuerdo con nuestro estado de ánimo. Nos hubiera arrancado de esta melancolía y nostalgia con su visceral personalidad y, casi explosivamente, nos hubiera recordado que estamos aquí, decididos a dar la pelea para cambiar las cosas con dos armas que siempre exhibió: compromiso e integridad moral.
Alfredo fue un extraordinario luchador y garante de la educación pública, laica, popular y universal, un socialista convencido de la urgente necesidad de articular ideas, construir espacios de mayor participación democrática y de consensuar las diferencias. Fue un militante sindical democrático, honesto, transparente, un trabajador sin privilegios y un defensor inclaudicable de los derechos humanos.
Indudablemente será recordado, entre otras cosas, como el último de los grandes dirigentes del socialismo argentino del siglo XX. Tan preocupado por apuntalar la unidad del recientemente unificado Partido Socialista, como de proteger, cuidar y proyectar a una nueva generación de socialistas de cara al siglo XXI.
Es necesario en este país tan saqueado materialmente, pero también tan escaso en estos últimos tiempos de ejemplos de dignidad política, mantener en la memoria de las nuevas generaciones la trayectoria de un hombre de la democracia, un educador popular, un emancipador de vidas y conciencias, un hombre honesto que amó la vida y bregó por defenderla.
Es una injusticia, como dice su amigo y compañero Oscar González, que no haya podido participar del estremecedor ingreso de la multitud al predio de la fatídica ESMA. De todas maneras, cuando recorrimos emocionados esa casa del horror y nos dábamos cuenta de que estábamos tomando, a nuestra manera, nuestra propia Bastilla, sentimos que nos acompañaba y nos recordaba, así que tanta lucha valió y sigue valiendo la pena.
Libertario, obsesivo practicante de la coherencia política, comprometido en el trabajo cotidiano a favor de los que más sufren, así era Alfredo.
A un año de su muerte lo recordamos como él hubiera querido: como un simple maestro. Pero también como todos los socialistas queremos y una parte importante del pueblo de nuestra ciudad así lo quiso. Alfredo Bravo: nuestro senador nacional.
* Legislador socialista de la Ciudad de Buenos Aires.

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