EL PAíS

“¿Quién se va a atrever ahora a denunciar un caso de corrupción?”

Mario Pontaquarto, autoinculpado en el affaire de las coimas, se lamentó por el fallo de la Cámara Federal y dijo que querría “estar procesado y con condena”.
Manifestó a Página/12 que De Santibañes le ofreció un trabajo en Chicago.

 Por Martín Piqué

“Después de esto, ¿quién en este país se va a atrever a denunciar un caso de corrupción?” Ayer, el ex secretario parlamentario del Senado Mario Pontaquarto se preguntaba si el fallo de la Cámara Federal no se convertiría en un inesperado leading case para el futuro. “Yo quería estar procesado y con condena”, se lamentaba el radical, vecino de General Rodríguez y ex mano derecha de José Genoud. Ironía del destino (¿o de la Justicia argentina?), el único “arrepentido” del caso de los sobornos en el Senado quería ir preso para que la Justicia le diera crédito a su denuncia. En diciembre del año pasado, Pontaquarto contó a la revista TXT que había pagado coimas a varios senadores del PJ y la UCR –entre ellos Genoud, su jefe– por orden del gobierno de Fernando de la Rúa.
En una entrevista con Página/12, Pontaquarto cuestionó la resolución de los jueces Horacio Vigliani y Martín Irurzun. “Es una risa, una cosa que no se puede creer”, dijo tras conocer las líneas principales del fallo. Luego defendió la labor de los fiscales y las pruebas que había en la investigación. También explicó cómo fue el acuerdo con la revista TXT –cuestionado por la Cámara en su fallo– y recordó que en diciembre del año pasado recibió un llamado de parte de “Fernando, de Pilar”. Aunque ya había hablado de esa comunicación en otras oportunidades, en el reportaje contó por primera vez que el ofrecimiento venía de Fernando de Santibañes y consistía en dinero “y un trabajo en la empresa que tienen en Chicago”.
–¿Qué le parece el fallo de la Cámara Federal?
–Una risa, es una cosa que no se puede creer. Yo no lo conocía, pero después de conocer los puntos salientes del fallo me parece que las irregularidades las cometió la Cámara.
–La resolución dice que la investigación fue “parcial”.
–No voy a juzgar la conducta de Canicoba Corral porque no me corresponde a mí. Lo que sí digo es que hay un trabajo previo a mi presentación en la Justicia muy importante por parte de los dos fiscales de la causa. (Eduardo) Freiler y (Federico) Delgado tuvieron una conducta y una investigación en todo este proceso. Llegaron a decir que lo único que faltaba era que hablara alguien desde adentro, que conociera lo que había pasado. Y esa persona era yo. A partir de mi declaración indagatoria, el Tribunal tomó muchas medidas de prueba: como entrecruzamiento de llamados telefónicos. Se comprobó que hubo llamados míos a la secretaria de De Santibañes (Gladys Motta) y de Gladys (Motta) a mi teléfono el día 13 de abril, el día que ingresé por primera vez a la SIDE. También se contaron los llamados de Cantarero a mi celular la misma noche del 26 (de abril), en la cual yo le pago los cinco millones de pesos en su departamento. La empresa de celulares ubica esa llamada desde Callao y Posadas, que era la ubicación del departamento de Cantarero.
–Al final, ¿qué importancia tuvo su confesión para la causa?
–No tuve una sola contradicción en la indagatoria, en las repreguntas y en los careos. Dos de los careados conmigo terminaron procesados por falso testimonio, una no se quiso presentar: fueron el chofer de De Santibañes y Gladys Motta. Genoud en el careo la pasó muy mal, y eso lo reconoció todo el Tribunal, porque no sabía cómo atajarse y qué decir. Si lo que la Cámara quiere es que yo aporte una foto del dinero o una filmación donde ingreso a la SIDE ya lo hubiese aportado antes. No tengo esas medidas de prueba. Todo lo que sabía se lo dije al Tribunal. Absolutamente todo.
–¿Usted declaró todo lo que sabía? La Cámara pide que se investigue si usted estuvo acompañado por otra persona.
–Yo no dije que estaba solo. Estaba con mi mujer. Mi esposa me esperó. Al día siguiente nos íbamos a Jordania y yo reservé una habitación en el Howard Johnson para quedarme esa noche en Buenos Aires y a la mañana siguiente irme. Aparte mi mujer conocía del tema del dinero porque lo había llevado a mi casa. Del Congreso a la casa de Cantarero hay nueve cuadras. No tardás más de diez minutos. Das la vuelta, bajás por Bartolomé Mitre, como hice yo, agarré las valijas del hotel, y se las llevé...
–El fallo recuerda que usted acordó con la revista TXT dar una entrevista y declarar en la Justicia a cambio de que se siguieran cargo de su defensa y de sacar a su familia del país.
–Cuando yo hablo con la revista lo único que les pido es que mi familia no esté en el país al momento en que yo haga la denuncia. Primero, porque iba a ser un infierno para ellos periodísticamente. En segundo lugar, porque tenía miedo de que le pasara algo a ellos y no a mí. Tenía miedo que amenazaran a alguno de mis chicos, o que le hicieran algo a mi familia, a mi mujer, a mis chicos. Yo no tenía recursos para sacar a mi familia del país. Al no haber una ley que te permita hacerlo en este país yo necesito la identidad reservada o el asilo político en otro país.
–¿Una ley del arrepentido?
–Como hay en Perú. Acá yo no tuve esa posibilidad porque no existe ninguna ley. A la revista lo único que pedí fue que contemplaran cuatro o cinco meses de mi familia viviendo afuera del país. Eso es público porque le llevé el contrato al juez. Aparte, yo lo podía haber cobrado, no decir nada y nadie se enteraba que lo cobré. Pero aparte hay otro hecho más. Dos días antes de que yo hiciera la denuncia me llamaron por teléfono, los famosos llamados del Coti (por el radical Enrique Nosiglia). Entonces la secretaria me dice “Fernando te quiere ver en Pilar”. Era para ofrecerme plata y un trabajo en el extranjero para que yo me calle.
–¿Y de qué Fernando se trataba?
–De Santibañes. Me entero después que a mí lo que me querían ofrecer era plata para sacarme afuera. Como a mí no me la ofrecieron, no puedo hablar por boca de ganso. Había una persona muy allegada a ellos que me dijo: “Te iban a ofrecer tanta guita y un trabajo en la empresa que tienen en Chicago”. Yo ni sabía que tenía una empresa en Chicago. A mí no me lo ofrecieron, me lo hicieron llegar después.
–Otra observación del fallo dice que cuando usted fue al reconocimiento de la bóveda y la caja fuerte de la SIDE no fue nadie de los imputados.
–Eso ya no depende de mí. Me llamaron para tomar unas medidas de prueba y me presenté. Yo no sé si tenía que ir alguien más. Desconozco.
–La Cámara dice que en el informe contable del dinero de la SIDE figura una “suma de efectivo incompatible con la salida de dinero que Pontaquarto afirma haber retirado”.
–Yo digo: a mí la plata me la dieron. Pero aparte iban a pagar una coima. ¿Qué pasa? ¿El contador de la SIDE sabía la plata que había para pagar una coima? Pero que se dejen de embromar...
–¿Usted quiere decir que era plata que no estaba registrada?
–¡Lógico! ¿Cómo van a tener plata registrada cuando van a pagar una coima? Es una cosa increíble, es para morirse de risa.
–El fallo dice también que no quedó corroborado que usted haya asistido a la cena de la noche con Genoud, en la que él supuestamente le preguntó por el pago a Cantarero.
–Fue en Puerto Madero, en Happening. Sí existió. Y aparte no sólo existió, sino que esa misma noche mi mujer y la mujer de Genoud fueron a comer al restaurante Prosciutto, porque no quisieron estar ahí porque estaba lleno de hombres.

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Mario “Tato” Pontaquarto, el único “arrepentido” de la causa de los sobornos en el Senado.
“No voy a juzgar la conducta de Canicoba Corral porque no me corresponde a mí”, dijo.
 
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