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Por qué el voto sobre Cuba es condena
Por Martín Granovsky
México giró en contra de Cuba en una vuelta histórica de su diplomacia y la movida dejó a Fidel Castro ante una situación inédita. El viernes, en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, una mayoría latinoamericana cuestionará a Cuba por la situación de los derechos civiles y políticos, mientras una solitaria Venezuela votará a favor de La Habana y un solitario Brasil se abstendrá, salvo que a último momento Ecuador lo acompañe. Más allá de cualquier argumentación de cualquiera de las cancillerías, la conclusión es una sola: incluso con una declaración más suave que en años anteriores, Cuba integrará la estrecha lista de los países sospechosos para la comunidad internacional. Por eso es una condena aunque la palabra condena no figure.
La decisión mexicana suma al régimen de Vicente Fox y su canciller Jorge Castañeda a un pelotón americano que ya integraban desde la semana pasada Canadá, Uruguay, la Argentina, Perú, Costa Rica, Guatemala y, desde el lunes último, Chile.
Todos votarán un proyecto de resolución de cinco puntos.
El primero reconoce los “esfuerzos” (es decir, no los resultados) hechos por Cuba para la “realización de los derechos sociales de la población” y consigna un “entorno internacional adverso” (que podría interpretarse como la baja de precios de algunas materias primas y no como una alusión al embargo). Tras ese reconocimiento, el texto “invita al gobierno de Cuba a realizar esfuerzos para obtener similares avances en el campo de los derechos humanos, civiles y políticos”.
El segundo pide la adhesión cubana al Pacto de Derechos Civiles y Políticos y al Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
El tercer punto pide el envío de una inspección por cuenta de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Mary Robinson, una propuesta más suave que la instauración de un relator especial.
El cuarto exhorta a los cubanos a arreglar los detalles de la visita.
Y el quinto compromete a los países de la comisión a seguir analizando el tema en la próxima sesión, la número 59 del 2003.
La comisión está compuesta por 53 miembros. Con el vuelco colectivo de América latina, parece difícil que Cuba escape de una censura. El probable resultado será leído como un triunfo por los Estados Unidos, que por curiosidades propias de la Comisión de Derechos Humanos, un organismo que varía sus miembros año a año, esta vez no integra el lote de los 53. Como este año la República Checa no quiso patrocinar un proyecto de resolución anticubano, y como Washington no sería de la partida, el Departamento de Estado operó en favor de que América latina asumiera como suyas las críticas a Cuba.
Ese es, justamente, el tipo de discurso que prima estos días en el continente, con las obvias y diferenciadas excepciones de Cuba, Venezuela y Brasil.
“Es una posición propiamente latinoamericana y creemos que por primera vez existe la posibilidad de que objetivamente se revise la situación de Cuba”, dijo el director ejecutivo de Human Rights Watch para el área americana, José Miguel Vivanco. “Nos parece muy pertinente que los países de América Latina tomen distancia respecto de lo que es la política unilateral de Estados Unidos frente al caso cubano”, añadió.
“México vota a favor de causas, no en contra de países”, dijo Fox en una declaración.
La canciller chilena, Soledad Alvear, dijo que con ese texto se evita el tradicional voto de condena a la isla y se proponen medidas concretas para promover las libertades públicas e individuales.
En Chile, dicho sea de paso, la decisión oficial de votar contra Cuba fue cuestionada por el Partido Socialista. La oposición de derecha también criticó la iniciativa, pero por supuesta tibieza.
En la Argentina, se sabe, el Presidente Eduardo Duhalde, que el viernes tuvo extraordinarios reflejos al condenar el golpe en Venezuela, fue encontra de su propio electorado: las dos cámaras del Congreso llamaron a votar por la abstención, junto con Brasil.
La realidad, pese a los argumentos de Vivanco y de las cancillerías de México Chile es que el objetivo de los Estados Unidos para Cuba consiste en mantener el caso dentro de lo que en la jerga de la Comisión de Derechos Humanos se conoce como “Tema 9”. En esa categoría figuran los países sospechados de violaciones sistemáticas a los derechos humanos. Además de Cuba están, por ejemplo, Irak y la República Democrática del Congo. Y no están, por ejemplo, Pakistán y China. Si este año no hubiera proyecto de resolución sobre Cuba, así se tratara de un texto para decir que Fidel Castro es el adalid de los derechos humanos pero por qué, comandante, no es usted aún más extraordinario, Cuba desaparecería como caso. Entonces, el año que viene habría que reponerlo, y eso cuesta más. De este modo, en cambio, quedó asegurado el mantenimiento. Por eso, la presunta suavidad es algo secundario.