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Los secundarios porteños, con tutores para estudiar mejor y no abandonar

Nombrarán dos mil profesores tutores en primer y segundo año del secundario y también ochocientos coordinadores de materias afines.

 Por Nora Veiras

En las aulas de primer y segundo año de las escuelas secundarias públicas de la ciudad de Buenos Aires cursan 48.500 adolescentes. La estadística muestra que un once por ciento deja en primer año y otro diez en segundo. Ese es el segmento donde se produce la mayor deserción. Para revertir la tendencia, la Secretaría de Educación porteña puso en práctica una batería de medidas: a partir de este mes se nombrarán dos mil profesores tutores, ochocientos coordinadores de materias afines, se reformularon los planes de estudio y, a lo largo del año, se analizará, junto con los rectores de cada colegio, el sistema de promoción y evaluación.
“Estamos caminando hacia un formato de escuela media distinto. La idea es lograr una escuela que esté más cerca de los chicos, que se ocupe de lo que les pasa con el aprendizaje y fortalezca primer y segundo año para aumentar la capacidad de retención”, explicó a Página/12 Roxana Perazza, la secretaria de Educación porteña. La adaptación a la variedad de profesores y materias que contrasta con una escuela primaria más unificada es una de las causas que provocan el abandono de los chicos, Perazza señaló que “el tutor es alguien que facilita el entendimiento y el proceso de acomodación de los ingresantes al sistema y, al mismo tiempo, escucha a los chicos sobre los problemas que se les presentan en las materias y en la institución”.
La movida que supone asignar cargos a docentes para que sus horas en la escuela no se consuman sólo en dictar clases sino que tengan tiempo disponible para escuchar a los estudiantes y coordinar el trabajo con otros profesores implica una partida de 4.300.000 pesos anuales. El tutor de primer año será elegido por el rector de una terna propuesta por los profesores; el de segundo año, en cambio, será designado también por el rector pero a propuesta de los alumnos. Para facilitar el proceso, la dirección de la escuela aportará a los alumnos un listado de los profesores del curso que aceptarían desempeñarse como tutores y que estarían en condiciones formales de hacerlo. También se prevé un coordinador de tutorías. Los tutores recibirán un plus salarial equivalente a tres horas cátedra y los coordinadores de materias afines, a seis horas cátedra.
La subsecretaria de Educación, Sandra Terigi, explicó que “los profesores de cualquier materia pueden ser tutores. Nosotros estamos dando capacitación especial y la idea es que a medida que el sistema se afiance la capacitación específica se transforme en un requerimiento para acceder a ese lugar”. El equipo de Perazza señala que estos cambios son posibles porque se dan en el marco de un proceso en que las tutorías y las coordinaciones de materias afines funcionaron como experiencias piloto en varios establecimientos y ahora se extienden a la totalidad del sistema. La realización de concursos –durante el año pasado– para renovar las plantas directivas fue otra de las piezas clave para poner en marcha los proyectos institucionales que le den identidad a cada establecimiento. “Apuntamos a que haya más gente con más tiempo en la escuela, con menos anonimato en la relación con los chicos, que haya más adultos cerca de los pibes”, señaló Terigi.
Con esa lógica de cambios estructurales aunque poco “marketineros”, Perazza dijo que durante este año analizarán la modificación del régimen de evaluación con todos los directivos. En los secundarios porteños, las materias se promocionan con 6 en forma trimestral y cuatrimestral en algunos colegios. Una alternativa es que en algunas asignaturas se rindan exámenes finales y también rever el régimen de alumnos repetidores, porque actualmente tienen que recursar todas las materias no sólo las que desaprobaron y, paradójicamente, el rendimiento es peor en la segunda oportunidad.
El Consejo Federal de Educación –que nuclea a todos los ministros del país– aprobó la realización de un examen final al término del secundario cuya definición quedó a criterio de cada provincia sin ningún tipo de precisión unificadora. La ciudad de Buenos Aires no acordó con la propuesta porque está embarcada en una revisión global de la evaluación. Los reparos de Perazza provocaron el malestar del ministro Daniel Filmus, quien había impulsado la propuesta. La tirantez de la relación entre el ministro y su sucesora en la gestión de Aníbal Ibarra ya son un secreto a voces y desde la Nación se multiplican las versiones sobre el relevo de Perazza.

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