EL PAíS › LA CAUSA ANGELELLI EN EL CHAMICAL
“Hay un despertar riojano”
“Noto un despertar en La Rioja y una adhesión muy fuerte a los postulados y la memoria de Angelelli”, afirma Delfor “Pocho” Brizuela, cura párroco de Chamical y uno de los impulsores de la reactivación de la causa en la que se investiga el asesinato del obispo Enrique Angelelli, que la dictadura intentó ocultar como un accidente automovilístico. Brizuela conoció a Angelelli cuando era adolescente y en la actualidad encabeza los actos que se hacen el 4 de agosto, cuando se cumple un aniversario de su asesinato en 1976. En el último acto, recibió al presidente Néstor Kirchner y le pidió la reapertura la causa, que estaba estancada desde la sanción de las leyes de impunidad. Kirchner aseguró que Angelelli “no murió en un accidente. Lo mataron por defender la verdad y la justicia”.
–¿Qué significa para usted la reactivación de la causa de Angelelli?
–Veíamos que el tiempo pasaba y que la causa iba a quedar en una expresión de deseos. Pero la política de derechos humanos de estos dos últimos años ha ayudado, no sólo en el caso de Angelelli, sino en el de los miles de hermanos desaparecidos. Vemos que la porfiada decisión de mantener viva su memoria en las épocas de plomo están dando sus resultados. No es una concesión del poder, sino la conquista de una lucha perseverante de todos los militantes sociales y populares que hemos mantenido viva la memoria.
–¿El encuentro con Kirchner sirvió para darle impulso a la causa?
–Nosotros, los sacerdotes de la zona de los llanos donde se cometieron dos de los asesinatos (de Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias), antes de que él viniera le mandamos un pedido concreto: que él como Presidente asumiera la responsabilidad del estado, ya que tanto Angelelli como nuestros hermanos palotinos fueron víctimas del terrorismo de Estado. El Presidente fue mucho más allá: recibió con agrado ese pedido y lo expresó el último 4 de agosto: dijo que a Angelelli lo mataron los militares.
–¿Usted confía en que la Justicia podrá encontrar a los responsables?
–No confío tanto por los jueces, sino por la presión positiva que ejerce la sociedad. Creo ser una espina que va a estar allí machacando para que se actúe con celeridad y con profundidad.
–¿Qué recuerda de Angelelli?
–Yo era un jovencito de secundaria, pero lo recuerdo como quien realmente nos sacó a los riojanos la venda de los ojos. Yo formaba parte de sus grupos de aquel tiempo, donde muchas personas anhelábamos la irrupción de una sociedad más justa y más igualitaria. Era admirable su valentía, su claridad conceptual, su apertura a los problemas de la sociedad, más allá de lo estrictamente religioso. Todo eso fue realmente revolucionario.
–¿Cómo contrastó la actitud de Angelelli ante la dictadura con respecto a otros sectores de la Iglesia?
–Su figura se agiganta por eso. Si hubiese estado Angelelli, la sociedad argentina hubiese podido visualizar otro rostro de Iglesia al que lamentablemente hemos tenido que asistir: una Iglesia callada a veces por miedo y a veces por complicidad. En algunos casos, los mismos jerarcas de la Iglesia, como (el capellán castrense Victorio) Bonamín, justificaron el genocidio. Nada tiene que ver con la predicación de cristo.
–¿Cuándo fue la última vez que lo vio a Angelelli?
–Una imagen que tengo es la del primer domingo de julio de 1976. Después de una homilía que, como siempre, era polémica e interpeladora, se juntó con nosotros a tomar mate a la tarde en la cocina humilde que tenía en la catedral. Hacía frío. Y estaba muy golpeado porque habían detenido a otros sacerdotes. Sentía el acoso: “Soy como un leproso, el que se junta conmigo queda crucificado”, nos dijo.
–¿Cómo lo recuerdan en la actualidad todos los 4 de agosto?
–Hay una gran identificación en La Rioja, que ahora ha cobrado mucho más fuerza. Noto un despertar en La Rioja y una adhesión muy fuerte a los postulados y la memoria de Angelelli.
Reportaje: Werner Pertot.