Entre los últimos documentos hallados en la pesquisa de los espías de la Armada hay un folio con información sobre el mismísimo juez de la causa. En la carpeta de Jorge Pfleger había una foto, apuntes de sus clases en la universidad y una definición parecida a las que se conocieron sobre el seguimiento a periodistas y referentes de organizaciones sociales y políticas: “Liberal”, “ambiguo” con “tendencia social”, “defensor de los derechos humanos”, escribieron los malogrados agentes sobre el juez. Por su parte, Pfleger ayer tomó una decisión de cierto voltaje político: ordenó allanamientos de todas las unidades de inteligencia de la Armada del país, entre ellas la base Puerto Belgrano y el quinto piso del Edificio Libertad, pleno corazón de la Fuerza. Según el juez, “todo parece indicar que la información sube, pero no sabemos qué se hacía ni por orden de quién”. La Justicia federal porteña allanó e inspeccionó el Edificio Libertad, en Retiro, durante cinco horas: el procedimiento no arrojó resultados positivos aunque el lugar permanece fajado.

Durante el último allanamiento en la base marina de Trelew, Pfleger se llevó material impreso, archivos en videocasete y cuatro computadoras, dos de ellas portátiles. Los primeros chequeos de todo ese material se hicieron el lunes, pero continuaron durante todo el día de ayer. Según las fuentes con acceso a la causa, los equipos de computación concentrarían parte de la documentación más importante. Al parecer, dijo el juez Pfleger al finalizar la jornada, los elementos localizados en esos archivos están materializando la información que contenía la denuncia presentada por el testigo clave de la Armada.

Entre los nuevos documentos, el juez encontró su propia ficha actualizada hasta el enero de 2006. Además de aquello de su filiación liberal, los espías agregaron una foto suya con unos kilos de más. Como sucedió con la ministra de Defensa Nilda Garré o con los legajos de los funcionarios de la provincia de Chubut, la ficha del juez Pfleger contiene datos que dan cuenta de un seguimiento detallado. Menciona que “voló en un avión militar”, por ejemplo. O da cuenta de sus ideas, de aquellas que habitualmente el juez manifiesta durante las clases de Derecho Político y Constitucional que da en la universidad. Por esa razón, Pfleger se inclinó a pensar que los datos contenidos en sus fichas fueron producto de notas tomadas por alguna persona que presenció las clases en la universidad.

Con el material recogido hasta ahora, el juzgado empieza a estar en condiciones de darle algún tipo de orden a las más de cien carpetas halladas en la oficina de inteligencia de la Armada. No por casualidad ese orden parece repetir el modo de organización y de espionaje que llevó adelante durante más de cincuenta años la policía de la Provincia de Buenos Aires en lo que hoy se conoce como la ex Dipba, la División de Inteligencia de la Policía de la Provincia cuyos archivos custodia ahora la Comisión Provincial por la Memoria. Como sucedió allí, la filial Chubut de la marina tenía a la población dividida por “factores”: hay factores indigenistas, gremiales, políticos, “estudiantil y droga”. Además, hay otras dos carpetas específicas: una con absolutamente todos los nombres de los funcionarios del gobierno provincial y otra sobre el Poder Judicial.

Aun así, en ocasiones el criterio de recolección del material y el seguimiento de los casos parece arbitrario. Eduardo Hualpa es el abogado del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) que el viernes pasado acompañó la presentación judicial de la denuncia. Uno de los legajos que le pareció más impresionante, explica, es uno de la “comunidad galesa”. “Esa comunidad acá es muy importante y siempre se la toma como un ejemplo de la buena integración entre una población local y una de afuera”, explicó, sorprendido por el dossier que incluye un informe bien documentado sobre la historia de los pobladores en el lugar. Fuera de los galeses, Hualpa pudo probar la existencia de los legajos “con detalles impecables” de dirigentes piqueteros de Trelew. Como con el resto de los casos, los informes en general están certificados con distintos tipos de letras: A1, A2 o D2 son algunos de los ejemplos que dan cuenta, aparentemente, no sólo de la posible identidad del autor sino del grado de fiabilidad.

Desde el comienzo los investigadores tratan de encontrar las pruebas que les permita pensar la base Almirante Zar como un engranaje de una cadena, cuya cabeza está en otro lado. Prueba de ello, sería una especie de reglamento interno con explicaciones sobre categorías, tipos de seguimiento y clasificación del personal y objetivos que incluyen memos de la Fuerza. El lunes pasado, durante una conferencia de prensa el gobernador Mario Das Neves dio cuenta de un memo distinto pero de características similares. Referido por el Comando de Operaciones Navales de Puerto Belgrano exigía partes de información semanal los días miércoles a las 12 del mediodía.

En ese contexto, el juez ayer solicitó sendos allanamientos en el Edificio Libertad y en la base de Puerto Belgrano de Bahía Blanca. “Quiero buscar los dos extremos de la ecuación –dijo ante una consulta de este diario–. Eso implica buscar las dos o tres puntas” posibles de la cadena de trasmisión de la información.

Mientras distintos referentes locales aseguran que la información que se va develando es más grave cada vez, el juzgado negó que la existencia, hasta ahora, de un dossier a nombre de Néstor Kirchner. De ahora en más, la pesquisa se hará dentro y fuera de los límites de Chubut. El subjefe del Estado Mayor de la Armada, vicealmirante Benito Italo Rótolo, concurrió personalmente al juzgado de Pfleger para ponerse a disposición de la causa. Preocupado, acudió para asegurar la colaboración y una asistencia mutua en la investigación.