Miércoles, 22 de marzo de 2006 | Hoy
El almirante Jorge Godoy dijo que el espionaje en la base de Trelew “echa un manto de sospecha por sobre toda la Armada”. No presentó su renuncia.
“Soy el máximo responsable de la Armada y me hago cargo de todo.” El jefe de la Marina, Jorge Godoy, admitió ayer que el caso de espionaje en la Base Almirante Zar de Trelew lo compromete como conductor de la institución. “Soy el máximo responsable de la conducción de la Armada y me hago cargo de todo esto. Este hecho tira un manto de sospecha por sobre toda la Armada que no nos beneficia para nada”, dijo en un reportaje radial. “Yo no le entregué la renuncia a nadie. Acá evidentemente nos encontramos frente a un hecho, en principio, aislado”, agregó. Godoy aseguró que la información obtenida por el Servicio de Inteligencia Naval en la base de Trelew “no le sirve absolutamente a nadie”. “Realmente yo todavía no me puedo explicar cómo puede haber gente que se dedique a estas cosas”, aseguró.
Como jefe del Estado Mayor General de la Armada, Godoy no evitó reconocer su responsabilidad por el hecho. Sin embargo, también buscó minimizar la importancia de la información que se encontró en la Base Almirante Zar. “Tenemos que salir a aclarar, explicar lo inexplicable, porque esto no tiene ningún sentido. No es información que nos sirva a nosotros, a la conducción de la Armada, para realizar operaciones militares ni para saber lo que pasa en el Mar Argentino... la orientación (sexual) o las costumbres de alguna persona”, afirmó.
Godoy adjudicó a un error la investigación y la recolección de datos sobre funcionarios, periodistas y militantes de Chubut. “Evidentemente ha habido una falla importante en todo. Lejos de beneficiarnos, nos pone en una situación bastante complicada”, argumentó. La hipótesis del error constrastó con lo que reveló ayer el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, quien contó que en la documentación hallada en la base naval (unas cien carpetas) se encontró un “memo firmado donde se dice claramente que toda la información recopilada tenía que ser enviada todos los miércoles a las 12 al comando de operaciones navales de Puerto Belgrano”.
Con esos antecedentes, Godoy intentó despejar cualquier sospecha sobre él. “Si logramos poner sobre la mesa las luces y las sombras de esta circunstancia desgraciada, creo que podemos empezar a recobrar la confianza que se puede haber perdido por este hecho desgraciado”, dijo. Aunque reconoció que su continuidad depende del Presidente y de la ministra de Defensa, Nilda Garré, negó que hubiera puesto la renuncia a disposición de Kirchner. “Yo no le entregué la renuncia a nadie”, aclaró. Luego informó que ordenó cerrar las diez oficinas de inteligencia de la Armada –todas las dependencias del Servicio de Inteligencia Naval (SIN), cuyas puertas fueron fajadas– “y pasar una inspección exhaustiva sobre cada una de ellas, sobre el manejo de la información, las labores que están realizando cada una de ellas”.
Aparte de Godoy, ayer salió a hablar uno de los oficiales de la Armada involucrados en la denuncia. Nada menos que el propio jefe de la Base Almirante Zar, el capitán José Giaquinta. “Por la imagen de la Armada y por la imagen personal mía, ya que soy un hombre muy conocido en la ciudad de Trelew, éste es un hecho que me da vergüenza. Hay que esperar y ver las responsabilidades y los alcances de lo que pasó. Yo me limito a esperar en el tiempo y que se haga justicia y, si acá se cometieron irregularidades, el que tenga que pagar, que pague”, dijo. Giaquinta también reconoció que si la Justicia determina que él fue responsable por el espionaje ilegal tendrá que “pagarlo”.
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