EL PAíS › EL GOBIERNO TRATO DE DEMOSTRAR CALMA
Con cara de poker
El Gobierno lo sabía desde hace tiempo, y se preparaba para enfrentar la noticia y su repercusión en los mercados. Pero, finalmente, a pesar de las prevenciones y los anuncios, la renuncia del titular del Banco Central, Mario Blejer, se produjo en el peor momento: en medio de una crisis imprevisible que, por efectos del contagio, se extiende sobre Uruguay y Brasil. Ayer, mientras Eduardo Duhalde confirmaba el alejamiento de Blejer, que se concretará el 30 de junio, el real registraba su mayor caída del año y el riesgo país brasileño superaba los 1700 puntos. En el Ejecutivo, sin embargo, le restaron importancia al hecho y trataron de mostrar optimismo: el propio Duhalde, desde Salta, admitió que el ex funcionario del FMI le había anticipado su renuncia “hace 25 días” porque quería “ocupar otras funciones en el mes de julio en Estados Unidos”.
Mientras los indicadores económicos de toda la región mostraban la extensión de la crisis económica, el Presidente intentó mostrarse optimista. Como tantas otras veces, Duhalde expresó su confianza en que dentro de poco tiempo mejorarán los números y se elevará el nivel de actividad económica. “En un trimestre vamos a terminar con la recesión”, anunció ayer, a pesar de que en Brasil, Uruguay, Chile y hasta México coincidían las malas noticias.
Sin embargo, a pesar del mensaje de optimismo, en el Ejecutivo seguían con temor la evolución de la crisis económica. En ese sentido, Duhalde admitió en forma indirecta que se equivocó cuando anunció que el final de la recesión se produciría en el mes de julio. “Entiendo que hay un horizonte de rentabilidad, pero lamentablemente no funciona el sistema de crédito. Cuando se previó el mes de julio para el fin de la recesión era cuando se cumplía el primer trimestre del acuerdo con el fondo”, dijo. “Estamos frente a una limitante externa que son las demoras en el acuerdo con el FMI”, agregó.
Aunque reconoció que el acuerdo con el FMI “está demorado”, Duhalde se mostró confiado en que las gestiones darán éxito, aun con el alejamiento de Blejer. Para ello, confía en las gestiones del ministro de Economía, Roberto Lavagna, quien por ahora contará en el Central con un hombre de su confianza, el actual vicepresidente de la entidad, Aldo Pignanelli. El propio Duhalde ayer elogió expresamente a Lavagna, de quien dijo que “goza de toda la confianza del Presidente y está realizando una muy buena tarea”. Lo afirmó durante una conferencia de prensa que dio en Salta, adonde viajó para participar de una cumbre con gobernadores del PJ (ver página 8).
En el entorno de Duhalde, en tanto, trataron de encontrar el lado positivo del alejamiento de Blejer. Conscientes de que el ex funcionario del FMI mantuvo un largo entredicho con Lavagna, los asesores del Presidente elogiaron públicamente al titular saliente del Banco Central. “Es una pérdida –aseguró a este diario el vocero presidencial, Eduardo Amadeo–. Es un funcionario que ha demostrado ser competente y leal con el Gobierno.” En la misma línea que Duhalde, Amadeo trató de restarle dramatismo a la anunciada dimisión de Blejer: “Sabíamos que esto iba a suceder, y sabemos que es por razones personales.”
Finalmente, el vocero oficial, se propuso encontrar el lado positivo de la renuncia: “Esto (la dimisión de Blejer) será bueno porque permite dar seguridades, ya que el presidente del Banco Central entrante acordará con el Fondo y luego ejecutará el acuerdo monetario”, aseguró a Página/12. El curioso argumento sonó un poco forzado en medio del continuo avance de la crisis económica por todo el Cono Sur. De todas formas, aunque no lo admitan públicamente, en el Gobierno están muy alarmados por la situación. Saben que el “efecto contagio” no sólo puede arruinar la fiesta verdeamarelha, si Brasil gana el Mundial. También puede postergar para siempre las promesas de Duhalde sobre el final de la recesión.