Viernes, 12 de mayo de 2006 | Hoy
El presidente de Austria, Heinz Fischer, le preguntó a Néstor Kirchner sobre el conflicto con Uruguay. Fue durante la reunión bilateral que mantuvieron ayer. El Presidente hablará hoy en la apertura de la cumbre y hará referencia al tema ambiental.
Resultó una muestra palpable de que el tema ya se ha instalado a nivel internacional. El presidente de Austria, el socialdemócrata Heinz Fischer, le preguntó a Néstor Kirchner sobre el conflicto con Uruguay por las papeleras. Fue durante la reunión bilateral que mantuvieron –la primera del presidente argentino en Viena– ayer al mediodía en el Palacio Hofburg. Luego del encuentro, tanto el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, como el canciller Jorge Taiana puntualizaron que la consulta fue al final y ocupó sólo un pequeño segmento de una reunión que se ocupó en su mayor parte de temas más generales. Pero lo cierto fue que hubo una consulta, a la que Kirchner respondió haciendo una cronología de los hechos y detallando la posición argentina. “Queremos que las empresas europeas respeten las mismas normas de protección del medio ambiente que existen en Europa”, sostuvo. Ese concepto, el de Europa transmitiendo al sur la contaminación que no desean en sus costas, será uno de los puntos fuertes del discurso que el Presidente dirá hoy en la apertura de la IV Cumbre de la Unión Europea y América latina.
Kirchner también le dijo a Fischer que se le pidió a las empresas que fabricarán pasta de celulosa que hicieran un estudio de impacto del medio ambiente que nunca prepararon. También que las expectativas de producción de las plantas no permite tomarlas a la ligera: ellas solas fabricarán el doble de lo que actualmente se produce en Argentina. Por lo tanto, concluyó Kirchner, hubo una violación del Estatuto del Río Uruguay. “Para que haya entendimiento con efecto transfronterizo debió haber habido un acuerdo de parte de la Argentina, que no se otorgó”, explicó Taiana en el lobby del hotel Sacher, donde se aloja la comitiva.
Fischer no hizo repreguntas y, según el relato de los argentinos que participaron del encuentro, hubo gestos de asentimiento de parte de los austríacos, en señal aparente de que entendían los motivos de queja argentinos que ya tramitan en la Justicia internacional.
Además de Fernández y Taiana, en la reunión estuvieron la senadora Cristina Fernández de Kirchner, el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini; el titular de la Cámara de Diputados, Alberto Balestrini, y el senador José Pampuro. Fischer los recibió y los despidió al pie de una escalera de mármol que conduce a su despacho, en el Hofburg, un complejo de edificios majestuosos que reflejan parte del esplendor de lo que fue el imperio astro-húngaro. La Ringstrasse, la avenida donde se ubica, está considerada una de las más monumentales del mundo, jalonada de palacios en donde hoy funcionan museos, teatros y oficinas gubernamentales, como en el caso de la del presidente Fischer. Por allí también pasó Hitler, aclamado por los austríacos, tras la anexión de 1938.
Austria, igual que Alemania, tiene un sistema de presidente y primer ministro, al que denominan canciller federal. En rigor, los asuntos de gobierno son manejados por el canciller. Fischer llegó a la presidencia en 2004, tras derrotar con amplitud al oficialismo conservador. Apenas recibió a Kirchner y su comitiva, el presidente les avisó que estaba muy al tanto de los asuntos argentinos a través de lo que le contaba su amigo, Victor Klima, socialdemócrata como él, ex canciller y actual presidente de Volkswagen. Klima estuvo con Kirchner en Alemania y hace poco pasó por Buenos Aires para lanzar un nuevo modelo de la marca producido íntegramente en la Argentina. “Por eso sé de la recuperación económica”, lo alabó Fischer a Kirchner. También lo felicitó por la elección de la Argentina como integrante del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, una decisión que tiene muy contentos a Kirchner y a los suyos. Y marcó como un eje de la labor de Kirchner la preocupación por relacionar la democracia con la acción social, preocupación que dijo compartir.
Los presidentes intercambiaron experiencias sobre los procesos de integración de ambos continentes, al fin, la razón de la convocatoria de la cumbre. Kirchner hizo un poco de historia acerca del Mercosur. Explicó que debido a las dictaduras militares primero y a las crisis económicas luego, Brasil y Argentina no habían podido ejercer el liderazgo deseable en la región de manera de ayudar a los países más pequeños. Y fundamentó la aparición en escena de Venezuela y de Bolivia, que por su potencial energético ejercen como nuevos factores de poder en la región. No hacía falta que le explicara mucho más. Justo en ese mismo momento, a unas cuadras de allí, Evo Morales hacía declaraciones que de nuevo volvían a poner en jaque las relaciones dentro del bloque.
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