Viernes, 12 de mayo de 2006 | Hoy
El sector de la biblioteca del Congreso que aún funciona en el Palacio conserva sus revestimientos y balcones de madera original y los gobelinos donados por la Infanta Isabel de Borbón en 1910. En el fondo domina un reloj de pie –réplica de uno similar que perteneció a Luis IV– que se llevaron los militares durante la dictadura y el Congreso pudo recuperar. Y en un rincón del tercer piso, sobre la calle Rivadavia, funciona la Biblioteca Reservada, que contiene las Colecciones Especiales, un área para libros y publicaciones antiguas y valiosas. En un ambiente que parece detenido en el tiempo, los investigadores tienen a su disposición la Colección Reservada (con ediciones del siglo XVI en adelante), la que fuera biblioteca personal de Juan María Gutiérrez, la colección personal del taquígrafo Miguel Palant y la Biblioteca Peronista. Sólo con sus manos cubiertas con guantes de plástico, los lectores pueden recorrer las páginas de La Razón de mi Vida en griego, árabe o braille, o el drama quichua Ollantay, en tres actos y en verso, de 1876. También puede ser consultado un archivo sonoro en casetes con testimonios del atentado contra la AMIA. Los bibliotecarios atienden de 8 a 19.
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