Viernes, 7 de julio de 2006 | Hoy
Así caracterizó el Turco Julián a una de sus víctimas, a quien asesinó en El Olimpo. Lo aseguró el sobreviviente Mario Villani. También declararon los ex detenidos Mónica Brull y Jorge Alberto Braiza.
“Menos mal que se murió ese judío de mierda porque si no lo tenía que soltar.” El ex detenido Mario Villani relató en el juicio a Julio Simón (alias El Turco Julián) que el represor le dijo esa frase tras torturar hasta la muerte a un joven al que consideraba “un maestro judío y comunista” que “pervertía las mentes infantiles”. Villani contó que el represor lo torturó “con un cable pelado”. “Le había metido un palo de escoba en el ano y con el traspaso de la electricidad el cuerpo se agitaba mucho, así que el palo lo destrozó por dentro”, detalló. El ex detenido nunca pudo saber el nombre del maestro asesinado, que estaba afiliado al PC. El Tribunal escuchó además a otros dos sobrevivientes, que dijeron que Simón se manejaba “como si fuera el dueño” del centro clandestino.
En la cuarta jornada del juicio por la desaparición de José Poblete y Gertrudis Hlaczik y la apropiación de su hija Claudia Victoria Poblete, Villani contó que era secretario académico de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de La Plata y militaba en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) cuando lo secuestraron. Pasó por El Atlético, El Banco y El Olimpo, tres centros clandestinos que iban trasladando con los mismos represores y –en algunos casos– con los mismos desaparecidos.
Pasó luego por la división Cuatrerismo de Quilmes y la Escuela de Mecánica de la Armada. Como había narrado en su declaración en el juicio a las juntas, Villani explicó que –como es físico– los represores le exigieron que reparara la picana eléctrica. Se negó. Pero entonces empezaron a utilizar otro equipo “que era más mortal, pues no tenía limitación”. Finalmente, reparó la picana, pero le colocó un “condensador más chico que genera menor energía”. Antes de Villani, escucharon a la sobreviviente Mónica Brull, que es ciega. Relató que en el momento de su secuestro, con 21 años y embarazada de dos meses, un represor, que se bajó de un auto, le ofreció ayudarla a cruzar la calle.
–Yo no quiero cruzar –le dijo.
–Caminá, que ya perdiste –fue la respuesta del secuestrador.
Relató que entró al Olimpo, mientras escuchaba “gritos, alaridos y sollozos”. Brull explicó que Simón era un de los que torturaba. “Era el que mandaba”, precisó. Cuando la llevaron a la sala de torturas, otro represor le advirtió a Simón que ella estaba embarazada. “Si con la otra que llevaba siete meses de embarazo no pasó nada, con ésta menos. Dale máquina, nomás”, le respondió el represor, antes de que comenzaran a picanearla. En su declaración ante el juez Daniel Rafecas, había explicado que se ensañaron con ella por dos motivos: porque era judía y porque no lloraba, lo que enfurecía a los torturadores.
El último testigo, el ex detenido Jorge Alberto Braiza, contó su cautiverio en El Olimpo, luego de ser secuestrado en 1978. A mediados de diciembre, lo dejaron salir con libertad vigilada. Aseguró que debía llamar por teléfono en forma periódica a los represores, reunirse con ellos y recibir visitas en su casa. Siempre le advertían que no debía “cometer ningún error, porque los vamos a hacer cagar”. Pocos días antes de que asumiera como presidente Raúl Alfonsín, un represor lo fue a ver por última vez y le anunció: “Aunque (el ex dirigente montonero Mario) Firmenich sea presidente, nosotros vamos a seguir estando”.
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