EL PAíS
Amenazas a los testigos de la masacre de Avellaneda
Uno de los heridos, un abogado, la testigo que identificó a uno de los muertos y un fotógrafo son algunos de los amenazados. Los autores tienen infraestructura y respaldo.
“Decile a Mariano que se ponga a estudiar y que se deje de hablar boludeces”, le dijo un desconocido a Betty Benítez, madre de uno de los jóvenes baleados en el local del Partido Comunista el 26 de junio. El apriete –descripto el miércoles en la fiscalía 5 de Lomas de Zamora– no es un hecho aislado sino que forma parte de una la larga lista de amenazas e intimidaciones contra abogados, militantes y testigos de la masacre de Puente Pueyrredón. “La forma en que están amedrentando nos hace pensar que se trata de un grupo con infraestructura y respaldo estatal”, afirmó ayer Claudio Pandolfi, abogado de la Correpi y una de las víctimas de las amenazas.
El sábado 29 de junio, Sergio Kowalewsky –el fotógrafo que vio cómo la policía disparó contra Darío Santillán– recibió un llamado a su teléfono particular. “Te vamos a reventar” dijo una voz masculina, antes de cortar. A los pocos días la esposa atendió una segunda comunicación con otra advertencia: “Cuídense”. Aunque los hechos ocurrieron hace más de un mes, el fotógrafo recién realizó el miércoles la denuncia judicial, en la fiscalía del doctor Juan José Vaello. “Las amenazas fueron hechas a un teléfono particular, que es bastante nuevo y que no conoce mucha gente”, afirmó Kowalewsky a Página/12.
El miércoles también declaró en Lomas de Zamora la madre de Mariano Benítez, que fue interceptada hace casi un mes por un desconocido cerca de su casa, en el barrio de Lanús. “`Que se ponga a estudiar y se deje de romper las pelotas’, le dijo, haciendo referencia a las actividades de su hijo, que es estudiante universitario”, aseguró ayer Pandolfi. Mariano tiene 24 años, sigue la carrera de Sociología y milita en el Movimiento de Trabajadores Desocupados Teresa Rodríguez. El 26 de junio, mientras se refugiaba de la represión en el local de Izquierda Unida, recibió una desacarga de perdigones de goma en la cabeza.
El martes 23 de julio Elisa Delboe, una piquetera del Movimiento Trabajadores Desocupados de Guernica –el mismo donde militaba Maximiliano Kosteki– fue interceptada por un Peugeot 504 sin matrícula. “Volvía a mi casa por la noche y me encararon dos hombres que empezaron a amenazarme”, declaró ayer a este diario. “También hablaron de mi hija, que en ese momento no me acompañaba: ‘Está fuerte la yegüita’, dijeron”. Delboy –que fue una de las personas que reconoció el cuerpo de Kosteki luego de la masacre de Puente Pueyrredón– concurrió el miércoles pasado a la fiscalía de Vaello para radicar la denuncia, aunque por cuestiones de jurisdicción le recomendaron presentarse en los próximos días en La Plata para concretar el trámite.
La Correpi también informó que, poco después de las muertes de los piqueteros, una empleada de un comercio de la estación Avellaneda fue visitada por personal policial que le “recordó” que ella no había visto nada porque “tenía los ojos irritados por los gases”. Durante esta semana, algunos vecinos del barrio también denunciaron a los medios que habían sido presionados para no hablar con la prensa. Según Pandolfi, quien también fue amenazado de muerte telefónicamente el primero de julio, “recién ahora estamos logrando que las personas denuncien judicialmente los hechos”. “Los autores no son un grupo de locos enojados, acá hubo infraestructura: autos sin matrícula, llamadas a teléfonos difíciles de conseguir. Creemos que se trata de un grupo que quiere amedrentar demostrando que tiene respaldo estatal”, agregó.