En un encuentro reservado que mantuvieron en Tarija, Bolivia, Néstor Kirchner le pidió a Hugo Chávez que la petrolera Pdvsa salga a aclarar el escándalo de la valija con 800 mil dólares que el misterioso hombre de negocios Guido Alejandro Antonini Wilson intentó ingresar al país. También le solicitó que el gobierno venezolano actúe como el argentino, en referencia al despido del titular del Occovi, Claudio Uberti, uno de los funcionarios locales que participó del vuelo. Según el relato que anoche hacían en la Casa Rosada, Chávez le contestó que la cuestión le resultaba ajena pero que daría las instrucciones para que se procediera de esa manera. Resultado: horas después el presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, calificó el affaire como “lamentable” y anunció que iniciaría una investigación interna. Además, importantes dirigentes chavistas reclamaron la renuncia de los ejecutivos de la petrolera que acompañaron a Antonini Wilson en el fatídico vuelo. Se esperan novedades.

La cita boliviana había sido pautada el lunes, cuando Kirchner y Chávez se encontraron en la Casa Rosada. Resolvieron que se juntarían con Evo Morales en Tarija para anunciar inversiones y un acuerdo energético (ver página 5). Pero entre una reunión y otra, la cuestión de la valija explotó.

Hasta ayer, ambos gobiernos habían manejado el entuerto de manera muy diferente. Kirchner resolvió el jueves echar a Uberti, evaluando como un error grave que hubiera permitido subir al avión privado rentado por Enarsa a gente que no conocía. “Yo no tapo nada”, explicó horas después el Presidente en un acto en Moreno.

Chávez, en cambio, de movida tildó la noticia como “falsa de toda falsedad” y parte de “un plan del imperialismo” que buscaba empañar su gira por la región. La rápida resolución de Kirchner de despedir a uno de sus funcionarios que más trabajaba en las cuestiones bilaterales sumió a los venezolanos en el silencio.

Era evidente que Kirchner y Chávez necesitan ponerse de acuerdo en la manera de encarar el problema, que ya se había convertido en la principal noticia para los medios argentinos y venezolanos.

La línea de centrar las culpas en Pdvsa ya había sido explorada aquí por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. “Acá hay algo que tienen que explicar los que nos pidieron que subamos a este señor y los que aparentemente lo conocen”, subrayó ayer, antes aun de saberse los resultados de la cumbre boliviana. La referencia era al hijo del vicepresidente de Pdvsa, Daniel Uzcateguy Speech. Según el relato oficial, Uzcateguy Speech fue quien le solicitó a Uberti un lugar para su amigo Antonini Wilson y su valija.

Alineados

Los discursos de Kirchner y Chávez salieron afinados. En Tarija no hubo ninguna referencia al conflicto de la valija e insistieron en alabar la integración regional. Además, prometieron reforzar los grandes proyectos conjuntos que hoy están un poco decaídos, como el del Gasoducto del Sur y el del Banco del Sur.

La buena sintonía en público había quedado sellada en privado. La muestra de la coincidencia de Chávez a la pauta que le presentó Kirchner se reflejó enseguida en las repercusiones que comenzaron a llegar desde Caracas. Donde antes había silencio comenzó a haber exigencia de respuestas, con los cañones apuntando hacia Pdvsa.

El vicepresidente segundo del Congreso venezolano, el diputado chavista Roberto Hernández, pidió la renuncia de los directivos de la petrolera estatal que habían viajado junto a Antonini Wilson. “Deben ser botados de Pdvsa, no tiene por qué andar con un delincuente”, soltó.

Los integrantes del gabinete de Chávez evaluaron el incidente como lamentable. El ministro de Finanzas, Rodrigo Cabezas, remarcó el “poco común” hecho que alguien hubiera podido salir de Venezuela con un maletín con 800 mil dólares cuando la legislación no permite que se lo haga con más de 10 mil en efectivo y reclamó una investigación. “Contra la corrupción no debe haber mera crítica”, sostuvo.

La indignación venezolana fue in crescendo. El Ministerio público anunció que le pediría a su par argentino, la Procuración General que encabeza Esteban Righi, información sobre lo investigado hasta el momento para saber si correspondía que allí también se abriera un expediente.

La última reacción quedó en boca de Ramírez, el presidente de la petrolera cuestionada para entonces tanto aquí como allá. “Es un incidente lamentable que se ha producido, entendemos que la administración argentina está actuando y está desarrollando todo un proceso de acuerdo a su investigación”, sostuvo. Y añadió: “Nosotros tenemos pendiente abrir un proceso de investigación sobre la presencia de funcionarios de Pdvsa en este incidente y determinar las circunstancias en las que eso se produjo”. Por la noche, en la Casa Rosada estaban conformes con el saldo que arrojaba una jornada delicada. Consideraban que habían podido mantener su acuerdo estratégico con Chávez en pie, luego de un par de días de mensajes envenenados. Al mismo tiempo tenían la esperanza de haber “encapsulado” el problema de valija entre Uberti, por el lado argentino, y los ejecutivos de Pdvsa, por el bando venezolano. Por supuesto, descontaban que las personas que habían viajado en el avión serían separados de la petrolera en el corto plazo.

Mientras esto sucedía, ajeno a todo, Antonini Wilson no dio señales de vida. Según la información que manejaba el gobierno argentino, el dueño de la valija permanecía en Miami, la ciudad donde vive la mayor parte del año en un lujoso condominio y es el centro de sus negocios de rubro indefinido, pero que evidentemente le permiten manejar grandes sumas de dinero con soltura. Se dice que ya designó abogado pero que no dará la cara hasta que no tenga armada su defensa judicial.