EL PAíS › LA JORNADA NEOYORQUINA DE LOS KIRCHNER CON EMPRESARIOS Y BILL CLINTON

La economía en el centro de la escena

Cristina Fernández de Kirchner habló ayer ante 400 empresarios en el Consejo de las Américas. Destacó las cifras del gobierno de su esposo y aseguró la continuidad del modelo en caso de ganar. Insistió en que buscará “una política de acuerdos”.

 Por Luis Bruschtein

Desde Nueva York

En un escenario que ya le es familiar, la senadora Cristina Kirchner habló ayer ante unos 400 empresarios convocados por el Consejo de las Américas en el hotel Waldorf Astoria. El centro de su discurso fue destacar las cifras económicas del gobierno de su esposo y asegurar continuidad en el caso de ganar ella las elecciones. Cuando tuvo que definir las posibles dificultades que afrontaría, apuntó a la inversión y a la energía, aunque diferenció esta previsión de las exageraciones “con que muchos anunciaban catástrofes que no ocurrieron”. Insistió en que impulsará una “política de acuerdos que permitan cristalizar estas condiciones macro de la economía. Estos acuerdos no sólo serán sobre precios y salarios –aclaró–, sino de metas más globales y cuantificables”. Luego, la senadora junto a su marido, Néstor Kirchner, se reunió con el ex presidente norteamericano Bill Clinton, quien –según su versión– les habló de su sorpresa por la recuperación económica argentina.

Susan Seagal, la anfitriona del Consejo de las Américas, que se definió como amiga personal de Cristina Kirchner, fue la encargada de presentarla. La senadora había ocupado una mesa frente al estrado, junto al encargado para América latina del Departamento de Estado norteamericano, el diplomático Thomas Shannon, y en la misma mesa se encontraba el titular de la OEA, el chileno José Miguel Insulza.

En la sala había numerosas mesas con empresarios, pero la mayoría de ellos, argentinos, representando a empresas argentinas, o directivos de empresas transnacionales que tienen filiales en Argentina. Eran pocos los que usaron auriculares para la traducción cuando la invitada y la anfitriona hablaron en español. La mayoría ya eran conocidos del Presidente y su esposa.

Cristina Kirchner comenzó su discurso, que no fue leído, planteando dos preguntas que se han hecho, según ella, sobre Argentina: “¿Cómo es que un país con tantas riquezas naturales y su material humano no haya podido convertirse en un gran país con una economía pujante?” La segunda pregunta es más actual: “¿Cómo hizo un país que estaba quebrado en 2002, salir adelante en tan poco tiempo?”

Señaló entonces que la respuesta estaba en la historia argentina donde siempre aparecieron como contradictorias la Argentina agropecuaria y la Argentina industrial, el mercado interno y la exportación. Y concluyó que “este modelo que se ha desarrollado en los últimos cuatro años, al que muchos no apostaban, es ya el modelo que impulsó el mayor crecimiento consecutivo en cien años y por primera vez será en el país habrá habido un crecimiento sostenido en seis años consecutivos”.

Ante los empresarios, que aguardan con cierta paciencia que se sirviera el almuerzo, la senadora destacó los índices sociales, porque “ha sido demostrado en forma reiterada que rentabilidad empresaria sin rentabilidad social lleva a la implosión de la sociedad, por eso impulsamos un modelo de acumulación con distribución de la renta”.

También habló de los prejuicios en la política, porque “nadie hubiera esperado que nuestro gobierno tuviera superávit fiscal”. La senadora hizo una comparación con los Estados Unidos: “Aquí siempre se pensó que los demócratas eran malos para administrar y los republicanos, los ordenados. Pero la presidencia de Bill Clinton, un demócrata, demostró lo contrario”.

En ese momento recordó la presencia de Shannon, representante del gobierno republicano de George Bush, quien acumula el mayor déficit fiscal de la historia norteamericana. “Perdón, perdón –se disculpó–, que nadie piense que me quiero meter en la política interna de los Estados Unidos, lo que quiero decir es que esos esquemas no sirven”. Shannon, que había torcido la cabeza para mirarla, le sonrió con benevolencia.

Tras la breve interrupción, la senadora arremetió con “el modelo de acumulación de reservas y de diversificación de matriz, que nos ha salvaguardado de los últimos movimientos en los mercados internacionales”, y volvió a exhibir las cifras macro y los índices sociales de reducción de desempleo, de pobreza e indigencia. “No es un paraíso –aclaró–, pero podemos exhibir una gestión que pudo articular el esfuerzo estatal con el privado”.

Pocos minutos antes, en el ascensor, uno de los empresarios que llegaba a la reunión señalaba que la empresa que representaba tiene algunas inversiones en Argentina “son pocas, pero importantes, no es el mejor lugar, como México, Brasil o Chile, pero los índices son atractivos”. De alguna manera estaba describiendo el lugar que ocupa Argentina en el ranking para las inversiones y el mensaje subyacente es el reclamo de estabilidad.

A esos puntos se refirió también Cristina Kirchner cuando habló de “las tensiones del crecimiento” y la puja salarial. “En un país con PBI en crecimiento siempre se dará la puja por el salario, eso es normal y no tenemos que tenerle miedo, pero nosotros apostamos a encuadrar esa puja en un marco razonable”.

Cuando llegó el turno de las preguntas, en general fueron bastante concesivas y llamativamente no hubo ninguna sobre la inflación. Con respecto a la crisis energética, la senadora se explayó sobre las inversiones estatales que permitirían incorporar 1400 Mw para el año 2008. Al finalizar, el chileno Insulza había escuchado una larga lista de elogios hacia Argentina y comparaciones superlativas por sobre el resto de América latina. Con cara de paciencia y mucha diplomacia decía que “siempre pasa así cuando vienen los presidentes de todos los países, está bien que lo hagan, ya estoy acostumbrado”.

Para la comitiva argentina, el balance de la reunión fue positivo. Para el Consejo de las Américas, que reúne a banqueros y empresarios con inversiones en la región, también fue positiva si se toma en cuenta que cobró 400 dólares el cubierto. También es otro ranking porque no todos los almuerzos con figuras latinoamericanas cuestan lo mismo. El almuerzo con el presidente de Ecuador, Rafael Correa, por ejemplo, costaba 250 dólares el cubierto.

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Néstor Kirchner ayer, entre su esposa Cristina Fernández y el ex presidente Bill Clinton.
 
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