En Formosa tienen un dicho: “Ninguna noticia cruza el Bermejo”. Con la idea de conjurar el hechizo que parece imponer el río, o bien la árida política provincial, la monja franciscana María Inés Delfino siguió el ejemplo del obispo emérito Joaquín Piña y salió a enfrentar la Ley de Lemas y la reelección indefinida del gobernador Gildo Insfrán, que ya lleva doce años en el cargo y se postula por tercera vez. Delfino es la primera candidata a diputada de la Coalición Cívica en Formosa. “Me presento para que la situación en la provincia se revierta: aquí la gente pasa hambre, los chicos siguen sin escolarizarse. La redistribución de la riqueza tiene que llegar a Formosa”, remarca Delfino.

Ella decidió dar un paso más allá del límite que se autoimpuso Piña. El obispo misionero siempre dijo que no sería candidato a nada más que a constituyente y para detener al gobernador Carlos Rovira. Si bien reconoce su ejemplo, Delfino se diferencia: “No dependo de Bergoglio, aunque esto sí lo consensué con las hermanas”, explica. Ella pertenece a la Congregación Franciscana Misionera de María y depende directamente de sus autoridades en Roma, por lo que no tuvo que pedir autorización al obispo formoseño José Vicente Conejero.

Trabajadora social, dirigente de la APDH, Delfino es conocida en la provincia por su militancia sobre minoridad y por sus denuncias de los casos de gatillo fácil. Desde hace años acompaña a las Madres del Dolor en sus reclamos contra la policía provincial.

Con la diputada Marta Maffei, también intervino en el conflicto del bañado La Estrella, donde pequeños ganaderos reclaman por la inundación de sus tierras a raíz de las obras que hizo el gobierno provincial sobre la ruta 28. Como informó Página/12, hace más de un mes que cortan la ruta 81. El caso tiene ribetes de realismo mágico: las vacas –que son la fuente de sustento de más de 1200 familias– vienen muriendo a causa de ataques de pirañas, que les arrancan los pezones. “Es uno de los pocos temas que pasaron el Bermejo. La responsabilidad de Insfrán es absoluta. Han cambiado el cauce del agua. Por primera vez, se unieron para pelear criollos e indígenas”, considera Delfino.

A Elisa Carrió la conoció a través de Regina –una monja de la misma congregación– a quien la líder de la CC considera su “madre espiritual”. Con el apoyo de la congregación, Delfino fundó el ARI en Formosa junto con los dirigentes Graciela Ríos y Juan Giuliano, pero nunca fue candidata hasta ahora. Con sus 66 años, duda cuando se le pregunta qué la llevó a tomar la decisión. “Lilita me lo pidió. Y pienso que nuestra tarea es hacer aquí el reino de Dios. No sólo desde la oración, sino haciendo lo posible en este mundo para que cambie, con la opción por los pobres”, contesta. Aunque comenzó a militar en 2001 en el Frente Nacional contra la Pobreza (Frenapo), ya tenía su corazoncito cerca de la política en los ’70, cuando vivía en Intillaco, un pueblo al norte de Santa Fe. Allí tuvo sus primeros contactos con el movimiento de curas por el tercer mundo. Esa experiencia resuena en su respuesta.

Tras el “efecto Piña”, que hizo caer las reelecciones de Felipe Solá en Buenos Aires y Eduardo Fellner en Jujuy, Delfino participó con el cura Francisco Nazar de la Creación de un Foro por la Democracia que impulsaba la abolición de la reelección indefinida y de la Ley de Lemas. Pero el reclamo no cruzó el Bermejo. Finalmente, decidió presentarse como candidata a diputada, para ver si rompía el cerco. “Kirchner nos desilusionó mucho cuando vino aquí a abrazarse con Insfrán. Cuando asumió, pensábamos que iba a hacer algo distinto, pero terminó aliándose con los mismos caudillos de siempre”, sostiene Delfino, que hasta defiende a su líder ante los coqueteos con Ricardo López Murphy: “La construcción de Lilita es de todos. Más que un partido político somos una coalición, que también está abierta a la derecha. Lo que privilegiamos es que sean personas decentes”.