Dicen que después de la tormenta siempre llega la calma. Y así –con mucho paño frío– fue la reunión que mantuvieron el titular de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), Hugo Yasky, y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, luego de los cruces que la central obrera tuvo el jueves en la Casa Rosada, durante su primer encuentro con Cristina Kirchner. La reunión de ayer, según las fuentes gremiales y del gobierno, fue “el primer paso para abrir espacios de diálogo”. Hubo acuerdo en que tratarán de destrabar un par de situaciones de conflicto, como la de los delegados del Indec y la paritaria de los docentes, este último un tema sensible para el Gobierno.

Yasky y Fernández conversaron a solas durante una hora, café y medialunas de por medio, en el edificio de la jefatura de Gabinete. Allí convinieron un listado de los puntos que la CTA discutirá en futuras reuniones en los ministerios. La cuestión de la personería jurídica que reclama la organización seguirá congelada, pero otras tendrán un espacio de debate. El Ministerio de Trabajo se ocupará por ejemplo de los reclamos por la Junta Interna del Indec, por el reconocimiento de los delegados electos. El secretario general de la CTA y el jefe de Gabinete también hablaron de la negociación salarial de los docentes, que debería cerrar el 20 de febrero.

Los maestros tienen hoy un piso salarial de 1040 pesos y piden una mejora del 34 por ciento, un porcentaje muy por encima de los 20 puntos que el Ejecutivo estaría dispuesto a otorgar. Por su alto impacto sobre la vida cotidiana, el conflicto docente es el más sensible de los reclamos encabezados por los gremios de la CTA. La paritaria que se desarrolla en estos días va a definir el aumento del año para el sector; el jueves, la Presidenta le pidió a la conducción de la central obrera que los maestros dejen de lado los paros. Y les recriminó impulsar medidas de fuerza cuando el sector tuvo una recuperación en los salarios “del 160 por ciento”.

Los dirigentes sindicales apuntaban ayer que los porcentajes son reales, pero que los sueldos siguen siendo bajos porque debieron remontar un piso de miseria. “Pretender un aumento del 34 por ciento suena a mucho, pero si se expresa en términos reales lo que estamos pidiendo es un salario inicial de apenas 1400 pesos”.

Otros temas sobre los que se abrirá la discusión es el impulso a una ley de primer empleo para los jóvenes, un cronograma para el Consejo del Salario y el proyecto de una nueva ley de salud.

La CTA, donde conviven en tensión sectores kirchneristas y opositores, llegó a la reunión del jueves en la Casa Rosada con la decisión de hacerle al gobierno planteamientos macro. Así, hizo críticas al modelo, cuestionó los márgenes de rentabilidad de los grandes grupos económicos y le reclamó a la Presidenta políticas de Estado “que conviertan el crecimiento económico en crecimiento social”. Esos son los puntos en los que aliados y críticos del gobierno dentro de la Central encuentran coincidencia. En la reunión, la organización terminó de confirmar, por otra parte, algo que ya sabía pero que le sigue resultando difícil de digerir: el reclamo por el reconocimiento de su personería jurídica seguirá congelado. El otorgamiento de los derechos sindicales plenos –un proyecto en el que enfrentan a la CGT– es una promesa incumplida de la administración kirchnerista.

La negativa a otorgarles la personería cerró filas contra el gobierno, aunque por debajo los matices internos siguen siendo visibles a simple vista. Ayer, mientras Yasky y Fernández fumaban la pipa de la paz, los sectores críticos de la Central siguieron sumando cuestionamiento. El secretario adjunto de la organización Pablo Micheli consideró que “la profundidad de las diferencias (con la Casa Rosada) se agranda cada vez más” y se quejó de que el gobierno haya desestimado “todas las demandas que llevó la organización, como si las cosas estuvieran bien en la Argentina”. Por su parte, el economista Claudio Lozano dijo que la Presidenta “hizo expresa su diferencia con nuestros criterios, pero lo grave del caso es que uno debiera sacar de allí la conclusión de que la razón por la cual a nosotros no nos reconocen (la personería jurídica) es porque pensamos distinto”.