El duro discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner reprochando a los docentes por la cantidad de paros va a sobrevolar la negociación en la paritaria nacional que se reanudará el martes. “Vamos a tener que dar una oferta nacional, no podemos pasar de la semana próxima, pero me parece que está lejos de lo que piden los gremios”, se sinceró ante Página/12 un funcionario. “Preferimos hablar de cifras y no de porcentajes: pedimos un sueldo inicial de 1400 pesos. Nosotros apostamos al mecanismo de la convención colectiva, al acuerdo, en ningún momento ‘presionamos’ con paros”, explicó un sindicalista. Los argumentos contestan, en rigor, la crítica de la Presidenta a las huelgas de maestros a pesar de la recomposición salarial acumulada en los años de kirchnerismo: “el 168 por ciento entre el 2003 y el 2007”, le recordó anteayer a la cúpula de la CTA, liderada por el docente Hugo Yasky.

“Es verdad que nos mejoraron los sueldos, pero veníamos de un congelamiento salarial desde el ’91”, repiten los dirigentes. Desde los dos lados de la mesa de negociación, tanto los gobiernos como los sindicatos coinciden en la voluntad de acordar para garantizar el ciclo lectivo; el quid de la cuestión es el monto de la recomposición. Los gremios quieren pasar de un inicial de 1040 pesos a 1400, es decir un incremento del 34 por ciento. Desde las calculadoras oficiales no quieren pasar del 20 por ciento. “El año pasado decían un 16 y se terminó dando un 23 de entrada, un piso que muchas provincias mejoraron”, especulan. Del lado de los funcionarios replican: “Si se hace una buena oferta, no sé qué margen tendrán para rechazarla. A menos que estén dispuestos a seguir discutiendo por aumentos escalonados a lo largo del año”.

Nadie pone en duda que el piso salarial será mejorado antes de marzo.

Desde el 2005, la Nación traccionó los sueldos docentes a partir de la decisión de fijar un piso: 700 pesos en el 2005, 840 en el 2006 y 1040 pesos el año pasado. Esa apuesta a la recentralización de los salarios se hizo por decisión política de la Rosada. La diferencia, esta vez, es que funciona una paritaria con representación de la Nación, las provincias y los sindicatos con personería nacional, según la reglamentación del artículo 10 de la Ley de Financiamiento Educativo. Más allá del piso unificado, en cada jurisdicción continúa después el tire y afloje por el blanqueo de los sueldos: los básicos –montos sobre los que se aplican los aportes previsionales, sociales y el cálculo por antigüedad– rondan los 550 pesos, el resto hasta alcanzar los 1040 son cifras virtualmente en negro. El año pasado, la Nación asistió a las provincias más pobres que no alcanzaban el piso y, en el caso de Buenos Aires, asignó partidas extras para solucionar el conflicto. Sin elecciones de por medio, otra de las discusiones tácitas es cuánto aportará de más la Nación.

“Los paros golpean a la escuela pública, en las privadas casi no se sienten”, repiten en despachos oficiales y muestran relevamientos en las provincias postergadas en las que los días efectivos de clase apenas llegan a los 100 sobre calendarios de 180. Los estudios incluyen en la reducción a los paros, el ausentismo de docentes y de alumnos. El denominador común es que los afectados son los sectores más humildes.

CFK les reclamó a los docentes “un cambio de metodología” para no perjudicar a los alumnos. “En su momento sacamos de la galera la Carpa Blanca, pero no es tan sencillo. Las medidas de fuerza siempre perjudican a alguien, es la dinámica de la lucha gremial”, razonó un dirigente. El malestar de la Presidenta con los paros tuvo dos agravantes el 2007, año electoral: el prolongado conflicto en Santa Cruz, que puso en evidencia el desquicio de un sueldo inicial de casi dos mil pesos con un básico de apenas 140 pesos, y las huelgas porteñas. Esta vez, a pesar de la complejidad de la negociación, todos apuestan al acuerdo. En el medio está la posibilidad de acercar los números, que poco tienen que ver con los guarismos del Indec.