El mercado no deparó sorpresas ayer en materia cambiaria, aunque sirvió para poner una vez más en evidencia el objetivo del Banco Central. En medio de una jornada reducida en negocios, el organismo se hizo presente buscando una nueva baja en el dólar físico y a futuro. La consiguió: cerró en 3,065 pesos. Por tercera rueda consecutiva salió también a vender el billete a término, en plazos cortos, por debajo de la cotización mayorista. Esta política, en tanto, volvió a impactar en el resto del sistema financiero a través de un encarecimiento en el costo del dinero. En agencias de cambio y en bancos porteños cerró estable, en 3,09.

La cotización del dólar, que se encuentra en los mínimos del último año y medio, no logra aún satisfacer al Central, quien ayer buscó una nueva baja. La intención es quitarle todo atractivo para evitar que continúe la fuga de pesos del sistema, señalan los operadores. En el último mes, la divisa perdió 13 centavos al público y algo más en el segmento mayorista. Por su parte, el volumen negociado fue el menor de todo junio: unos 642 millones.

A pesar de la escasez de las operaciones, la entidad que preside Martín Redrado se mostró muy activa en la plaza de contado y a término. Su estrategia volvió a ser concentrarse en el corto plazo. Durante la rueda, no sólo hizo caer la cotización mayorista, sino también a futuro, en los plazos más cortos. La falta de oferta, que se espera provenga de los exportadores de granos luego de levantado el lo-ckout, llevó al Central a ocupar ese lugar vendiendo reservas. La semana pasada, el sector liquidó 480 millones de dólares, según informaron la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales. El Banco Central lleva volcados en lo que va del mes 550 millones de dólares de reservas internacionales, que ayer se ubicaron en 48.311 millones.

La estrategia no se limitó a vender billetes en el mercado. “Por estos días se da un fenómeno particular, ya que los plazos más cortos se negocian a una cotización menor que la de contado”, señaló a Páginai12 Gustavo Quintana, analista de cambios de López León. Detrás de este efecto se encuentra la mano de Redrado. El Central vendió en el mayorista desde 3,059 hasta 3,055 pesos, mientras que a futuro, para fines de junio lo hizo hasta en 3,052. “La intención es lograr invertir la curva para forzar el desarme de posiciones en dólares”, explicó Quintana.

No obstante, en el recinto bursátil coinciden en que “esto es patear la pelota hacia adelante”, debido a que el éxito en la estrategia está en el desenlace del conflicto con el campo. La jugada consiste en facilitar el pase de posiciones –el costo del dólar a dos meses es nulo o negativo– y fomentar la venta de dólares. Si el contrato de dólar a fin de julio cotiza igual que el actual, al inversor le convendrá posicionarse a futuro como cobertura, encima, a costo cero. Esto es: el 31 de julio podrá, independientemente de lo que pase en medio, comprar los billetes al mismo valor que si lo hiciera hoy sin riesgo.

La venta de dólares, por su parte, sigue presionando en las tasas de interés. Los pequeños y medianos ahorristas pudieron acceder a un rendimiento de hasta 17,6 por ciento anual, según el promedio que surge del relevamiento diario del Banco Central. Para los depósitos a plazo fijo a treinta días exclusivamente las entidades ofrecieron una tasa del orden del 13,2 por ciento.

Con el objetivo de afrontar la demanda de dólares y abastecer al sistema de liquidez, el Central trabaja en conjunto con el Nación cubriendo ambos frentes. El organismo emisor continúa con la licitación de pases activos (préstamos a bancos a corto plazo), tanto en pesos como en dólares. En cambio, la entidad que conduce Mercedes Marcó del Pont “está prestando pesos a tasas muy bajas”. Así, los bancos que salieron a demandar recursos en pesos aceptaron endeudarse a 9,4 por ciento anual y se pidió 9,7 cuando el crédito se derivó hacia una entidad de menor rango.