El anuncio de ayer de liberar a la exportación un millón de toneladas de trigo tuvo la intención, según fuentes del Gobierno, de dar claras señales a los productores agropecuarios de que la intención oficial es avanzar con lo ya acordado y allanar todo lo que se pueda el terreno para que la nueva convocatoria al diálogo comience con buen pie.

Esa citación a las cuatro cámaras agropecuarias podría darse mañana mismo. Aunque existe una posibilidad de que sea el lunes, si es que hoy o mañana el Gobierno está en condiciones de hacer algún otro anuncio favorable al sector, como el de ayer, aunque quizás de menor envergadura.

Ayer volvió a circular en los pasillos de la Casa de Gobierno el rumor de que serían convocados por sectores para tratar cada cuestión en particular. Pero fuentes confiables insistieron ante PáginaI12 en que la citación será a las cuatro entidades en conjunto, al menos en una primera etapa. Más adelante, con la negociación macro ya encaminada, sí se abordarían estrategias sectoriales.

El mensaje de la apertura de la exportación de trigo una vez que “apareció” gran parte del acopio que el Gobierno no tenía registrado, no sólo tiene como destinatarios a los ruralistas, sino también a las empresas transportistas que siguen manteniendo los cortes de rutas en varios puntos del país. El Gobierno espera que la situación no se prolongue, porque otra vez estaría frente al riesgo del desabastecimiento, del que no podrá culpar a los ruralistas. Y supone que la convocatoria a los productores debería llevar calma a los dueños de los camiones que no responden a la conducción de su cámara empresarial, si es que no hay otras intenciones detrás. En la Casa Rosada por ahora no ven con claridad manos negras detrás de esos transportistas, pero están atentos.

El clima de desconfianza no ha cesado. El Gobierno quiere descubrir si hay una intencionalidad política detrás de los enfrentamientos entre transportistas y ruralistas. Esto podría vincularse al tiempo de espera en convocar a los productores agropecuarios con una suerte de presión, de modo que si algunos dirigentes están fogoneando los cortes, sientan una contrapresión de sus pares para que pongan calma.